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Meteorología
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

¿Por qué estamos aún en 'verano'?

El pasado 18 de octubre se superaron los 30º en San Sebastián.
El pasado 18 de octubre se superaron los 30º en San Sebastián. Javier Etxezarreta (EFE)

La palabra “veroño” –término que resulta de fusionar verano y otoño, y que escuché por primera vez hace algunos años a mi colega Mario Picazo– comienza a popularizarse, lo mismo que ha ocurrido con las ciclogénesis explosivas, que ya están en boca de todos. Las redes sociales, en particular Twitter, han sido las encargadas de propagar viralmente un término que resume el sentir general de los españoles en estos calurosos días de otoño que estamos viviendo.

El tiempo nos tiene acostumbrados a sus locuras. Las altas temperaturas en octubre no son cosa de ahora; ya las padecieron nuestros padres, abuelos y las generaciones anteriores. No faltan en el refranero meteorológico dichos que aluden a los famosos “veranillos” del otoño. El más conocido es el de San Miguel (29 de septiembre), conocido también como el veranillo del membrillo, por ser hacia finales de septiembre cuando madura ese fruto, pero hay otros más que se localizan en fechas más tardías del calendario, como el veranillo de San Martín (11 de noviembre), “que tiene 3 días y fin”, y que supone una breve interrupción del frío que acontece en la época de la matanza.

Por lo anteriormente expuesto, cabría pensar que el calor de la última parte de octubre no es tan raro como pudiera parecer a primera vista y, de hecho, está dejando de serlo, tal y como certifican los registros meteorológicos de los últimos años. Los veranillos, entendidos como periodos esporádicos, de corta duración, en los que se alcanzan temperaturas por encima de la media de la época otoñal en que acontecen, están dando paso a otra cosa diferente: al citado veroño. El tiempo veraniego está ganándole la partida al otoñal durante la primera mitad del otoño astronómico, aquel que se extiende desde el equinoccio de septiembre hasta el solsticio de invierno o de diciembre.

Este comportamiento, hasta hace poco anómalo, lo estamos disfrutando/padeciendo con relativa frecuencia en los últimos 10-15 años. Ya no es solo la impresión personal (subjetiva) de cada uno de nosotros. Científicamente, puede afirmarse que tanto el otoño como la primavera se están difuminando, están perdiendo definición, adquiriendo cada vez unos tintes más veraniegos. No es algo observado solo en nuestro ámbito geográfico; se trata de un fenómeno a escala global, algo que encaja bien en la fase cálida actual del planeta.

Las altas temperaturas en octubre no son cosa de ahora; ya las padecieron nuestros padres, abuelos y las generaciones anteriores

Para entender porqué empiezan a ser frecuentes en España los días con temperaturas por encima de los 30 ºC en la segunda quincena de octubre, hay que hacer algunas consideraciones acerca de la dinámica atmosférica. Lo normal en verano es que el aire frío de origen polar se retire hacia latitudes más altas, pasando a dominar sobre nuestro país las masas de aire cálido de origen subtropical, generadas por el gran “horno” sahariano. Los picos de calor típicos de la canícula tienen lugar como consecuencia de la invasión, desde el Sáhara hacia el norte, de “lenguas” de aire cálido (conocidas en Meteorología como dorsales), que abrazan en parte o en su totalidad nuestro país. Cuando la situación es más persistente de lo habitual, tenemos lo que se conoce popularmente como una ola de calor.

Con la llegada del otoño, la reducción progresiva de la insolación en nuestro hemisferio induce cambios importantes en la circulación atmosférica. Lo normal es que el aire frío de origen polar comience a desbordar hacia el sur, limitando las incursiones hacia el norte del aire cálido subtropical. Cuando esto ocurre, empezamos a percibir el final del verano. Esta transición del verano al otoño no es suave, sino que viene caracterizada por grandes oscilaciones térmicas. Los veranillos a los que antes se hizo referencia son el resultado de las últimas resistencias del aire subtropical al incisivo aire polar, antes de que este gane definitivamente la batalla.

Parece evidente que ese comportamiento es consecuencia del calentamiento global

¿A qué es debida, entonces, la prolongación del tiempo veraniego durante la primera mitad del otoño, por todos percibida? Parece evidente que ese comportamiento es consecuencia del calentamiento global. Sus efectos son especialmente acusados en las regiones polares del Hemisferio Norte, donde la pérdida de hielo es una realidad, lo mismo que el ascenso que están experimentando allí las temperaturas.

Con este nuevo escenario, a la masa de aire frío de origen ártico o polar le lleva cada vez más tiempo alcanzar la suficiente entidad para desbordar hacia el sur de forma impetuosa, doblegando al aire cálido subtropical. Así las cosas, este último encuentra más facilidades que antaño para prolongar su estancia en nuestro país durante más días del otoño.

José Miguel Viñas (@divulgameteo) es presidente de ACOMET (Asociación de Comunicadores de Meteorología) y consultor de la OMM (Organización Meteorológica Mundial). Responsable de la web www.divulgameteo.es

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