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Reportaje:UN PROYECTO EUROPEO

La epidemia del mal comer

La medicina francesa recomienda la supresión del desayuno escolar porque contribuye a desequilibrar una dieta calórica adecuada

"Cuando salgo a la calle todo el mundo me mira. Un día en clase, un profesor me dijo 'tú, ocupa tres asientos, al fondo'. Cuando entro en una tienda, tengo que preguntar si tienen mi talla -extralarga-, y cuando dicen que sí, añaden que en la sección de adultos, y entonces me echo a llorar porque allí soy el único niño". Así se expresa un menor de 13 años en una carta de motivación a Marlene Dreyfus, psicóloga del departamento de gastroenterología y nutrición pediátrica del hospital Trousseau de París. Desde hace 10 años esta institución trata a los niños obesos y hoy se encuentra "desbordada por la demanda", como dice el profesor Jean Philippe Girardet.

En Francia, como en el resto de Europa, desde hace unos 30 años la obesidad infantil no cesa de avanzar. De un 3% en 1965, la proporción de niños en edad escolar que presentan exceso de peso pasó a 5% en 1980, 12% en 1996 y a cerca de un 16% en la actualidad. "Tenemos las cifras norteamericanas de los años setenta y nuestro ritmo de incremento es similar", subraya la profesora Marie-Aline Charles, epidemióloga en el Instituto Nacional de la Salud y de la Investigación Médica (Inserm).

"En la calle todo el mundo me mira. Y mi profesor me mandó ocupar tres asientos"
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Convertido el problema, según los expertos, "en un reto de primera categoría para la salud pública", esta enfermedad es toda una "epidemia", como dice el Inserm.

Para tratar de detener el avance de la obesidad infantil, los poderes públicos quieren corregir los malos hábitos alimenticios con una reglamentación de la publicidad de alimentos; o como con la propuesta de un diputado socialista, Jean-Marie Le Guen, que limitaría el establecimiento de máquinas expendedoras de refrescos azucarados en las escuelas a la instalación de surtidores de agua gratuitos. Y en ese proceso, hasta la tradicional colación matinal de las escuelas está en peligro. A los 50 años de que el Gobierno radical socialista de Pierre Mendés-France ordenara la distribución de leche en todas las escuelas, la Agencia Francesa de Seguridad Sanitaria de los Alimentos (Afssa) se mostró en enero contraria a la medida. "Por su composición, horario, carácter sistemático e indiferenciado, la colación no está justificada", dice la Afssa. "El deseo de paliar la insuficiencia de alimentación matinal observada en algunos niños -menos del 10% llegan con el vientre vacío- causa un desequilibrio en la alimentación de los restantes, y esa toma suplementaria produce un exceso de calorías que contribuye a la obesidad infantil", dice el informe.

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Ese posdesayuno, al "institucionalizar el picoteo, no es la causa directa de la obesidad, pero sí simboliza toda una evolución de la sociedad", considera Girardet, que, como otros muchos especialistas, recomienda un trabajo de prevención y educación para una salud mejor. "La obesidad no es una enfermedad que se trate yendo al médico, sino que afecta a la familia y a la sociedad", insiste el profesor.

Si el sedentarismo -falta de ejercicio físico, tiempo ante el televisor o el ordenador- y la comida basura son los factores que se mencionan como responsables, las causas no se limitan a la evolución de la forma de vida. Hay que contar también con los antecedentes familiares -un 57% de los niños obesos tienen al menos uno de sus progenitores con exceso de peso- que atestiguan la existencia de factores genéticos de predisposición, así como elementos psicosociales y comportamientos pre y pos natales. Así, los trastornos metabólicos de la mujer encinta y la composición de la primera leche materna podrían contribuir a la adiposidad, según algunos investigadores.

El Ministerio de Sanidad ya lanzó en 2001 un Programa Nacional de Nutrición y Salud (PNNS), cuyo objetivo prioritario es "interrumpir el progreso de la obesidad en el niño", para lo que se procede experimentalmente a la distribución de fruta, así como a acciones pedagógicas en escuelas de la llamada zona de educación prioritaria (ZEP); creación de un grupo de trabajo para "la publicidad alimentaria y el niño", para conciliar los intereses económicos de la industria y las exigencias de la salud pública; recomendaciones a favor de que la madre amamante al niño y publicación, en otoño próximo, de una guía de la alimentación para el gran público, muy enfocada a niños y adolescentes.

A los médicos se les pide que diagnostiquen precozmente el riesgo de obesidad, apoyándose en curvas de referencia y mediciones del índice de masa corporal (IMC). Esos medios permiten detectar cualquier "rebote" fisiológico de adiposidad hacia los 5 o 6 años, si no antes. "No basta poner al niño a dieta, porque cuando se frustra el cuerpo hay una memoria que se venga", explica Dreyfus. La psicóloga sostiene que es urgente desplegar un trabajo de "educación nutricional adaptado al desarrollo del niño, a su madurez, a su estilo de vida familiar".

"La obesidad infantil es una enfermedad frecuente, grave, difícil de tratar y que afecta a toda la sociedad", concluye el profesor Girardet. Un mal inquietante que puede provocar, a corto plazo, el aumento de la presión arterial, del índice de colesterol y diabetes, abonando así el terreno a enfermedades cardiovasculares, que, en la edad adulta, son las mayores causas de mortalidad general.

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