_
_
_
_
_

Geografía de las trincheras rebeldes

Los miembros del Ejército Libre de Siria, una milicia surgida de las revueltas, y los yihadistas, muchos extranjeros, se enfrentan por dominar la insurgencia

ÓSCAR GUTIÉRREZ
Rebeldes del ELS limpian sus files a las afueras de Alepo.
Rebeldes del ELS limpian sus files a las afueras de Alepo.Khalil Hamra (AP)

Opina algún damasceno consultado que la matanza en Ghuta, casus belli para la comunidad internacional ahora en cuarentena, tiene mucho que ver con la fuerte batalla en la franja oriental de la capital siria; que allí, el régimen se enfrenta a un cinturón rebelde (Jaramana, Kafr Batna, Zamalka…) que pone en peligro el control de la autopista que lleva al aeropuerto, en el sureste de Damasco. Los morteros de los alzados han golpeado en varias ocasiones el aeródromo, obligando a retrasar o suspender, como en noviembre, los pocos vuelos de las compañías que aún operan. Hombres del régimen habrían puesto en la diana Ghuta sabedores de que la onda expansiva del ataque no alcanzaría los barrios bajo su control. Eso opinan dentro. La falta de fuentes independientes dificulta la disección de una guerra abierta hace dos años.

Aunque el corazón de Damasco ha sufrido la embestida de coches-bomba detonados por grupos de yihadistas extranjeros como Jabat al Nusra (entre 5.000 y 7.000 hombres), los focos rebeldes de los suburbios se han alzado nutridos de ciudadanos agrupados en torno al Ejército Libre de Siria (ELS). El difícil acceso a la capital ha complicado la llegada de combatientes foráneos. La estrategia de Al Nusra, dirigida por Abu Mohamed al Julani, pasa por la conquista del campo y no las grandes ciudades, a tenor del análisis de la fundación Quilliam, autora de un estudio muy detallado sobre este grupo extremista.

Si al sur de Ghuta, la mirilla de los bandos se dirige al aeropuerto, hacia el norte es el control de la autopista M5 el que plantea batalla -muy cerca de esta carretera se ubica la cristiana Malula, sacudida estos días por Ejército, rebeldes y combatientes de Al Nusra . La M5 es la arteria principal que une los dos extremos de la franja occidental, pero, sobre todo, es la vía de abastecimiento de tropas del régimen desde Damasco a Alepo. Con un enclave esencial: Maret al Numan, en Idlib, aún en disputa pero con una fuerte presencia insurgente.

La provincia de Idlib no sufre solo las refriegas entre fuerzas del régimen y rebeldes —el pasado día 5, tropas sirias reconquistaron Ariha frente a los islamistas de Suqur al Sham, los salafistas de Ahrar al Sham y Al Nusra. Entre los alzados, sobre todo en las filas más radicales, la lucha es interna, por el territorio, las armas… El 26 de agosto, activistas informaban de la muerte de al menos 16 civiles en Al Madmuma, cerca de Marel al Numan. La responsabilidad cayó en Ahrar al Sham, con unidades por todo el país. Como represalia, residentes mataron a seis combatientes, entre ellos, dos de origen libio.

Y si no son los salafistas los que enredan el frente, ya se encarga de hacerlo el Estado islámico de Irak y Siria (ISIS, en sus siglas en inglés), grupo vinculado a la rama iraquí de Al Qaeda y comandado por Abu Bakr al Bagdadi. El ISIS está ganando la partida a Al Nusra como agrupación puntal entre los yihadistas. Unos y otros tratan de avanzar desde Idlib hacia la costa, con el cañón apuntando a Latakia, ciudad costera clave en el área de influencia alauí, rama del islam a la que pertenece la familia del presidente Bachar el Asad y la cúpula de poder. De esta confesión son la mayoría de civiles que están cayendo en las últimas horas en Maksar al Husan (Homs) por las arremetidas de Al Nusra. La toma en junio de la rebelde Qusair, también en Homs, por tropas sirias y unidades de la milicia libanesa Hezbolá, que tienen vía libre a través de la fronteriza Talkalak, buscaba precisamente mantener una vía abierta y segura para el régimen desde Damasco hacia la costa.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

El ISIS, que pretende el establecimiento de un nuevo califato, guerrea frente al ELS (unos 40.000 efectivos, según sus cifras) del general desertor Salim Idriss —mataron en julio en Latakia al jefe de batallón rebelde Abu Basir al Jabalaui, en una operación por el control de un checkpoint—, pero también protagoniza victorias para la causa, como la toma del aeropuerto militar de Menagh, situado en la provincia de Alepo, muy cerca de Turquía, y asediado por decenas de hombres del ELS desde hace más de un año. Desde ese aeródromo, militares de El Asad abastecían la trinchera bajo su control precisamente en la ciudad de Alepo. Un año después de la gran batalla del barrio de Saladino, entrada desde el sur, la segunda ciudad siria permanece partida por la mitad y agujereada por un sinfín de checkpoints que trazan la frontera entre rebeldes y afectos al régimen.

Más al norte, a lo largo de la frontera que Siria comparte con Turquía y, al este, con Irak, con importantes focos de población kurda, la fuerza del ISIS sigue creciendo. Son varias ya las noticias documentadas que el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, con informadores en el terreno, ha recibido del secuestro y tortura de sirios kurdos a manos del ISIS, incluidos una veintena de civiles de Afrin, liberados posteriormente. Siguiendo la ruta de la M4, carretera que lleva de la costa al interior iraquí, hasta la provincia de Hasaka, el combate del ISIS y Al Nusra contra la guerrilla kurda del YPG ha levantado un frente al margen de la revolución, con refriegas y atentados diarios.

Muy diferente es la estrategia de Al Nusra en la región este del país, en Deir al Zor, donde el grupo es amo y señor de la tierra. Pese a que el régimen mantiene bombardeos constantes en esta provincia, que acumula alrededor del 70% de los hidrocarburos del país, la milicia islamista radical se ha hecho con el gobierno y gestión de los recursos y el abastecimiento de la población, sobre todo con el reparto del tan querido trigo —un gesto nada baladí dado que la revuelta tuvo entre sus motivos la subida de precios de los alimentos básicos—. Como defiende el estudio de la fundación Quilliam, Al Nusra no es partidaria del combate directo planteado por el ELS en los centros urbanos de Damasco o Alepo, algo que podría llevar al caos civil si prospera, sino del cerco y ahogo del régimen desde el campo y la guerra asimétrica contra objetivos gubernamentales en la ciudad.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

ÓSCAR GUTIÉRREZ
Periodista de la sección Internacional desde 2011. Está especializado en temas relacionados con terrorismo yihadista y conflicto. Coordina la información sobre el continente africano y tiene siempre un ojo en Oriente Próximo. Es licenciado en Periodismo y máster en Relaciones Internacionales

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_