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Entrevista:PEDRO ALONSO | Director del ensayo de vacuna | LA LUCHA CONTRA LA MALARIA

"La filantropía está bien, pero la clave es el dinero público"

Pedro Alonso, madrileño de 46 años, confiesa por teléfono desde Manhiça (Mozambique) que no está aún al tanto de los detalles del anuncio de la Fundación Gates, pero que se ha llevado "el alegrón" de saber que tendrá el dinero "que hace falta para desarrollar y registrar la vacuna".

Pregunta. ¿Ve ya una fecha para que los niños africanos empiecen a recibir la vacuna?

Respuesta. A fines de 2009 o en 2010 podría empezar a administrarse en el sistema de vacunación de los países africanos. Es decir, administrarla a niños de entre dos y cuatro meses a la vez que las vacunas contra el tétanos o la difteria.

P. ¿Es inyección, píldora...?

R. Tres inyecciones, con un mes de pausa entre ellas.

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P. ¿Qué porcentaje de protección se ha logrado hasta la fecha?

R. Un 58% de reducción en malaria grave. En niños menores de dos años la eficacia fue del 77% en episodios graves. Es mucho, nunca antes se había avanzado tanto: hemos tratado con casos muy cercanos a la muerte. El dinero de la Fundación Gates es, pues, consecuencia de los resultados que anunciamos el año pasado: los han examinado cuidadosamente y esto es el refrendo.

P. ¿Cuál es el siguiente paso?

R. Hace dos meses hemos iniciado de nuevo, en diversas localidades, el primero de los ensayos que se necesitan para llegar a registrar la vacuna. Harán falta ocho o nueve ensayos en distintas zonas de África, afectadas de modo diferente por la malaria. Vamos a evaluar cómo protege la vacuna a niños de dos, tres y cuatro meses. Hemos visto que cuanto más pequeños son los niños más eficaz resulta la vacuna. Empezamos con un ensayo sobre unos 2.000 niños. Ahora debemos llegar a unos 17.000 en diferentes sitios y formar al personal local.

P. La donación de la Fundación Gates prevé no sólo la financiación de la vacuna, sino también el desarrollo de nuevos antimaláricos. ¿Eso les incumbe también a ustedes?

R. Sí, la doctora Clara Menéndez trabaja con Medicines for Malaria Venture (MMV) en un nuevo fármaco, el Artekin, que puede jugar un gran papel para superar las resistencias constatadas en el plasmodio contra las terapias hasta ahora clásicas. Se trata de desarrollar una artemisinina, proveniente de China, con una empresa italiana. Es una vía imprescindible, porque el problema es que la producción de artemisinina en el mundo es muy escasa y, por tanto, es algo muy caro para los países con malaria. El desarrollo de una vacuna, de nuevos fármacos, la extensión del uso de mosquiteras: todo es decisivo. Digamos que nuestra labor es sobre todo impedir el contagio en edad infantil, pero sin interferir en la inmunidad natural, que creo que es el mejor arma con que cuenta la gente en los países pobres.

P. Usted siempre ha abogado por implicar a la industria farmacéutica en un campo donde no está, la medicina tropical. ¿Esta donación de la Fundación Gates puede ser un aldabonazo para la industria?

R. Nuestra vacuna es de GlaxoSmithKline, pero la financiación es de Gates. Yo no creo que haya que estigmatizar a la industria de modo simplista. El problema es que, en el sistema capitalista en que vivimos, si la industria invierte necesita un retorno económico. Como eso África no lo produce a escala satisfactoria para el gran negocio, persiste la gran brecha: el 90% de la investigación farmacéutica combate enfermedades que sólo sufre el 10% más rico de la población mundial, y al 90% de la gente que padece las peores enfermedades sólo va el 10% de la investigación. En el último cuarto del siglo XX la industria puso en el mercado 1.270 nuevos medicamentos; de esa cantidad, sólo 13 fueron para enfermedades tropicales.

P. ¿Entonces qué esperanza queda, la filantropía tipo Gates?

R. Bienvenido sea Gates. Ojalá hubiera más como él. Ojalá, en nuestro propio país, donde hay mucha gente con mucho dinero. Ésa viene a ser la alternativa según la filosofía de Estados Unidos. Pero creo que tiene que haber otros caminos.

P. ¿Lo público?

R. Lo público, sí. Si hay voluntad política, funciona. La filantropía está bien, pero la clave es el dinero público. El Centro de Investigación en Salud de Manhiça, nuestro trabajo aquí, funciona porque el Hospital Clínic tiene un proyecto coherente de investigación en África, el Centro de Salud Internacional, y porque, no lo olvidemos, es el dinero del contribuyente español, con fondos de la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI) del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación, el que está ayudando a desarrollar respuestas globales de salud. Y también hay que destacar el esfuerzo del Ministerio de Sanidad de Mozambique.

P. ¿ Cree que se podrán colocar la malaria y otras enfermedades infecciosas en la agenda política internacional?

R. Muchos trabajamos en ello. La malaria y la pobreza tienen un vínculo patente. La malaria y otras pandemias no sólo son un problema sanitario, sino también económico. Afectan a la fuerza de trabajo de los países que las sufren. La malaria y la pobreza son vehículo de enfermedades infecciosas. De ahí la necesidad de todos los recursos. Si hay filántropos, adelante. Pero, dado el funcionamiento del capitalismo, lo que hay que hacer es insistir en que el dinero público llegue allí donde el legítimo impulso de beneficio comercial no llega. Es muy importante que el contribuyente español tenga clara la eficacia de su dinero en la erradicación de estas plagas. Todo esto es demasiado importante para que quede sólo en manos de filántropos. Se están jugando demasiadas vidas. La Organización Mundial de la Salud (OMS) habla de un millón de muertos al año por malaria. Pero sobre el terreno la impresión es que esa cifra resulta conservadora: podrían ser tres millones.

Pedro Alonso, en el Centro de Investigación en Salud de  Manhiça (Mozambique).
Pedro Alonso, en el Centro de Investigación en Salud de Manhiça (Mozambique).

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