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EE UU quiere convertir la prueba del sida en un análisis rutinario para luchar contra la pandemia

Un cuarto de millón de norteamericanos porta el VIH sin saberlo

El Gobierno estadounidense ha dado un giro radical a lo que venía siendo su política en la lucha contra el sida del último cuarto de siglo, al recomendar que todos los adultos y adolescentes sean sometidos de forma rutinaria a pruebas para detectar si portan la enfermedad en hospitales y consultas médicas. Los pacientes no tendrán que dar su consentimiento escrito y ser asesorados con profusión antes de hacer la prueba: simplemente se les tendrá que avisar para darles la oportunidad de que se nieguen.

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El director del Centro para la Prevención y Control de las Enfermedades (CDC, en sus siglas en inglés), el organismo oficial encargado de luchar contra la pandemia en ese país, ha señalado que se trata de un cambio clave, según informa el diario norteamericano The Washington Post. El objetivo es luchar contra tres problemas de calado: 250.000 estadounidenses portan el virus de la inmunodeficiencia adquirida y no lo saben, el 40% de los infectados se enteran cuando la enfermedad se encuentra ya en un estadio avanzado, y la cifra de nuevas infecciones lleva 15 años sin descender en el país.

Con esta nueva política —que afectaría a todos los ciudadanos entre 13 y 64 años— se espera reducir dos tercios la cifra de infectados que no lo saben, un punto de vital importancia para evitar que contagien la enfermedad a otras personas. El Gobierno quiere que la prueba del sida sea tan rutinaria como los exámenes de azúcar o hemoglobina en sangre, lo que en realidad lo convierte en algo excepcional, puesto que sería la primera vez que se hace algo similar con una enfermedad infecciosa.

En Estados Unidos se realizan entre 16 y 22 millones de pruebas del sida cada año, para una población cercana a los 300 millones de habitantes. Hasta el momento se informaba de los nuevos casos a las autoridades estatales, pero a partir de ahora también se pasarán los datos al CDC para centralizar la atención a los enfermos, pero también en algunos casos para rastrear los contactos sexuales que hayan tenido esas personas.

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