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La buena nueva que se convirtió en una gran tragedia

El suicidio de la enfermera Jacintha Saldanha tiñe de negro el embarazo de Kate Middleton En una de las notas la fallecida, cuyo cuerpo ha llegado a India, critica al hospital Se estudia la responsabilidad de la radio que gastó la broma

Kate Middleton, esposa de Guillermo de Inglaterra.
Kate Middleton, esposa de Guillermo de Inglaterra.CORDON

La muerte de la enfermera Jacintha Saldanha ha convertido el embarazo de la duquesa de Cambridge en un drama nacional. Lo que tenía que haber sido un acontecimiento de feliz celebración en un país que ha recobrado su legendario apego a la monarquía tras las dudas de los años ochenta y noventa, se ha transformado en una tragedia en la que el papel principal lo ha interpretado una mujer a la que nadie le preguntó si quería ser protagonista.

El embarazo de Kate, la mujer del príncipe Guillermo, ya empezó con mal pie. La familia real había decidido mantenerlo en secreto unas semanas más, antes de anunciarlo quizás coincidiendo con la Navidad. Pero la naturaleza sigue sendas ajenas a los planes de las relaciones públicas y los vómitos y las náuseas que sufría la madre, un cuadro agudo de lo que los ingleses llaman “morning sickness” [náuseas matutinas], hicieron aconsejable su hospitalización para tratar los problemas de deshidratación y mantenerla bajo control médico.

Catalina ingresó el lunes 3 de diciembre en el Hospital Rey Eduardo VII, en el centro de Londres, en el que desde hace muchos años suelen ser atendidos los miembros de la familia real británica. Eso obligó a sus asesores a hacer público el embarazo vía Twitter.

Durante 48 horas, toda la atención mediática se centró en la salud de la futura madre, con explicaciones de multitud de especialistas poniendo el acento en que, aunque muchas mujeres pueden padecer síntomas similares en las primeras semanas del embarazo, los casos agudos solo afectan al 1% de las embarazadas y se han de tomar muy en serio por los riesgos que conlleva tanto para la madre como para el bebé.

Las especulaciones sobre el nombre del futuro rey o reina o sobre la posibilidad de que las náuseas y mareos fueran un síntoma de que Kate podría estar embarazada de gemelos, dieron paso el miércoles 5 a la llamada telefónica de dos animadores radiofónicos de una emisora australiana. Haciéndose pasar de forma bastante tosca por la reina Isabel II y por el príncipe Carlos de Inglaterra, consiguieron con sorprendente facilidad que desde la centralita del hospital les pusieran con la enfermera que estaba al cargo de cuidar a la duquesa.

Los medios británicos, tan proclives ellos a saltarse la privacidad de quien haga falta, reaccionaron con indignación al engaño. La noticia acaparó las primeras páginas de la prensa de Reino Unido y dio la vuelta al mundo.

El viernes 7 de diciembre, la farsa se convirtió en drama al saberse que una de las enfermeras protagonistas involuntarias del engaño había aparecido muerta. Jacintha Saldanha, nacida en India hace 46 años y desde hace más de 10 residente en Inglaterra, se había quitado la vida. Era la enfermera que pasó la llamada desde centralita porque a esas horas no hay personal especializado atendiendo el teléfono.

La encontraron ahorcada en un piso cercano que el hospital pone a disposición del personal que vive fuera de Londres. Tenía también heridas en una muñeca. Quizás aún con un hilo de vida, los servicios de urgencias intentaron resucitarla allí mismo, pero no lo consiguieron. Su cuerpo ha llegado hoy a India, donde mañana se celebrará el funeral.

¿Cómo era posible que una mujer aún joven se quitara la vida por lo que para muchos puede ser una trivialidad, un disgusto que borrará el tiempo, dejando viudo a su marido, Benedict Barboza, un contable de 46 años, y huérfanos a sus dos hijos aún adolescentes, Junal, de 16 años, y Lisha, de 14?

Los dedos acusadores señalaron de inmediato a los dos locutores australianos, Mel Greig y Christian Michael. Estos comparecieron ese mismo fin de semana ante la televisión australiana, pidiendo disculpas, compungidos, declarándose terriblemente afectados y sorprendidos por la muerte de la enfermera. La emisora, 2Day FM, les ha suspendido de empleo hasta que se aclaren las cosas. Y la compañía propietaria, Southern Cross Austereo, ha decidido donar a la familia los ingresos publicitarios que haya hasta fin de año para contribuir a la creación de una fundación que llevará el nombre de la fallecida.

Sobre la empresa recaen también buena parte de las acusaciones porque la conversación había sido grabada de antemano y fue la emisora, no los locutores, quien decidió emitir la broma. Aparentemente, después de consultar con los abogados. Aunque ese tipo de bromas radiofónicas es algo bastante corriente en Australia, el regulador local ha abierto una investigación para determinar si la emisora ha vulnerado las leyes que prohíben difundir conversaciones grabadas en secreto sin obtener antes el permiso de las personas afectadas. Scotland Yard se ha puesto en contacto con sus colegas australianos de Nueva Gales del Sur por si decide interrogar a los responsables de la emisora.

Pero también el hospital está en el ojo del huracán. Sus responsables declararon nada más conocer la muerte de Jacintha Saldanha que no se había abierto ningún expediente disciplinario y que tanto ella como la segunda enfermera eran víctimas inocentes de una broma de mal gusto.

Pero el diario The Guardian ha revelado que la policía encontró tres cartas dejadas por Jacintha, dos en el piso en el que falleció y otra entre sus pertenencias personales. Una de las cartas iba dirigida a la familia, en otra daba instrucciones para su funeral y en la tercera formulaba críticas contra el personal del hospital. No se sabe si contra sus compañeros o contra sus superiores. Pero la versión oficial de que la enfermera no recibió presiones por haber pasado la llamada a la habitación de la duquesa está ahora en cuestión.

Según el diario, Jacintha nunca le dijo a su familia (que reside en Bristol, 190 kilómetros al Oeste de Londres) que ella era una de las dos enfermeras protagonistas de la broma radiofónica. Scotland Yard investiga ahora las llamadas que hizo y los correos que envió desde que estalló el escándalo hasta que se quitó la vida. Se trata de saber al menos por qué lo hizo.

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