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Columna
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Miopes

Las palabras del consejero de Educación valenciano, Alejandro Font de Mora, rechazando entregar ordenadores portátiles a los chicos de primaria porque son unos aparatos dañinos que favorecen la miopía (bueno, en realidad, esta joya de hombre dijo exactamente "el ordenador de Zapatero puede provocar la miopización de muchos niños") no han sido recibidas con toda la repulsa y la chirigota que yo me esperaba.

Comprendo que en estos tiempos las necedades abundan y la competencia a este nivel anda muy reñida, pero, aun así, Font de Mora ha unido a un nivel de sandez francamente admirable el peso de unas consecuencias desastrosas. Porque poner trabas hoy a la informatización de los niños en las escuelas públicas es un hecho gravísimo. El argumento de que no se pueden repartir los ordenadores a los chicos porque miopizan suena tan disparatado como aquello que dijo un obispo de que los condones dejaban pasar el virus del sida a través de pequeños agujeritos. Ambas tonterías, por añadidura, conllevan una grave carga moral: si los obispos anticondón apechugan con la responsabilidad del contagio de la gente, Font de Mora acarreará con el fardo del retraso social de muchos niños. Él sí que es un miopizador mental peligrosísimo, porque a estas alturas la falta de educación informática supone un hándicap en la formación de los críos y agranda la brecha entre ricos y pobres. Hace unas semanas hablé en este artículo del plan Ceibal de Uruguay, que ha entregado un ordenador a cada niño de las escuelas primarias. Eso sí que es la verdadera revolución, escribí. Pero aquí un proyecto semejante está siendo dinamitado por la simpleza sectaria y retrógrada de unos politicastros que sólo son capaces de pensar en la manera de fastidiar al enemigo, aunque con ello se hunda el país. Qué aburrimiento.

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