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Cerco a los pederastas

EL PAÍS sigue el rastro de los pedófilos extranjeros en la capital de Camboya

El endurecimiento de las leyes en Tailanda ha convertido a la vecina Camboya en un sombrío paraíso para cientos de pederastas occidentales. EL PAÍS ha constatado en esta empobrecida nación del sudeste asiático que la explotación sexual de menores por parte de turistas extranjeros es una práctica arraigada en pueblos y ciudades pese a los esfuerzos del Gobierno.

El suplemento Domingo dedica mañana un extenso reportaje de Zigor Aldama a recoger los testimonios de víctimas, pederastas, fuerzas de seguridad y voluntarios de ONG que trabajan en el país para erradicar los abusos. Como avance, un vídeo obtenido por este periódico en exclusiva resume en pocos minutos la sordidez de estas prácticas. Las imágenes muestran la detención de un supuesto pedófilo griego, sorprendido por la policía camboyana en una habitación junto a una menor a quien asegura estar tratando con medicinas.

Mientras la niña permanece en silencio, el hombre esgrime ante la policía todo tipo de justificaciones para eludir la detención: que es una prostituta, que es mayor de edad, que no ha practicado sexo con ella... Un argumentario que finalmente concluye con la oferta velada de un soborno a cambio de quedar libre: "¿Qué puedo hacer?", declara poco antes de que los agentes encuentren en la habitación fotografías de sexo explícito con menores.

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