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Un gran yacimiento de crudo entra en campaña

Dilma Rousseff utiliza el descubrimiento de petróleo contra su rival ecologista

Antonio Jiménez Barca
Una plataforma petrolera de la compañía Petrobras.
Una plataforma petrolera de la compañía Petrobras.Dado Galdieri (Bloomberg)

Brasil se asienta al lado de una inmensa laguna subterránea de petróleo. Situado frente a su costa sudeste, entre los Estados de Rio Grande do Sul y Espíritu Santo, y descubierto a mediados de la década pasada, el yacimiento se encuentra bajo el mar, a 2.000 metros de profundidad en el lecho oceánico. Se denomina abstrusamente pre-sal y hay cálculos que aseguran que esconde 80.000 millones de barriles de petróleo: un tesoro que puede hacer saltar a Brasil del puesto 13 de los productores de petróleo al sexto en los próximos 20 años. La compañía encargada de gestionar todo esto es la petrolera pública Petrobras, la mayor empresa del país, lastrada en los últimos tiempos por una serie de escándalos de corrupción. La declaración judicial —con más de delación pura y dura que otra cosa— del exdirectivo de la compañía Paulo Roberto Costa —acusado a su vez de blanquear dinero— en la que acusaba de recibir sobornos a varias decenas de políticos, incluidos ministros y diputados federales, sacudió la ya de por sí convulsa campaña electoral. Pero el petróleo ya era de por sí un protagonista.

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De hecho, en uno de los debates televisados entre los principales candidatos, la actual presidenta, Dilma Rousseff, del Partido de los Trabajadores (PT), preguntó a la primera oportunidad a su principal rival, Marina Silva, del Partido Socialista Brasileño:

—¿Y usted qué piensa hacer con el pre-sal?

La cuestión era pertinente. Silva, exministra de Medioambiente durante uno de los Gobiernos de Lula (antes de abandonar el PT) es una ambientalista con reconocimiento internacional, y su postura no muy favorable a las energías fósiles es reconocida. En un encuentro celebrado días antes con productores de Etanol, Silva había llegado a asegurar: “Tenemos que salir de la edad del petróleo”. En el debate con Rousseff, Silva eligió una respuesta larga y algo ambigua. Aseguró que no daba la espalda al petróleo, que había que explotar esos recursos con cuidado, pero añadió a renglón seguido: “Brasil tiene un gran potencial de generación de biomasa, energía eólica y solar, y son energías que el actual Gobierno no ha tenido muy en cuenta”.

En el programa de Silva sólo hay una frase que se refiere a las inmensas reservas petrolíferas del subsuelo brasileño: “Destinar a partidas de educación los beneficios del petróleo en áreas ya concedidas del pre-sal”.

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La frase hace referencia a una ley aprobada por el Congreso el verano pasado, ideada para aplacar las protestas callejeras que inflamaron el país reclamando más y mejores servicios de salud y educativos. En virtud de esa ley, los beneficios que vayan a parar al Estado desde las concesiones a empresas privadas que extraigan petróleo de esta reserva irán destinados a servicios de salud, en un 25% y de educación, en un 75%.

A la aparente tibieza de Silva, Rousseff opone una contundencia completa a la hora de mostrar su postura favorable a la explotación intensiva y rápida del mar de petróleo. También se muestra partidario el conservador Aécio Neves, del Partido Socialdemócrata de Brasil (PSDB).

Otro foco de conflicto surge del hecho de que tanto en la candidatura de Silva como en la de Neves son proclives a reducir el poder de Petrobras, lo que podría interpretarse como una posible privatización de parte de la empresa. En campaña, Neves ha negado esto último, pero sí sostiene que hay que rediseñar la empresa y “sacarla de las manos de un partido”, en referencia al PT.

Rousseff, mucho más intervencionista que sus dos adversarios, siempre se ha negado a cambiar la gestión de la empresa.

Con todo, el más entusiasta a la hora de aludir o describir las bolsas petrolíferas es el mismísimo Lula, bajo cuyo Gobierno se descubrieron. En un acto reciente de campaña en apoyo a Rousseff, el carismático expresidente brasileño visitó una refinería de Petrobras y tras enfundarse el uniforme naranja de los empleados, aseguró, lanzando un mensaje a Marina Silva sin citarla: “Quien está en contra del pre-sal está contra el futuro. El petróleo es el pasaporte hacia el futuro de este país”.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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