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Reportaje:FIN DE SEMANA

Festival de playas bravías

Los acantilados de Loiba, en la comarca coruñesa de Ortegal, dejan al descubierto arenales inmaculados

El perfil sinuoso de la ría coruñesa de Ortigueira se convierte en rectilíneo coincidiendo con los acantilados de Loiba. Esta zona salvaje y de notable riqueza biológica es, incluso para los conocedores de la comarca de Ortegal, todo un descubrimiento. El lugar, que parece hecho para la contemplación, se muestra casi huérfano en cuanto a señalización, pero con las indicaciones que nos sugiere el vecino Rafael Prieto se puede recorrer a placer, mejor con marea baja, por aquello de sacar el máximo partido visual a este festival de playas bravías de difícil acceso, farallones de amplia tipología y furnas (cuevas).

La carretera general atraviesa Loiba, donde una señal nos encamina hacia Picón. Antes de llegar a esta aldea, en A Penela, tiramos hacia Loureiro y al final del camino seguimos 700 metros por la pista de la izquierda. Dejamos el coche antes de una bifurcación con repetidor de televisión y subimos en cinco minutos por la pista que conduce al borde del talud. Los adjetivos se quedan cortos: a cien metros de la orilla asoma la Pena Furada, islote que se erige en centro de las miradas por su forma de portalada con sendos orificios en sus bandas, por uno de los cuales, el de la derecha, entran las olas enfurecidas formando un géiser. En la visión se incluye el playazo de Sarridal, el más extenso de la zona. Al fondo, el cabo Ortegal, con sus islotes Aguillons, y a medio camino, A Pedra Mea. Estaca de Bares también deja ver su puntiagudo remate. Extraordinario.

A la derecha aparece a un paso Ribeira do Carro, único entre estos arenales que cuenta con acceso rodado, y en el que aún es posible ver a las mujeres bajar con los burritos para recolectar algas rojas. En el mar, el trío rocoso de las Tres Marías y O Rodicio, que remite a las formas de un submarino. Con la cima de los cantiles arborizada, Ribeira do Carro, como el resto de playas, se confunde con un paisaje verde de helechos y tojos pica pica.

Volvemos a la última encrucijada y aparcamos a 200 metros en sentido contrario para asomarnos al playazo de Fabega, o Costa Brava, así llamado por la fuerza del mar. En esta abrupta costa todo parece legendario, incluido, entre el arbolado, los contornos de un castro enterrado. Quien más quien menos aporta su opinión al futuro de este litoral lleno de posibilidades: ¿Una senda litoral? ¿Una red de miradores? ¿Dejarlo tal y como está?

Redes, boyas y corzos

Regresamos hasta el cruce que nos llevaba a Picón. Giramos, pero a 1,5 kilómetros giramos a la izquierda hasta alcanzar la playa de As Furnas, al lado del chiringuito. Una escalinata de madera permite descender a las casetas de pescadores, guardianas del alma y la huella de una fábrica de salazones. En el mar, cargada de afamados percebes, la Pedra da Sardiña.

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Nos encontramos en una Galicia profunda en la que ya empiezan a manifestarse despropósitos urbanísticos. Y en la que algunos agricultores delimitan sus campos de cultivo valiéndose de redes y boyas, debido a la abundancia de corzos y jabalíes. Ni siquiera manzanos pueden plantarse.

De As Furnas se llega caminando enseguida hacia el Oeste, a la zona llamada Porto Noval. Se observa el extremo de La Fabega y, entre medias, la isla Gavioteira, horadada en su base. A la derecha se elevan picudos islotes. Todo susceptible de fotografiarse a placer.

Un viejo molino

Purísima, rectilínea y de arena blanca, la playa de Picón está señalada por un viejo molino proyectado sobre el océano y una decena de casas que albergan en invierno a tres almas. La aldea tuvo su mayor efecto propagandístico a raíz del estreno de la disparatada película Matías, juez de línea (1996), dirigida por La Cuadrilla. Picón es la playa más visitada por su escalinata con pasamanos de madera y sus duchas, y pese a su configuración abierta al mar, no entraña graves peligros.

El atardecer es un momento inenarrable en Loiba. Y puede disfrutarse por apenas cinco kilómetros: los que distan de Estaca de Bares, el punto más septentrional de la costa española, a partir del cual ya no se aprecia la caída del sol.

De Picón sale el camino que comunica con la pasarela que salva el río Esteiro y lleva a la bellísima playa de Esteiro, ésta sí comprometida para el baño. En coche podemos seguir hasta el extremo de la playa, donde los islotes se vuelven a mostrar arrebatadores con mar de fondo. Si los miradores cumplen la principal función del arte, emocionar, entonces estos playazos lo consiguen con creces.

Dos jóvenes bañistas regresan tras una jornada en la playa de Picón.
Dos jóvenes bañistas regresan tras una jornada en la playa de Picón.XULIO VILLARINO

Guía

Cómo ir- Loiba pertenece al Ayuntamiento de Ortigueira. Se encuentra en el punto kilométrico 63 de la AC-862, que lleva de Ferrol a Ribadeo. A 63 kilómetros de Ferrol, 12 de Ortigueira y 5 de O Barqueiro (Mañón).Comer- Restaurante Planeta (981 40 83 66). Porto de Espasante. Precio medio, unos 40 euros por persona.Dormir- Hotel Viento del Norte (629 117 828; www.vientodelnorte.com). Porto de Espasante. Moderno y bien equipado. La habitación doble, 75 euros (el precio incluye el desayuno).Información- Turismo de Ortigueira (981 42 20 89; www.concellodeortigueira.com).- Roteiros (655 40 21 22; www.roteiroslexendarios.com) ofrece un recorrido interpretado por los acantilados de Loiba.- Turismo de Ortegal (www.turismoferrolortegal.com).

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