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La economía siria al borde del colapso

Recesión y pérdida de poder adquisitivo ponen a dura prueba la subsistencia de la población civil

Tiziana Trotta
Manifestación en apoyo al régimen sirio en Estambul (Turquía).
Manifestación en apoyo al régimen sirio en Estambul (Turquía). TOLGA BOZOGLU (EFE)

Un año después del estallido de las revueltas en Siria, la economía del país empieza a manifestar síntomas evidentes de deterioro. El crecimiento se encuentra prácticamente estancado por las sanciones internacionales y la caída del consumo interno, los inversores han abandonado el país, desempleo e inflación se han disparado, mientras que el Producto Interior Bruto (PIB) en paridad de poder de compra ha alcanzado los 107.600 millones de dólares en 2011.

La producción de petróleo, principal bien de exportación, ha bajado como consecuencia de la espiral de violencia que ha causado más de 9.000 muertos, según el último recuento de Naciones Unidas. Los ingresos provenientes del turismo, otro sector clave, también han desaparecido, privando el país de unos ocho billones de dólares al año. Una deuda equivalente al 34,4% del PIB se suma a problemas como el suministro de agua y electricidad, debido a los destrozos a las infraestructuras.

La gestión de la economía sigue principalmente en mano de la familia El Asad, que ha fortalecido los controles sobre el comercio para proteger las reservas de divisa extranjera. El régimen, que a lo largo del último decenio había levantado gradualmente los subsidios sobre bienes básicos para fomentar el nacimiento de un mercado libre, ha decido dar marcha atrás en algunos casos para apaciguar los opositores.

La situación empezó a deteriorarse de manera significativa hacia el final de 2011. Las modestas reformas introducidas antes del conflicto, que incluyen la apertura de bancos privados, el recorte de la tasa de interés en préstamos o la fundación de la Bolsa de Valores de Damasco en 2009, no han sido capaces de frenar el derrumbe.

“Aunque a raíz de las protestas se encuentren motivaciones políticas, eso no significa que la población no viviera una situación complicada desde el punto de vista económico”, asegura Yihad Yazigi, periodista de la publicación económica The Syria Report, en un intercambio de correos con este diario. “La gente era consciente de que las dificultades económicas eran el resultado de la corrupción y la impunidad de las altas esferas”, añade. “Al mismo tiempo, la liberalización que ha alentado Bashar el Asad desde su acceso al poder en 2000 ha generado un maná financiero más importante que lo que ocurrió en la época de su padre, Hafez el Asad”, afirma Barah Mikail, investigador del think tank Fride.

El PIB sirio se desplomó en 2011 entre un 15% y un 20%, hasta los 64.700 millones de dólares, según las estimaciones de la CIA , y “probablemente seguirá cayendo al mismo ritmo este año”, sostiene Yazigi. Pese a que el PIB per cápita se mantenga en los niveles de 2009 y 2010 —alrededor de 5.100 dólares—, la brecha entre ricos y pobres sigue creciendo. Los últimos cálculos disponibles sobre la población que vive bajo el umbral de la pobreza se remontan a 2006 y apuntan a un 11,9% de los 22 millones de habitantes.

La tasa de paro se sitúa en el 8,1%, apenas por debajo del 8,3% de 2010, aunque es difícil calcular el porcentaje real de desempleo, puesto que la economía informal ha sido siempre importante en la región, con grandes movimientos de contrabando y tráfico, sobre todo en la frontera con Líbano.

El desplome de la libra

La libra siria ha perdido un 70% de su valor frente al dólar en comparación con los niveles registrados antes de la primavera árabe. “Este dato podría empeorar aún más, puesto que las reservas de divisa extranjera se están vaciando”, según Yazigi. Los últimos informes del Banco Central Sirio, publicados en mayo del año pasado, revelan unas reservas de 18.000 millones de dólares en marzo de 2011, mes en el que empezaron los disturbios. A partir de entonces, se estima que el régimen ha utilizado unos cinco billones de este total.

El declino de la libra es una de las causas de los niveles muy altos de inflación, que ronda el 7%, lo que supone un repunte de casi el 3% frente al año anterior. En el mercado negro, un dólar equivale a 62 libras al cambio —la tasa oficial es de 47—, lo que significa, según los analistas, que los ciudadanos han perdido el 25% de su poder adquisitivo. Los bienes de importación, cuando están disponibles, alcanzan precios exorbitantes. Huevos, leche, azúcar y cigarros cuestan un 80% más en comparación con el comienzo de las revueltas. Sin embargo, Mikail asevera que “la población siria tiene capacidades agrícolas y siempre ha podido contar con los mínimos vitales: casa particular, productos esenciales como el azúcar y el pan. Eso explica que no estamos en una situación de hambruna generalizada, con la excepción de algunos barrios como Bab Amro en Homs”.

A esta coyuntura, hay que añadir el efecto de las sanciones internacionales. “Estas medidas han empezado a tener un impacto real solo hace unas semanas”, asegura Yazigi. “Como siempre es la población civil la que paga el precio de las sanciones. El régimen no ha encontrado ningún riesgo serio de caída a pesar del embargo que sufre el país”, le hace eco Mikail.

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Sobre la firma

Tiziana Trotta
Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS, principalmente en Planeta Futuro y en la Mesa Web. Es licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad de Urbino (Italia), Máster en Ciencias Históricas, Filológicas y de las Religiones por la Universidad Sorbona (Francia) y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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