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Santillana premia la búsqueda de la "buena educación"

Un proyecto medioambiental que ha conseguido implicar a profesores, alumnos y padres, entre los ganadores de la XXXI edición del concurso de experiencias educativas

Los tiempos cambian, la sociedad, los niños y los escenarios de la educación. Las dificultades, y una imagen a veces injustamente negativa, hacen que muchos bajen los brazos, ha explicado Alejandro Tiana, director del Centro de Altos Estudios Universitarios de la OEI, durante la entrega de los XXXI Premios Santillana a las mejores experiencias educativas. Victoria Camps hablaba de "actuar contracorriente, contra una corriente dominante siempre propicia a corromper y desviar definitivamente la condición humana'. Estoy convencido de que en eso consiste en buena medida la educación, o al menos la buena educación", ha añadido.

Y ése es el espíritu docente que se premia en el concurso de Santillana, según Tiana, ex secretario general de Educación, que ha presidido el jurado de la edición de 2009. En el acto, al que han asistido como anfitriones el presidente del Grupo PRISA, Ignacio Polanco, y el presidente del Grupo Santillana, Emiliano Martínez, se entregaron los galardones a ese enorme abanico de iniciativas que caben en esa "buena educación", desde el teatro en la educación Infantil (se ha premiado el trabajo Jugando, jugando hicimos teatro, de María Teresa Moreno, del colegio público Cervantes de Fuenlabrada, Madrid), a las nuevas tecnologías (Matemáticas 2.0, de Carlos Morales, del instituto público Valsequillo, en Gran Canaria), pasando por la cultura de siempre (La aventura editorial del IE.S. Albero, en Alcalá de Guadaíra, Sevilla).

Pero entre los 219 proyectos pedagógicos que se han presentado a esta edición del concurso, el jurado decidió conceder el premio más importante al proyecto Bosque eterno de los niños, del colegio público Doctor Azúa de Zaragoza. Las profesoras del centro María Pilar Martí e Inmaculada Lorea, y José María Matesanz, padre de uno de los alumnos, han explicado como han conseguido implicar en el proyecto a toda la comunidad educativa. Matesanz escribió un cuento sin final, un cuento en el que parecía inevitable la desaparición de un bosque. A través de los temas escolares de educación medioambiental (desde la contaminación acústica al calentamiento global), los escolares tenían que buscar alternativas para que evitar su desaparición. Los padres (veterinarios, geólogos, químicos, etcétera) se acercaban al centro e iban aportando su granito de arena.

También han recibido un premio Santillana 2009 Rafael Flores, de las Escuelas Profesionales Sagrada Familia de Écija (Sevilla), por el trabajo Incubadora de emprendedores en un entorno virtual de aprendizaje; Stefanie Frieden y David Bernabeu, de la Escola Pía Granollers de Granollers (Barcelona), por El blog como herramienta en las escuelas de educación especial; Montserrat Fernández, Mónica Arnau y Gisela Vilanova, del centro de Formación de Personas Adultas Pompeu Fabra de Girona, por Escuela abierta al mundo dentro de un centro penitenciario;Isabel Montes, de Escuela Oficial de Idiomas de La Carolina (Jaén), por El desarrollo sostenible como hilo conductor de un curso escolar en una Escuela Oficial de Idiomas; y Juan Antonio Arbeloa Arbeloa, del colegio Ermitagaña de Pamplona (Navarra), por Memoria del maestro (o el coleccionista de ecos). Además, obtuvieron menciones honoríficas los docentes los institutos públicos María Zambrano de Leganés (Madrid), Alpajés de Aranjuez (Madrid) y José Conde García de Almansa (Albacete).

Ignacio Polanco entrega los galardones a María Pilar Martí Fortanete y a Inmaculada Lorea Lahoz.
Ignacio Polanco entrega los galardones a María Pilar Martí Fortanete y a Inmaculada Lorea Lahoz.

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