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Firmas foráneas se refugian en Galicia para criar visón tras el veto europeo

Proyectos en A Coruña y Pontevedra esquivan la prohibición en otros países

Granja de visones Chan do Monte en Negreira
Granja de visones Chan do Monte en NegreiraÓSCAR CORRAL

Reino Unido, Austria, Suiza y Croacia han prohibido las granjas de visón. El último país europeo en sumarse a la medida ha sido Holanda, el tercer productor mundial de piel de este mustélido. Allí los granjeros tienen de plazo hasta 2024 para desmantelar sus negocios, y mientras tanto empiezan a buscar lugares alternativos para instalar sus jaulas. El clima gallego, por los ciclos de luz solar y la humedad propios de estas latitudes, es el mejor en España y uno de los más aptos de Europa para que los animales que van a ser despellejados se críen lozanos, con un pelo brillante y suave. En los últimos días han coincidido dos comunicados de grupos ecologistas, Sociedade Galega de Historia Natural (SGHN) y Adega, alertando sobre lo que la primera define como “amenaza de avalancha de granjas de visones americanos”, y la segunda, como “espantada hacia Galicia de las peleteras” que pone a la comunidad en “alto riesgo biológico”.

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El mayor peligro está en las posibles sueltas masivas a cargo de quienes la SGHN llama “ecocidas”. El Neovison visones una especie altamente invasora que se extiende ya, según mapas oficiales del Ministerio de Medio Ambiente, prácticamente por todas las cuencas gallegas a causa de los asaltos a granjas entre 2001 y 2010. Ese año se produjo la última suelta “ecocida”, y los criadores tomaron fuertes medidas de seguridad, durmiendo incluso entre las hileras de jaulas, desde entonces, para hacer guardia. Tras alguna liberación masiva en granjas del sur de Pontevedra el visón americano ha llegado a nado incluso a las Cíes, donde es considerado por los responsables del Parque Nacional como una de las peores amenazas. La población autóctona y en peligro de extinción de cormorán moñudo (Phalacrocorax aristotelis) se redujo a la mitad en los últimos años y buena parte de la culpa la tiene el visón depredador, que se libró de morir por un abrigo y se adueñó de la isla.

La SGHN se basa en las solicitudes a la Xunta que aparecen en los últimos diarios oficiales, aunque no todas ellas están respaldadas, de momento, por capital extranjero. En el DOG hay un “proyecto de construcción de naves para la cría de visones” en Forcarei promovido por Celtik Mink, SL, con capacidad para 9.472 madres, 1.890 machos y 43.192 crías. También aparece otro plan privado para ampliar una explotación en Monte Xalo, un enclave de Carral que padeció una sonada suelta en abril de 2004. Además, Agapel Pelting, una peletera con sede en el recinto ferial de Silleda, se ha aliado con la finlandesa Saga Furs (una de las mayores casas de subastas del sector en Europa) para promover su propia granja de visones en Agolada.

Adega va más allá en su recuento y habla de un “boom de solicitudes”, incluso en Red Natura, que “brotan” en Sobrado, Agolada, A Estrada, Oza dos Ríos, Oia o Forcarei. El proyecto participado por la nórdica Saga Furs aspira a despachar al mercado internacional 50.000 pieles al año. Actualmente, en Galicia ya existen algunas granjas capaces de superar esta cifra, pero no son muchas. En total, de la comunidad sale el 80% de la producción estatal, 700.000 pieles de visón, y todas se exportan a las cuatro casas de subastas que se reparten Finlandia, Dinamarca, Canadá y Estados Unidos. Estas son las que mandan en el planeta peletero.

“Esta ganadería funciona”, dicen los criadores

“Esta es una ganadería alternativa que está funcionando. Estamos haciendo jornadas de puertas abiertas y el resultado es que en los dos últimos años se incorporaron tres nuevos granjeros al negocio. Son de aquí, pero nosotros no estamos en contra de que venga capital foráneo. Eso generaría empleo y enriquecería el sector”. Quien pronuncia estas frases, José Antonio Bermúdez, criador en Galicia y presidente de la Asociación Nacional de Productores de Visón, dice no obstante que su colectivo “respeta el criterio” de grupos ecologistas como los que han dado la voz de alarma estos días. Y se apresura en defender que estas asociaciones no tienen nada que ver con los “extremistas animalistas” que se estrenaron en Gondomar en 2001, en el primer ataque a una granja. Aún está pendiente el juicio de los últimos detenidos, que fueron imputados hace ya tres años.

En agosto, un representante de Agavi (Asociación Gallega de Criadores de Visón), Manuel García Gutiérrez, que ha declinado hablar con este periódico, lanzó una invitación al capital extranjero a través de la casa de subastas de Finlandia. Explicó que los costes de producción son aquí los “más rentables de Europa” y que “fluye en España una importante inversión, sobre todo de los Países Bajos”. Sin embargo, Bermúdez niega tener noticia de esa avalancha de la que avisan SGHN y Adega. Dice que no conoce más que dos proyectos impulsados por extranjeros: el de Saga Furs (con el propio García Gutiérrez, de Agapel) para Agolada y el de otra empresa holandesa que ya se ha instalado. También comenta que ve “complicada” y “posiblemente difícil de cumplir”, una de las medidas de seguridad demandadas por la SGHN, la esterilización de las crías no reproductoras nada más nacer.

El grupo ecologista solicitó la semana pasada a Conservación da Natureza que convoque una reunión extraordinaria del Observatorio Galego da Biodiversidade para debatir, una vez más, las condiciones de seguridad en las granjas. Hace siete años que SGHN reclama que los criaderos de visón se consideren “instalaciones de riesgo”, y ahora pide, además de la esterilización, que todos los animales, por lo menos los reproductores, lleven collar radiotransmisor y que las empresas contraten un seguro de responsabilidad civil que asuma las posibles campañas de captura y erradicación. Bermúdez responde que los criadores están “abiertos a hablar con la Administración”, pero advierte que cuesta convencer a las aseguradoras: “Una granja de Mesón do Vento [Ordes] tuvo que cerrar tras una suelta. El seguro no lo cubre todo”. El sector, reconoce de todas formas Bermúdez, vive un buen momento a pesar de la crisis en España porque todo se exporta y porque ha aumentado la producción de manera espectacular por “la especialización”. La primera granja de visón americano se instaló en Pontevedra en 1959, y entre 1980 y 1990 las plantas proliferaron hasta alcanzarse las 214. Las que sobrevivieron después crecieron y se “modernizaron”. Galicia tiene hoy 36 de las 45 explotaciones que se cuentan en España.

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