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DEFENSOR DEL LECTOR
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Noticias cerradas a comentarios

Quejas porque se cerró el foro en algunas informaciones sobre Bárcenas. En un mes se han recibido más de 600.000 mensajes, una cifra imposible de administrar

Tomàs Delclós

La publicación de los papeles de Luis Bárcenas, extesorero del PP, por parte de este diario ha merecido el envío de mensajes de apoyo y felicitación, un tipo de correos nada habituales, lógicamente, en este departamento, cuya tarea es atender las quejas de los lectores. Pero tampoco han faltado en esta ocasión los reproches.

Un tema planteado por más de un lector ha sido el cierre a comentarios de algunas noticias relacionadas con este asunto en la edición digital.

Ana María Tebar, por ejemplo, exponía: “En mi opinión se trata de una falta de respeto gratuita por su parte actuar de esta forma sin considerar la necesidad de dar una explicación. (…) Si tienen una razón, compatible con el derecho a la libertad de expresión, es justo que la hagan saber a sus lectores. Personalmente no me gusta sentirme como una bombilla, a la que se puede encender o apagar a su antojo”.

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Jan Martínez Ahrens, subdirector del diario, me ha respondido que tomó la decisión ante la avalancha de comentarios que era imposible administrar sensatamente y que albergaban infamias, insultos… El diario no ha ocultado información, prosigue, pero en un asunto altamente delicado, con enorme repercusión en instituciones, no puede permitirse que el esfuerzo informativo se mezcle con un alud de comentarios denigratorios.

Varios diarios internacionales acotan la apertura de comentarios

El tema de la moderación de los comentarios en la edición digital no es inédito en esta sección, ni por mi parte ni por parte de algunos de mis antecesores. En marzo del año pasado ya traté la cuestión tanto para reflejar quejas de lectores por la publicación de mensajes claramente inaceptables como por el bloqueo injustificado de otros que no merecían ser borrados.

Desde entonces, la situación se ha agravado. Hace un año, la cifra de mensajes recibidos aquel mes fue de 383.785. En enero de este año, el total de mensajes fue de 606.811, una cifra prácticamente inadministrable. El sistema de filtro automático autorizó la publicación de un 87% y los moderadores intervinieron para aprobar un 5%, siempre según las estadísticas de la empresa encargada de la moderación de los comentarios en las noticias y unos pocos blogs (la moderación en el resto de blogs es una tarea atribuida al titular de los mismos). Ello supone que se publicaron definitivamente 564.700, un 93% de los emitidos.

Los lectores que critican el cierre a comentarios de noticias argumentan que ello supone un daño inaceptable a la libertad de expresión, pero la supresión de comentarios insultantes o vejatorios no está amparada por la libertad de expresión. Y deben retirarse sin dudarlo. Es cierto que el cierre a comentarios en una información impide a los lectores que quieren participar en una conversación educada organizar la misma, pero la masiva interferencia de otros mensajes —-por ejemplo, con imágenes de excrementos— la obstaculiza gravemente. Con todo, muchas otras noticias sobre el caso han permanecido abiertas a comentarios.

¿Qué es preferible: cerrar una noticia a comentarios o no hacerlo y no poder controlar la publicación de spam, injurias y otros improperios que son un auténtico atropello para su víctima, en primera instancia, y para el resto de lectores que ven adulterado un debate crítico y democrático? Creo que lo primero. Un diario como The New York Times explicaba el pasado mes de octubre que diariamente abre a comentarios únicamente una veintena de noticias. Su sistema de moderación es a priori, antes de publicarse cualquier comentario debe ser aprobado por un moderador, y argumentaba que preferían poder garantizar una moderación sensata a costa de restringir el volumen de mensajes que hacer inviable la moderación a mano.

El citado diario tiene un sistema complementario de participación que premia la buena reputación de lectores que habitualmente intervienen en los debates de forma cortés y pertinente, lo que no significa que no sea crítica. Estos lectores, previa una invitación del diario, acceden a una condición de “comentarista verificado” que les permite intervenir en los debates sin pasar por el análisis previo del moderador. Los comentarios a las noticias suelen permanecer abiertos 24 horas y la extensión se redujo de 5.000 caracteres a 1.500 para facilitar una moderación más rápida.

El británico The Guardian tampoco abre todos los textos a comentarios. Evita, explican en la web, abrir muchos sobre un mismo tema. Y tampoco lo hacen en noticias que tengan un evidente riesgo de albergar mensajes difamatorios o en asuntos de una alta emotividad. La moderación es a posteriori, pero en algunas noticias la establecen previa a la publicación, y en el caso de lectores que reinciden en el incumplimiento de las normas de conducta del diario, como primera medida, etiquetan sus mensajes para que únicamente puedan ser publicados tras una revisión previa.

Para participar desde Eskup se exige un registro previo. Un trámite similar al de otros diarios. Cuando se detecta una conducta inapropiada y reincidente, los gestores de Participación pueden anular la cuenta. Medida de una eficacia relativa porque el titular acostumbra a regresar con otro alias. La moderación es a posteriori de la publicación del mensaje.

En EL PAÍS, la publicación de mensajes que vulneran las normas básicas de participación no es un hecho insólito. Habitualmente recibo quejas en este sentido. Un ejemplo bastará para apreciar la dimensión del problema. A propósito de la matanza en la escuela de Newtown, en uno de los relatos de lo sucedido se publicó un comentario que decía literalmente “27 gringos menos... Feliz por esta noticia...”. Un lector, Luis Muñoz, lo advirtió y se retiró. Rescato este episodio porque Muñoz acompañaba el aviso con una reflexión que suscribo. “Entiendo que los diarios han de ser interactivos y permitir a sus lectores sentirse parte de ellos mediante sus opiniones, pero lanzar al aire tras la impunidad del anonimato esta clase de tropelías denigran, desde mi punto de vista, al medio que las publica. Siento envidia al leer The New York Times, ABCnews, CNN, BBC (…) entiendo que estos medios reciben tantos comentarios vejatorios e irrespetuosos como ustedes, pero efectivamente no se publican”. El lector proseguía subrayando que no quisiera que su comentario se pudiera interpretar como “una alabanza a la censura, simplemente mi sugerencia es que apliquen las buenas formas de los contenidos de su periódico al criterio para publicar comentarios (…). Mi petición, por tanto, desde el respeto a su criterio, es que tengan especial cuidado con los comentarios que publican porque, desde mi punto de vista, también son una definición de su periódico y personas anónimas que insultan a unas víctimas inocentes o cuelgan fotos que trivializan el sufrimiento no pueden partir de la misma fuente que los excelentísimos Juan José Millás, Juan Cruz o Manuel Vicent. (…) Espero que puedan revisar ciertos comentarios para sacar sus propias conclusiones”. Hace pocos días, otro lector, M. F. Bellón, se preguntaba escuetamente: “No se pueden denunciar estos comentarios que ponen en las noticias de su web. ¿Solución?”. En el menú de Eskup existe la opción de denunciar un comentario insultante. El problema es tener capacidad de análisis y reacción a los mismos.

Es necesario encontrar una solución que permita la existencia de conversaciones donde los lectores puedan manifestar sus opiniones sin ofender ni recibir ofensas.

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