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TENDENCIAS: ESTILOS

Un museo para mayor gloria de la marihuana

Barcelona abre un centro dedicado al cáñamo, filial del creado en Ámsterdam

Una visitante del Museo del Cáñamo en el Palau Mornau de Barcelona.
Una visitante del Museo del Cáñamo en el Palau Mornau de Barcelona.MARCEL. LÍ SÁEZ

Mucho antes de abrir sus puertas ya se había creado una gran expectación en la estrecha calle Ancha, junto al puerto de Barcelona. Gente joven de aspecto alternativo, chicas fashion con tatuajes por todo el cuerpo, viejos rockeros con caras chaquetas de cuero, jóvenes de riguroso esmoquin negro y decenas de fotógrafos haciendo resonar sus flashes tras la aparición de Bernat Pellisa, el controvertido alcalde de Rasquera. En el restaurante de enfrente habían aprovechado la ocasión para presentar un nuevo menú cannabiótico, en el que no faltaba un helado con sabor a marihuana. Y los comercios de los alrededores confiaban que esta nueva oferta de ocio les atraería la atención de los turistas. Y no era para menos. Ayer se presentaba en sociedad el Museo del Cáñamo, filial del Hash, Marihuana & Hemp Museum de Amsterdam fundado en 1985.

Su creador, el holandés Ben Dronkers, recibía a la prensa con un cigarrillo en la mano. Él es el fundador de Hemplax, una de las industrias más importantes de Europa en la producción y el procesado de cáñamo industrial, que fabrica desde material aislante para la construcción, fibras textiles o biocarbón, hasta paneles y puertas para coches, más resistentes, baratas y ligeras que las confeccionadas con materiales convencionales (dicho así suena a feria biológica, pero el señor Dronkers cuenta con clientes de tanto prestigio como las marcas BMW, Mercedes Benz, Bentley, Jaguar o Bugatti). Según nos cuenta, este emprendedor y campechano empresario está a favor de abrir un gran debate sobre todos los usos del cannabis, desde sus posibilidades industriales o terapéuticas, a su consumo con fines recreativos: “En Occidente tenemos muchos problemas de salud relacionados con el tabaco y el alcohol, y sin embargo son legales. Mientras que el cáñamo, cuyos efectos terapéuticos cada vez están más demostrados, sigue prohibido”.

El museo está ubicado en el palacio renacentista de los Mornau. Aquí se fraguó la principal conspiración antinapoleónica que se produjo en Barcelona, en el año 1809. Su antiguo propietario pudo huir de las autoridades francesas por un largo y legendario túnel que comunicaba esta casona con la plaza Catalunya. Después de varios cambios de dueño, el edificio fue restaurado totalmente a principios del siglo XX en estilo modernista, con una noble fachada y altos techos. Tras su adquisición en 2002, ha tardado diez años en ser rehabilitado de nuevo por el arquitecto Jordi Romeu. Las vidrieras de vidrio emplomado y las cristaleras con grabados al ácido también son nuevas, con complicados diseños de hojas de marihuana.

Una visitante en el Hemp Museum Gallery de Barcelona.
Una visitante en el Hemp Museum Gallery de Barcelona.MARCEL·LÍ SÀENZ

Tras la puerta se abre una insólita colección de objetos que nos transportan por diversos escenarios relacionados con el cáñamo. Enormes pipas tribales o la importancia de este material en la navegación antigua (velas, cabos, calzado, redes y aparejos), conviven con una espléndida colección de cuadros de pintura flamenca del siglo XVII, con obras de David Teniers, Hendrick Martensz Sorgh o Christoph von Lubienietzki, donde aparecen escenas de fumadores y tabernas llenas de humo. El cartel de Marijuana la droga infernal, la película de Edward Ludwing con John Wayne de protagonista, compite en la misma pared con la publicidad del film argentino Marihuana, de León Klimovsky. En un rincón, una antigua armadura samurái hecha de fibra de cannabis comparte espacio con grabados decimonónicos de árabes con sus narguiles; unos zapatos de cáñamo hechos en la China prehistórica o los cigarrillos Nil, que hasta principios del siglo XX se confeccionaron con una mezcla de tabaco y cannabis. Tras una sala de viejos medicamentos hechos con marihuana hay un espacio dedicado al underground, en el que se mezclan dos dibujos de Picasso, los Freak Brothers o las estrafalarias películas de Cheech & Chong.

El museo abrirá al público el próximo viernes 11 de mayo, pero ayer acogió la entrega de los premios Cannabis Culture Awards 2012, que recogieron el creador del sello discográfico Virgin -sir Richard Branson-, en nombre de la organización Global Comission on Drug Policy, formada por políticos de todo el mundo y que intenta fomentar un nuevo marco legal para el cannabis. También fueron premiados el activista norteamericano Todd McCormick, el psiquiatra holandés Frederick Polak, el profesor de psiquiatría de la universidad de Harvard Lester Grinspoon y la activista española Fernanda de la Figuera. Como recordaron sus participantes, en un acto que abarrotó la sala de prensa de cámaras y periodistas, existe una nueva percepción hacia una prohibición que necesita menos medidas policiales y más debate científico, enfocado a reducir el daño que causan cada año las drogas a las personas y las sociedades. Como afirmaba Ben Dronkers: “Es muy importante que los jóvenes sepan toda la historia de esta planta. Y que exista una información seria sobre su uso”.

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