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Restos digeridos por un dinosaurio dan pistas sobre el origen del vuelo

El 'regurgitado' fue hallado en Cuenca por paleontólogos españoles

El regurgitado, técnicamente llamado egagrópila, ofrece un amasijo de huesecillos y plumas de unos 23 centímetros de lado, y fue encontrado hace años por Armando Díaz Romeral, un buscador de fósiles aficionado que ha llevado más de una sorpresa a la Unidad de Paleontología de la Universidad Autónoma de Madrid. Investigadores de este departamento firman, junto con colegas del Museo Nacional de Ciencias Naturales y del Museo de Historia Natural de Los Ángeles, un trabajo sobre estos restos fósiles que se publica hoy en la revista británica Nature.

120 millones de años

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Todos los fósiles de este tipo conocidos hasta ahora tenían como mucho decenas de miles de años, pero éste tiene 120 millones. Los investigadores se han decantado por clasificarlo como un regurgitado por el aspecto corroído y agujereado de los restos que, como se explica en Nature, es 'similar al de los que han sido digeridos por aves y mamíferos modernos' y se debería al ataque químico producido por los ácidos gástricos del predador.

El fósil representa la primera evidencia de que las aves eran presa de los predadores. 'Ya se sabe el dicho ave que vuela, a la cazuela, pero nunca hasta ahora se había encontrado evidencias de que aves tan antiguas hubieran sido presas', explica José Luis Sanz, uno de los firmantes del artículo e investigador de la Autónoma de Madrid. A su vez, esto prueba al menos una parte de una de las varias hipótesis que explican por qué los dinosaurios empezaron a volar. 'Este resto confirma por lo menos que las aves sí eran presas, y debían escapar', precisa Sanz.

El yacimiento de Las Hoyas ha sido clave para establecer la relación entre aves y dinosaurios. Uno de los ejemplares más representativos hallados es Iberomesornis, con todo el aspecto externo de un delicado gorrión pero cuyo pico está cuajado de picudos dientes. Su análisis anatómico muestra que las aves de 120 millones de años aún tenían mucho de sus abuleos: aunque la estructura de las alas y la cola se parecen mucho a las de las aves actuales, los huesos de la cadera son de dinosaurio.

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