El rostro del papa Juan XXIII permanece intacto 38 años después de su muerte
Un informe interno de la Santa Sede revela que no se le practicó ningún tipo de embalsamamiento
El hecho, bastante inusual, ha sido descubierto por autoridades del Vaticano y operarios con motivo de un reconocimiento canónico previo al traslado de los restos del Pontífice desde su habitual emplazamiento en las Grutas Vaticanas, en el subsuelo de la Basílica de San Pedro, a una capilla del templo.
Un informe interno de la Santa Sede, conocido hoy, describe la sorpresa de los que han podido ver el rostro incorrupto de Juan XXIII, a quien popularmente se ha llamado el "Papa bueno" y que fue beatificado por Juan Pablo II el pasado 3 de septiembre.
Los que han podido ver el cuerpo de Juan XXIII han descubierto su rostro con los ojos cerrados, la boca levemente entreabierta y los rasgos con los que falleció en junio de 1963, a los 82 años y tras cinco de Pontificado.
El reconocimiento canónico del cadáver fue efectuado en enero pasado, en un acto en el que estuvieron presentes técnicos y autoridades religiosas, como el secretario de Estado del Vaticano, Angelo Sodano, pero sólo ahora se ha conocido el informe interno de la Santa Sede.
Tras el reconocimiento preceptivo del cadáver, la caja fue de nuevo cerrada herméticamente, revestida de material plástico, a la espera de su definitiva instalación en la Basílica.
El reconocimiento canónico de un Pontífice ya se ha hecho en alguna ocasión anterior, como con Pío X, cuyo ataúd fue abierto tras la beatificación, ocurrida en 1951, y lo que encontraron los testigos fue un cuerpo prácticamente preservado que, sin embargo, se descompuso de manera inmediata al contacto con el aire.
A los Papas fallecidos desde mediados del siglo XX -Pío XII, Juan XXIII, Pablo VI y Juan Pablo I- los técnicos del Instituto de Medicina Legal de Roma les inyectaron formol con objeto de permitir una larga exposición a los fieles antes de su inhumación.
