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entrevista

El estratega que frenó el ébola en Nigeria

Su estrategia que ideó para exterminar el brote de ébola en Nigeria fue un éxito Él, sin embargo, pide menos distracciones y más recursos

El Dr. Faisal Shuaib, coordinador de la emergencia ébola en Nigeria, en su despacho del Ministerio Federal de Salud, en Abuja, Nigeria.
El Dr. Faisal Shuaib, coordinador de la emergencia ébola en Nigeria, en su despacho del Ministerio Federal de Salud, en Abuja, Nigeria.Godwin Oisi Ibrahim

Ni su comedida alegría ni la extrema parquedad del diminuto despacho que ocupa en el Ministerio de Salud, en Abuja (Nigeria), parecen ir en consonancia con la proporción de su victoria. Nada hace sospechar que el hombre que trabaja enclaustrado tras este destartalado escritorio es el estratega que ha logrado erradicar con éxito el brote de ébola en el país más poblado de África.

El doctor Faisal Shuaib es el responsable del Centro Operacional de Emergencia para el Ébola en Nigeria. Es el hombre que ha comandado a un ejército de más de 1.800 trabajadores sanitarios para que realizasen 18.500 entrevistas puerta por puerta, barriada por barriada, tomasen la temperatura y localizasen a las 900 personas que habían tenido contacto con los 20 infectados de ébola. Ha sofocado así la expansión del virus en la ciudad de Lagos que, con más de 21 millones de habitantes, casi la población de todo Sierra Leona, Liberia y Guinea juntos, puso al mundo en vilo hace unos meses. Frenó un brote que, de haberse extendido, habría disparado exponencialmente la catástrofe.

El Dr. Shuaib ha asediado al virus gestionando parte de los más de 50 millones de dólares que la Fundación Bill y Melinda Gates donó para prevenir y combatir el virus en África occidental y replicando contra el ébola un plan que él mismo dirigía anteriormente para contener la poliomielitis en Nigeria. Y funcionó. Sus estudios como epidemiólogo, doctorado por la Universidad de Alabama en Salud Pública, pero sobre todo sus años de experiencia contra la Polio le han hecho recibir las alabanzas de la Organización Mundial de la Salud. “Es una extraordinaria historia de éxito”, declaró el responsable de la OMS en Nigeria, Rui Gama Vaz.

Algunas de sus medidas han sido novedosas, como negarse a cerrar las fronteras, no declarar zonas en cuarentena —ya que según indica perjudican el comercio, crean pánico y dificultan rastrear las vías de entrada al país—, o hacer tremendos esfuerzos en la comunicación de la enfermedad.

El lunes 19 de octubre, tras 42 días sin ningún nuevo caso, la OMS declaró por fin al país exento de virus. El Dr. Shuaib apenas se dio unos días de descanso en Londres y regresó a su país, a seguir trabajando en la austeridad de su escritorio custodiado por una maraña de post-its de colores y de cables remendados.

Un pasajero y un médico a la fuga

El virus llegó a Nigeria importado desde Liberia, cuando un diplomático americano-liberiano llamado Patrick Sawyer se desplomó en el aeropuerto de Lagos el 20 de julio. La falta de controles hizo que Sawyer contagiase a varias personas en su tránsito al hospital. Y como reconoce Shuaib el momento más critico de la emergencia fue la propagación del virus a la ciudad petrolera de Port Harcourt cuando un médico díscolo que contrajo el virus y se saltó los controles se escapó. Controlar en virus en las barriadas de esta ciudad pudo haber terminado en tragedia, pero la labor detectivesca de Shuaib y su equipo lo impidieron. El éxito en la erradicación del brote no ha estado exento de traspiés.

Pregunta: ¿Qué sintió cuando la OMS declaró oficialmente a Nigeria libre de ébola?

Respuesta: Cierta euforia. Sin duda. Sin embargo, no es un momento para celebrar, sino un tiempo para reconocer qué hicimos bien, lo que se podría haber hecho mejor y, sobre todo, para recordar a aquellos que perdimos durante nuestra batalla, y a nuestros hermanos y hermanas que seguiremos perdiendo en la lucha contra el ébola en el África occidental. Soy muy consciente de que tan solo acabamos de ganar una batalla; la guerra no ha terminado. La primera línea de fuego contra esta enfermedad está en Liberia, Sierra Leona y Guinea. En estos países, el virus continúa rasgando y haciendo jirones los mimbres de unos sistemas de salud y redes comerciales ya de por sí débiles, causando una miseria humana inaceptable.

P: ¿Qué ha sido lo más duro para usted en la gestión de esta crisis?

R: La muerte de los pacientes de ébola que estábamos tratando. Especialmente de los trabajadores sanitarios que conocíamos personalmente. Cuando ha ocurrido esto, nuestro equipo quedaba noqueado. Pero teníamos que prepararnos para el día siguiente, armarnos de valor y seguir trabajando para las comunidades que tratábamos de proteger en aras de su memoria.

La gestión de un brote de esta magnitud requiere formación continua y detallada para el personal médico porque hay serios riesgos de seguridad

P: A pesar de eso, Nigeria no solo ha detenido el brote sino que ha conseguido tasas récord de supervivencia al virus: solo ocho de los veinte infectados han muerto.

R: Así es, el ébola no es una sentencia de muerte. Este alto índice de supervivencia es el resultado de seguir los protocolos y garantizar el mejor nivel de atención clínica. La clave ha sido proporcionar tratamiento de apoyo, en especial rehidratar a los pacientes con una solución de oral —básicamente grandes cantidades de agua con sales y azúcar— para contrarrestar la deshidratación por vómitos y diarrea. También se observó que las tasas de supervivencia tienden a mejorar cuando los pacientes se presentan temprano, cuando los síntomas apenas habían comenzado.

P: Pero una vez superada la convalecencia, muchos supervivientes son marginados de vuelta a sus hogares. ¿ha presenciado este rechazo?

R: En la fase inicial de la epidemia, los supervivientes e incluso los contactos sospechosos sí experimentaron estigma debido a la falta de información correcta. Sin embargo, cuando nos comprometimos con los medios de comunicación para aumentar la concienciación, el rechazo se redujo considerablemente.

Algunos de los mensajes que difundimos promovían que se abrazase y se diese cariño a esas personas que regresaban a casa tras periodos de cuarentena. "Las personas que han sido afectadas por el ébola necesitan nuestro apoyo, no nuestro desprecio ", era uno de los lemas.

P: ¿Cómo se gestiona ese pánico?

R: El pánico y el miedo, sumado a la desinformación, retrasan cualquier tipo respuesta eficaz por muy brillante que sea. Por eso nos hicimos responsables también de corregir la mala información y difundir mensajes claros y precisos.

Lo más duro es sobreponerse a la muerte de los pacientes y en especial de los compañeros sanitarios

P: ¿Tan relevante es la comunicación e información en esta emergencia?

R: La gestión de la comunicación es fundamental. Nos asociamos rápidamente con los medios de comunicación (e incluso con mundo del cine: muchos actores de Nollywood, como se denomina en Nigeria a la que es ya la tercera potencia mundial cinematográfica tras Hollywood y Bollywood, participaron en campañas de concienciación) y en las redes sociales, ya que era importante comunicar el mensaje correcto en torno al foco del virus: medidas preventivas a adoptar y qué hacer si se convierten en víctimas de la enfermedad.

P: Su equipo entrenó a más de mil profesionales, incluyendo médicos, enfermeras, trabajadores sociales y encuestadores tan solo para esta emergencia, ¿Qué tipo de formación recibían y durante cuánto tiempo?

R: Recibieron capacitación en todos los aspectos en función de la corriente de trabajo que serían desplegados. Así, organizamos cursos sobre temas que van desde la prevención y control de infecciones hasta el manejo de los pacientes o el rastreo de posibles contactos. Todos los cursos se centraron en procedimientos operativos estándar y directrices aceptadas a nivel mundial disponibles de la OMS, Unicef y Médicos Sin Fronteras (MSF). Dependiendo de las habilidades requeridas para el trabajo, la formación podría variar desde varias horas hasta varios días, o hasta una semana con diferentes módulos. Pero esta formación no se detiene, es y debe ser continua para todo el personal que seguirá en esta emergencia para estar al tanto de los nuevos procedimientos y mantener la más alta calidad de ejecución.

El pánico y el miedo, sumado a la desinformación, retrasan cualquier tipo respuesta eficaz por muy brillante que sea

P: En España, los técnicos sanitarios y el personal que trató el primer caso de contagio fuera de África criticaron la falta de formación, en concreto denunciaron que habían recibido cursos de capacitación de solo 30 minutos, ¿qué opinión le merece esto?

R: La gestión de un brote de esta magnitud requiere una formación detallada porque hay serios riesgos de seguridad que puedan derivarse de un incumplimiento en el protocolo. No tengo idea sobre ese posible entrenamiento de media hora y desconozco lo que cubría, pero lo que uno espera de una formación de este tipo es desarrollar una amplia y diversa gama de capacidades para el personal de respuesta a los brotes.

P: Algunas personas pueden pensar que es desproporcionado desplegar un equipo de casi 1.800 efectivos sanitarios para un brote de tan solo 20 enfermos confirmados.

R: El número de personal contratado para la respuesta fue proporcional a la escala del riesgo. La mayoría de estos funcionarios estuvieron involucrados en el rastreo de potenciales contagios, que es un aspecto muy intensivo y crítico en la respuesta a la emergencia. En la mayoría de los casos, se utilizó un exceso de precaución para asegurar que eran rastreados todos los posibles contactos con personas infectadas. Esto requiere un enorme despliegue de recursos humanos, financieros y materiales para localizarlos y darles un seguimientos meticuloso.

P: Desde Europa a menudo se desconfía de la capacidad de las autoridades de África para luchar contra el virus, ¿desde su posición de éxito qué mensaje nos envía?

Las 10 claves del éxito

1. Declarar la emergencia de inmediato.

2. Instaurar el Centro Operacional que dirige Faisal Shuaib. Es un “war-room” o gabinete de crisis para coordinar la respuesta con los mejores expertos y de forma interdisciplinar.

3. Formar a un millar de médicos locales.

4. Poner en marcha un plan que ya funcionaba contra la polio.

5. Gestionar el pánico con una buena campaña de medios.

6. Rastrear hasta la extenuación todos los potenciales contagios.

7. No cerrar las fronteras, permitir accesos ordenados pero controlados al país.

8. No declarar zonas en cuarenta ni militarizarlas, aumentan el terror.

9. Esforzarse en la comunicación que refuercen mensajes claros y sencillos.

10. Detectar casos tempranos y tratar a los enfermos en buenas condiciones.

R: Lo primero que se necesita una acción rápida. La demora es ya peligrosa. Y que, sin duda, es importante un fuerte liderazgo de las autoridades locales que ayude a asegurar una acción coherente hacia objetivos claros, con un sistema ordenado y regulado para proceder. Es importante identificar los casos de contagio y aislarlos. Y es esencial que quienes realizan estas actividades sean responsables de hacerlas, y hacerlas bien. Y es igualmente importante asegurarse de que los recursos humanos adecuados están disponibles y que reciben formación continua.

Pero, para lograr este fin, es fundamental que las naciones más desarrolladas apoyen la gestión del actual brote mediante recursos humanos, materiales y suministros para los centros de tratamiento. Y claro que los gobiernos y las autoridades locales tienen un papel central que desempeñar en asegurarse de que las aportaciones de los socios y donantes están bien coordinadas con gran énfasis en la eficiencia, la transparencia y la rendición de cuentas.

P: ¿Es usted optimista sobre la erradicación de este brote del virus en África?

R: Sí, tengo la esperanza de que las cosas van a mejorar. Si la comunidad internacional pone a disposición los recursos que se requieren y si los esfuerzos actualmente en curso se mantienen e incluso aumentan, la crisis será cuestión de meses. Esto además allanará el camino para que se fortalezcan los sistemas de salud en estos países. Y en última instancia, la expectativa es que vamos a ser capaces de cortar de raíz cualquier futuro brote.

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