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La contraprogramación atlética

El Atlético aprovecha la calma liguera para visitar Azerbaiyán, ganar un amistoso y cumplir con su patrocinador

Ramón Muñoz
Oliver, ante Abdullaev en el amistoso de Bakú.
Oliver, ante Abdullaev en el amistoso de Bakú. Zipi (EFE)

El Real Madrid se lo jugaba todo el martes contra el Borussia de Dortmund. Acudió al derbi del sábado con lo mínimo y le bastó para ganar 1-2 a su cada vez menos eterno rival. Una vez finalizado el encuentro, a los medios y a los aficionados (de todos los bandos) solo les preocupaba la posible remontada de los blancos frente a los alemanes. O la del Barça frente al Bayern. Así que lo mejor que podía hacer el Atlético era coger las maletas y desaparecer por unos días, lo más lejos posible. Tan lejos como Azerbaiyán, una república ex soviética en el Cáucaso, cuyo territorio está encima de una balsa de petróleo y gas, lo que le ha permitido triplicar el tamaño de su economía en diez años. Ahora, y también gracias a los petrodólares, se quiere dar a conocer al mundo. Y ha elegido al club colchonero para que pasee su nombre en la camiseta.

Desde el domingo, todo el equipo y el staff directivo han visitado Bakú, la capital azerí. Una visita comprometida desde que el club firmara en noviembre pasado el acuerdo de patrocinio por 12 millones de euros por esta y la próxima temporada. Por esa cantidad, mucho más de lo que percibe cualquier club mediano, era justo cumplir con los patrocinadores. Y a fe que lo han hecho.

La agenda era apretada. Tras un viaje de seis horas de vuelo hasta Bakú, durante dos días los jugadores han tenido la oportunidad de rendir homenaje a los héroes azerís, tanto a los que murieron a manos del ejército soviético durante la desintegración de la URSS en 1990, como a los militares que perdieron la suya en la guerra con los armenios por la región de Nagorno Karabaj entre 1988 y 1994. También realizaron un clinic con jóvenes jugadores del Bakú FC, que se quedaron boquiabiertos con la energía verbal y gestual del Cholo Simeone dirigiendo sus movimientos, o con la amabilidad de Falcao para descubrir sus trucos tácticos en el desborde en el área.

La visita estaba comprometida desde que el club firmara en noviembre pasado un acuerdo de patrocinio por 12 millones de euros por esta y la próxima temporada

Las autoridades se han deshecho en atenciones hacia el club rojiblanco, que fue recibido en pleno por el presidente del país, Ilham Aliyev, hijo del Heydar Aliyev, héroe nacional por considerarle el padre de la patria (aunque fue el líder del Partido Comunista con la URSS y ascendió al poder mediante un golpe de Estado), y a cuya personalidad se rinde culto en toda la nación, con su retrato omnipresente en calles y edificios.

Pero esa devoción oficial por el fútbol occidental no tiene traslado en el ámbito popular pese a la propaganda mediática. En Azerbaijan ocurre como en China: el fútbol enamora más a las élites como elemento de propaganda que al pueblo. Camacho, seleccionador de China, desveló que, frente a la versión que vendían los medios de comunicación españoles y los responsables del merchandising de los clubs, a los chinos les traían al pairo los clásicos del Madrid-Barça que echaban por televisión, porque su verdadera pasión eran los encuentros de ping-pong. En la república caucásica, pese a que autobuses y taxis llevaban más de un mes paseando la publicidad del encuentro, el partido entre los rojiblancos y un combinado de estrellas del fútbol azerbaiyano, que se celebró ayer, no mereció mucha atención. La excepción de ese pasotismo es Arda Turán. El turco es casi considerado un jugador nacional, dada la relación de amistad con Turquía y su cercanía cultural (los dos idiomas son muy parecidos).

Ganó 3-0 frente a un combinado de estrellas azerbaiyanas y con Oliver dejando destellos 

Las gradas del Tofikq Bakhramov Stadium, campo del FC Baku, estaban semivacías. Las estadísticas oficiales hablaban de 20.000 asistentes. Pero con suerte habría 10.000 y más de la mitad eran policías y miembros del ejército, supuestamente custodiando unas gradas desiertas. En el parking se podía admirar todo un repertorio de coches de lujo de la nueva oligarquía del país, multimillonarios aprendices de Abramovich, surgidos del maná del petróleo, que llenaban la zona VIP acristalada.

En el terreno de juego, el Atleti cumplió con creces. Sacó a todos sus no habituales (ni un solo jugador de los titulares que jugaron contra el Madrid saltó al campo de inicio). Y pese a ello ganó cómodamente por 3-0, con goles de Oliver Torres (minuto 43) y dos de Raúl García (m. 82 y 87). Mereció incluso más goles con ocasiones cantadas de Adrián, Diego Costa y Tiago y un gol mal anulado.

Lo de menos fue el resultado. Más interesante fueron las probaturas. Óliver convenció. Se atrevió a desbordar y a colocar pases interiores, dos facetas casi estigmatizadas en este Atlético peleón pero ramplón, últimamente contumaz en el maltrato de la pelota. Salió también en la segunda parte Samuel Villa, un juvenil de aspecto quinceañero, que se estrenaba en el primer equipo defendiendo la banda derecha. Falta le va a hacer al Atleti jugadores como Oliver o Adrián, más entonado de lo habitual, si quiere tener al menos un mínimo de posibilidades en la final de Copa que le enfrenta a los merengues el próximo 17 de mayo. La derrota humillante del último encuentro liguero ante un Madrid plagado de suplentes y sin motivación alguna (por más que la prensa de bufanda rojiblanca, que también la hay, le quite hierro al asunto), prueban que a los atléticos no les basta con la entrega y el cholismo. Necesitan juego y criterio.

La final copera ha estado presente en la mente y las conversaciones de la expedición rojiblanca en Bakú. Con la boca pequeña, tras la cena de gala que ofrecieron el lunes las autoridades, el presidente Enrique Cerezo confesaba que prefería que pasara el Madrid frente al Dortmund, para que los blancos llegaran a la final de la Copa preocupados por la final de la Champions. Ahora ya saben que no será así, y que para el equipo vikingo será la última oportunidad de disfrazar la mala temporada.

Los jugadores atléticos deben implicarse también en ese reto, porque en algunas ocasiones como el sábado pasado parece que no va con ellos verse una y otra vez derrotados por el Real Madrid. Un equipo al que este año le han ganado, entre otros, Getafe, Sevilla, Betis o Granada, equipos con presupuestos y miras mucho menores que los del Atlético. En el aeropuerto de Bakú, algunos jóvenes jugadores apenas miraban el partido de los de Mourihno contra los alemanes, como si les importara poco lo que hacía su eterno rival. Y eso que estos días Adelardo o Luiz Pereira, que también viajaron en la expedición, les han contado cómo ganaron al Real Madrid de un tal Di Stefano o de un tal Pirri. E hicieron grande al Atlético.

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Sobre la firma

Ramón Muñoz
Es periodista de la sección de Economía, especializado en Telecomunicaciones y Transporte. Ha desarrollado su carrera en varios medios como Europa Press, El Mundo y ahora EL PAÍS. Es también autor del libro 'España, destino Tercer Mundo'.

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