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España da asilo a la refugiada siria herida que malvivía en Melilla

Manar Almustafá tiene el 90% de su cuerpo quemado Una formalidad administrativa impedía su traslado a la península para que trataran sus heridas

Lola Hierro
Manar Almustafa sufre graves quemaduras en el 90% de su cuerpo.
Manar Almustafa sufre graves quemaduras en el 90% de su cuerpo.PRODEYN

“El director del CETI me ha dicho que, a lo mejor, mañana podemos salir de aquí”. Mohamed Almustafa, refugiado sirio, siente dudas. Lleva dos meses removiendo cielo y tierra desde Melilla para que permitan a su familia trasladarse a Barcelona, donde viven sus padres y la mayoría de sus 24 hermanos. Tiene prisa: su hermana Manar, de 30 años, tiene el 90% de su cuerpo abrasado y necesita unos cuidados médicos que en el hospital de la ciudad autónoma no pueden brindarle, ya que no hay unidad de quemados. Pero el traslado a la península no ha sido posible de momento porque un trámite burocrático lo impide.

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El jueves, por fin, España concedió el asilo a su hermana por razones humanitarias y este viernes podrá emprender el ansiado viaje."El ministerio de Interior está ultimando con las compañías de transportes el traslado de esta mujer siria y un grupo de familiares. Se realizará hoy o, si no hubiera disponibilidad, mañana como muy tarde", ha confirmado este viernes el director general de la Policía, Ignacio Cosidó. La telaraña administrativa se ha deshecho después de que los medios de comunicación se hicieran eco de su drama.

Manar Almustafa huyó en 2012 de la guerra que azota su país junto a otros 13 miembros de su familia. Llegó a España en octubre con graves quemaduras debido a un bombardeo que echó abajo su casa, en el barrio de Al Khalida de la ciudad de Homs, una de las más castigadas por las tropas del dictador sirio Bachar El Asad desde que comenzara la revolución en febrero de 2011. “Mi hermana y mi mujer estaban en la cocina preparando la comida cuando las bombas cayeron”, recuerda Mohamed. La explosión mató a parte de su familia, mutiló la pierna de su mujer Smiha, y a Manar le provocó gravísimas quemaduras por armamento químico que desfiguraron su cara y su cuerpo para siempre. Además, sus tres hijos —dos niños de ocho y seis años y una niña de cinco— desaparecieron. Mohamed insiste en que podrían estar tanto vivos como muertos

Manar Almustafá tiene el 90% de su cuerpo quemado por armas químicas

Smiha y Manar recibieron la primera atención médica en un hospital improvisado y, cuando fueron estabilizadas, emprendieron la huida. Primero, a Líbano, después a Egipto, donde Manar fue sometida a ocho operaciones y Smiha a seis. Cuando el general Abdul Fatah Al Sisi dio el golpe de Estado que derribó el gobierno de los Hermanos Musulmanes, la familia hizo las maletas de nuevo y marchó a través de Argelia y Marruecos hasta alcanzar Melilla.

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Allí, la petición de asilo de los Almustafa fue admitida hace 20 días y los médicos del hospital recomendaron el traslado de Manar a un centro donde puedieran tratar sus graves heridas. Pero las autoridades melillenses han impedido que la familia salga de la ciudad autónoma porque la tarjeta que les reconoce como solicitantes y que les permite residir en España es  válida unicamente para la ciudad en la que están, una particularidad que solo ocurre en Ceuta y Melilla porque no están consideradas fronteras Schengen.

Este jueves, fuentes de Interior confirmaron a EL PAÍS que su solicitud ha recibido un informe favorable para que reciba protección internacional, y que solo faltan “pequeños detalles burocráticos” para que esta se apruebe definitivamente, algo que está “a punto de suceder”. En España, las solicitudes de asilo se deben resolver en un plazo de entre tres y seis meses, pero tardan uno o dos años. Según datos oficiales, existen 3.300 solicitudes de asilo pendientes. Solo en 2012 se recogieron 1.871 peticiones, 254 de sirios.

En Melilla no existe una unidad de quemados para curar sus heridas

Las quemaduras de Manar aún sangran y sufre fuertes dolores. “Cada día llora del dolor, no puede dormir, y yo no puedo hacer nada”, lamenta Mohamed. “Le sale sangre de las manos y de la cara, y también un líquido amarillo; existe un gran riesgo de infección”. Las veces que ha ido a urgencias los médicos le han dado más calmantes, pero no pueden hacer más por ella. Mientras, fuentes de la Delegación del Gobierno en Melilla han explicado que la mujer no requiere una operación urgente, sino que precisa una cirugía reparadora progresiva que exigiría un periodo largo de intervenciones.

Esta refugiada y el resto de su familia —ocho menores y seis adultos— vive en un apartamento de alquiler porque su estado de salud no le permite estar en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de la ciudad autónoma, que ahora acoge a 870 personas —66 de origen sirio pese a que su capacidad es de 480. Pagan 400 euros por un piso de dos dormitorios y dos salones, según explica Mustafá, y pagan las cremas y medicamentos que aplacan la agonía de Manar gracias a los ahorros que trajeron de Siria. “Allí teníamos 18 pisos, éramos una familia normal con dinero y con trabajos, pero tras los bombardeos no quedó nada”, lamenta el sirio.

La causa de Manar ha recabado importantes apoyos en poco tiempo. La Defensora del Pueblo ha remitido un escrito a la Secretaría General de Inmigración y Emigración para que esta familia sea trasladada “de manera inmediata a la Península”. El diputado de Amaiur, Jon Iñarritu, llevó el caso al Congreso el pasado 23 de diciembre tras visitar Melilla y conocer de primera mano la situación de Manar. Mientras, la Consejería de Igualdad, Salud y Políticas Sociales de la Junta de Andalucía anunció este jueves que ponía a disposición de esta familia la unidad de quemados del Hospital Virgen del Rocío, en Sevilla.

Mohamed, sin embargo, quiere llevar a todos sus parientes a Barcelona.. “Mi padre vive allí desde hace 20 años, tiene todos los papeles en regla y ya ha hablado con el hospital Vall d' Hebron para ingresar a mi mujer y mi hermana cuando lleguemos”, asegura.

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Sobre la firma

Lola Hierro
Es periodista y desde 2013 trabaja en EL PAÍS, principalmente en la sección sobre derechos humanos y desarrollo sostenible Planeta Futuro, y coordina el blog Migrados. Sus reportajes han recibido diversos galardones. Es autora del libro 'El tiempo detenido y otras historias de África'. Desempeña la mayor parte de su trabajo en África subsahariana.

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