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La 'gripe española' de 1918 se debió a un sutil cambio de un virus aviar

China admite problemas ante la epidemia actual

La peor epidemia global de la historia, la llamada gripe española de 1918, que mató entre 20 y 40 millones de personas, fue una gripe del pollo cuyo virus primero se mezcló con la gripe humana vulgar y después se adaptó sutilmente a nuestra especie, según un estudio que hoy publica Science. Ayer Vietnam anunció dos muertes por gripe del pollo, lo que eleva a 11 el número de fallecidos en ese país, y en Tailandia se registró la quinta víctima mortal.

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Las conclusiones del estudio, realizado por la Universidad de Harvard y el Instituto para la Investigación Médica de Londres, aunque no pueden aplicarse directamente a la actual epidemia de gripe del pollo en Asia, muestra cómo sutiles alteraciones del virus de esa enfermedad pueden agravar la expansión.

La gripe española se transformó en una enorme pandemia cuando, tras la mezcla de genes de los dos virus, una proteína de la cubierta exterior (la hemaglutinina), de origen aviar, consiguió adaptarse al organismo humano mediante cambios sutiles. El estudio se basa en muestras de 1918 recogidas hace tiempo en Alaska y Noruega, y describe cómo aquella hemaglutinina se une a sus receptores de la célula humana para iniciar la infección. Hasta la fecha se sabía que la gripe del pollo estuvo en el origen de la gran epidemia de 1918, pero se ignoraba cómo el virus había logrado exactamente su adaptación al huésped humano.

La actual epidemia sigue causando víctimas mortales en Vietnam y Tailandia. Ayer China reconoció que tiene dificultades ante la epidemia, que afecta a un tercio de sus provincias. "Algunas partes de nuestro sistema de prevención son frágiles y los ciudadanos tienen un conocimiento limitado", dijo Liu Jian, viceministro de Agricultura.

La declaración coincide con las inquietudes de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que ha reclamado a Pekín una valoración urgente del sistema de vigilancia. El 80% de los 8.000 millones de pollos que se crían al año en China proceden de pequeñas granjas familiares, dispersas por su inmensa geografía, lo que complica la identificación de los posibles brotes. Y así lo admitió Liu. Un total de 1,2 millones de pollos, patos y gansos han sido sacrificados.

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