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Mayor Zaragoza: "Nos quieren obedientes, callados y silenciosos"

Los firmantes del manifiesto a favor del pensamiento crítico expresan su malestar y preocupación ante la crisis financiera y económica, "pero también cultural y de civilización"

"No podemos seguir silentes, espectadores.... nos tiene distraídos, nos quieren obedientes y callados, y no puede ser", ha dicho Federico Mayor Zaragoza, biólogo, catedrático y ex director de la Unesco, en el acto de presentación del manifiesto a favor del pensamiento crítico que han firmado ya más de 1.400 personas del mundo de la ciencia y la universidad en España. El acto, celebrado en la sede central del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), en Madrid, reunió a un nutrido grupo de asistentes que aportaron sus propias ideas y sugerencias, en muchas de las cuales plantearon cómo mantener vivo este incipiente movimiento y hacerlo crecer con sucesivos actos.

El detonante de esta iniciativa fueron las críticas políticas que recibió el rector de la Universidad Complutense, Carlos Berzosa, por autorizar un acto, celebrado el pasado mes de abril, en apoyo al juez Baltasar Garzón y las víctimas del franquismo. Berzosa, asistente al acto pero no en la mesa de oradores, agradeció la solidaridad y explicó que, al autorizar aquel acto en la Complutense, sencillamente se comportó "como aprendí a hacerlo en la universidad de mis tiempos", y señaló: "No puedo entender que 35 años después se vilipendie tanto a la universidad por hacer algo que ha hecho siempre, que es crear áreas de libertad y de debate". También aludió a los recortes de recursos en las universidades y para investigación; "No podemos permanecer silenciosos", dijo.

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La ciencia y la universidad reivindican el pensamiento crítico

Mayor Zaragoza reivindicó "el derecho y el deber" de la universidad y la ciencia "de expresarnos libremente y decir lo que pensamos" ante los problemas y cuestiones sociales en general, y rechazar la reclusión en el ámbito temático científico o universitario. "Nos estamos convirtiendo", dijo, "en una sociedad uniforme y gregarizada, y frente a eso tenemos que ser pacíficamente críticos".

El filósofo Manuel Reyes Mate empezó citando el libro de Umberto Eco El nombre de la Rosa y cómo los monjes en aquella novela morían envenenados "por curiosos, por querer conocer un nuevo libro de la biblioteca". El mensaje de quién ponía el veneno en las páginas, dijo, era que "todo lo que hay que saber ya lo sabemos". Frente a aquella idea, Reyes Mate destacó la necesidad de que los científicos y humanistas trabajen con los ojos abiertos y pendientes de los problemas de su tiempo. Habló de las víctimas del franquismo y reivindicó la memoria histórica, defendió al juez Garzón y criticó la campaña contra Berzosa "como si quienes la montaron quisieran volver a los tiempos oscuros de El nombre de la rosa", dijo. "Nunca la izquierda intelectual ha estado tan callada como ahora, quizás ha llegado la hora de decir 'basta".

El acto, que iba a ser presentado por el rector de la Universidad Autónoma de Madrid, José María Sanz, que no pudo asistir por motivos de salud, reunió a personalidades de la investigación científica y de las humanidades. El biólogo Jesus Ávila expresó su temor de que en el futuro "tengamos ciudadanos disciplinados en lugar de personas con afán de conocer". Si se da más importancia a las formas que al fondo, dijo, "habrá menos economistas solidarios, jueces valientes, políticos como los de la Transición y científicos modestos pero honestos".

También desde las filas de la ciencia, participó en el acto el químico Bernardo Herradón, quien recordó que la crítica y el debate son consustanciales con el trabajo científico. "Cierta clase política ha cuestionado que los universitarios y científicos españoles podamos hablar", dijo, rechazando la idea de que los científicos deben estar recluidos en sus laboratorios. "Hay que reivindicar nuestro derecho y obligación de exponer nuestras opiniones a la ciudadanía, no sólo acerca de nuestras áreas de trabajo e investigación, sino de los problemas sociales".

Francisco Fernández Buey trajo a Madrid el saludo de muchos de sus colegas de Barcelona. "Existen motivos serios para el malestar que se expresa en el manifiesto", dijo y enumeró algunos: "La decepcionante respuesta judicial al clamor por las víctimas del franquismo; el trato dado al juez Garzón; la campaña de desprestigio contra la universidad que ha tratado de dar voz a las familias de las víctimas; los recortes presupuestarios que afectan especialmente al desarrollo de la ciencia en las universidades públicas y en los organismos públicos de investigación". Fernández Buey destacó que "la crisis no es sólo financiera y económica, sino también cultural y de civilización", para terminar recordando la necesidad del pensamiento crítico entre científicos y humanistas.

En el debate, dirigido por Jorge Riechmann, que leyó previamente el manifiesto, se abordaron temas variados, desde el plan Bolonia que preocupa especialmente en las universidades hasta una propuesta para cambiar el nombre al CSIC, por sus orígenes en el franquismo, y recuperar la Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE).

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