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EL ACENTO
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Nuevos humos

Los fumadores han orillado las grandes marcas nacionales o internacionales y se han apuntado al tabaco de liar

Marcos Balfagón

El tabaco ha cambiado de humos. Los fumadores cada vez consumen más esos pitillos caseros que se elaboran a mano con picadura comprada a granel, finas hojas de papelillos y boquillas de celulosa. Son productos artesanales que le están comiendo el terreno a los cigarrillos convencionales que se comercializan dentro de una cajetilla.

Tirar de petaca no es solo una moda; es una cuestión económica. Con los precios del tabaco por las nubes (es uno de los productos más socorridos para aumentar los ingresos velozmente a través de impuestos cuando el Gobierno quiere hacer caja), los fumadores han orillado las grandes marcas nacionales o internacionales y se han apuntado al tabaco de liar. Según los datos del sector, en 2008 se vendieron de manera legal 90.000 millones de cigarrillos, una cifra que el año pasado descendió a poco más de la mitad.

Que en los lugares de venta habituales —estancos y máquinas expendedoras— se comercialicen menos cigarrillos no implica necesariamente que la población fume menos. La factura del tabaco se ha resentido por la tendencia a consumir marcas más baratas y por la devoción hacia las cajetillas de contrabando, esas que no llevan el sello con el escudo de España que certifica que han pagado los impuestos “sobre las labores del tabaco”.

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Los fardos que entran ilegalmente en España —muchos desde Gibraltar— hacen que el Estado deje de ingresar unos 700 millones al año como impuestos. Además, las multinacionales ya no pueden exhibir el glamour de otros tiempos, cuando unos imponentes vaqueros proclamaban en la televisión el “genuino sabor americano”. La publicidad del tabaco está prohibida en los medios de comunicación de masas.

También muchos ciudadanos han cambiado sus hábitos como consecuencia de la ley antitabaco. Desde que se promulgó se han erradicado los humos de los espacios públicos cerrados. En restaurantes, bares, discotecas, estaciones de autobuses e incluso en el portal de casa está prohibido fumar. Para dar ejemplo, películas y series se han apuntado a la ley y sus protagonistas han apagado el cigarrillo. Aunque Mad Men no sería lo mismo sin esa nube grisácea que envuelve a Don Draper.

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