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Japón cede a EE UU material radiactivo para 50 bombas para que lo destruya

La Cumbre de Seguridad Nuclear pretende evitar el terrorismo atómico

Isabel Ferrer
El presidente de EE UU, Barack Obama, y el primer ministro japonés, Shinzo Abe, en la cumbre de seguridad nuclear.
El presidente de EE UU, Barack Obama, y el primer ministro japonés, Shinzo Abe, en la cumbre de seguridad nuclear. YVES HERMAN (REUTERS)

La Cumbre de Seguridad Nuclear arrancó el lunes en Holanda con el anuncio de que Japón, la tercera potencia industrial del mundo, cedía a Estados Unidos 300 kilos de plutonio y uranio enriquecido con el que podrían fabricarse hasta 50 bombas atómicas. Washington, que desde la II Guerra Mundial garantiza la seguridad en materia defensiva de Tokio, se encargará de destruirlo. Aunque las reservas nucleares niponas son muy superiores al cargamento enviado, el gesto subraya su deseo de presentarse como el abanderado de la seguridad en este terreno. En especial, desde que el terremoto de 2011 dañara la central nuclear de Fukushima, que todavía sufre fugas radiactivas. China, presente en la Cumbre, cree por contra que sus vecinos están en disposición de fabricar armas atómicas, a pesar del rechazo ciudadano tras Hiroshima y Nagasaki.

Aprovechando la visibilidad de la Cumbre, que reúne a 58 líderes de 53 países, Italia y Bélgica también confiaron en EE UU para que desintegre o bien derive ambos elementos químicos a usos civiles. Enriquecido, el uranio es usado como combustible para reactores nucleares. El plutonio es un metal radiactivo capaz de provocar explosiones atómicas. Evitar que caigan en manos de grupos terroristas, justifica la Cumbre misma, que es una propuesta personal del presidente estadounidense, Barak Obama. Él lanzó la primera en 2010. La segunda fue en Seúl (Corea del Sur) en 2012. La Haya ha tomado el relevo y se ha propuesto dejar su sello en el comunicado final —no vinculante— con acuerdos que refuercen la reducción de unos productos tan peligrosos como útiles.

Con uranio y plutonio pueden obtenerse bombas sucias, que liberan radiactividad a la atmósfera con efectos letales. Las bombas limpias, igualmente devastadoras, son más fáciles de conseguir y no diseminan radiactividad. El Cobalto 60, un isotopo radiactivo sintético derivado del propio metal, podría tranformarse en un arma. Pero se usa con éxito en el tratamiento del cáncer, y de ahí que Ban Ki-moon, secretario general de la ONU, abogara durante la apertura de la Cumbre por convertir “en una carga, y no en una baza, las armas nucleares”. “Lo mejor sería que los materiales atómicos se aplicaran solo a usos civiles y pacíficos”, dijo.

La Comisión Europea, el Consejo de Europa, Interpol y el Organismo Internacional de Energía Atómica (IAEA, en sus siglas en inglés), estuvieron asimismo representados en La Haya. Este último no pertenece a la familia de Naciones Unidas, pero reporta al Consejo de Seguridad y a la Asamblea General. En los archivos de la IAEA, constan 2.331 llamadas de emergencia entre 1993 y 2012. Una veintena se refería al tráfico ilegal de uranio enriquecido y de plutonio. El resto fue por transporte sin garantías, o por haber generado basuras peligrosas. Holanda, que tiene una industria nuclear pequeña y sólida (su reactor de Petten produce un tercio de los isótopos radiactivos usados en la medicina mundial, y estuvo averiado casi seis meses entre 2013 y 2014), promueve las inspecciones voluntarias de plantas atómicas. Un modelo del que presume, aunque tal vez sea difícil de exportar.

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