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El acento
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Pasado compuesto

Los hallazgos de Meave Leakey en Kenia confirman que son varias las especies de 'Homo' de las que procedemos

SOLEDAD CALÉS

Son solo los restos de un esqueleto facial y dos mandíbulas hallados en el norte de Kenia, pero han forzado a los paleontropólogos a mirar la evolución humana desde un nuevo ángulo. Las piezas fósiles halladas por Meave Leakey y su equipo descartan definitivamente la percepción tradicional de ese proceso a la que todos estamos habituados por las láminas de los libros antiguos, y hasta por los chistes basados en ellas: esas imágenes muestran un mono cuadrúpedo que se va irguiendo progresivamente para alcanzar la posición bípeda al tiempo que su cabeza va creciendo, su pelo se va cayendo y sus manos ganan pericia para agarrar las herramientas hasta que, finalmente, aparece un Homo sapiens sospechosamente blanco en todo su acabado esplendor. Una ascensión progresiva a los cielos evolutivos que encaja muy bien con los prejuicios humanos, pero no con los hechos de la paleontología. Ni con lo que los científicos sabían ya sobre la evolución de las demás especies.

La lámina clásica, a decir verdad, sería una descripción más o menos apta de la evolución humana vista de lejos. Sí, los humanos provenimos de primates cuadrúpedos que se irguieron sobre dos piernas en algún momento de nuestro pasado africano. Y sí, la evolución de nuestra estirpe es una historia de progresiva encefalización a la que debemos nuestras actuales capacidades intelectuales.

Lo que ocurre es que los detalles del proceso no se pueden representar como una línea ascendente e inevitable. Más bien se parecen a un arbusto con ramificaciones complicadas, salidas en falso y especies distintas que conviven en el tiempo y el espacio. Esto es lo que revelan los últimos fósiles descubiertos por Leakey: que nuestro antepasado de hace dos millones de años, el Homo erectus, convivió en Etiopía con al menos otras dos especies del género Homo, denominadas habilis y rudolfensis. E incluso este nuevo cuadro más complejo es posiblemente una simplificación provisional.

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El surgimiento del género Homo entra así en el gran esquema de la evolución que han ido pintando los científicos en las últimas décadas. La generación de nuevas especies es un proceso más complejo de lo que se pensaba, y nuestro linaje no tiene nada de especial. La historia de la ciencia se repite.

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