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Últimas noticias sobre Dios y el Universo

El caso de los científicos, en particular los físicos, como Stephen Hawking, que se meten a teólogos es preocupante. Si no es posible demostrar la existencia de Dios, así como su inexistencia ¿por qué no dejar ya en paz de una vez a creyentes y no creyentes?

La literatura sobre la relación entre la religión (Dios) y el Universo es, desde que existen religiones institucionalizadas, tan desbordante e inagotable como injustificada. Veamos.

La teología, que en principio debería ser inmutable como conjunto de creencias canónicas en las iglesias monoteístas, va cambiando a remolque de la ciencia desde mucho antes de Galileo. De manera que son los científicos (la ciencia) los que hacen rectificar a los teólogos. Este fenómeno se oscurece cuando los científicos hablan sobre las relaciones entre Dios y el mundo.

El último científico, por ahora, en tratar el tema es Stephen Hawking, especialista en superventas que todo el mundo dice que entiende. Ahora lanza el libro The grand Design . Resumiendo, Hawking dice: El origen del Universo no necesita de un creador, sino que podría haberse creado él mismo de la nada. La catarata mediática que se está produciendo resucita lo discutido sobre el tema, ya que en el fondo no hay nada nuevo.

Si no se adaptase la teología a la ciencia, las iglesias no se mantendrían en pie.
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Ahora se anuncia un libro, del profesor Javier Leach, SJ, de la cátedra ICADE Ciencia y Religión, sobre Matemáticas y Religión. Más leña al fuego. También podrían sucederle otros libros sobre Física y Religión, de lo que se ocupa Hawking, Química y Religión,..., Lingüística y Religión. Y, ¿por qué no?, por capítulos: Lógica y Religión, Aritmética y Religión, etcétera.

Existen también muchos blogs activos, fuera y dentro de nuestro país sobre teología y ciencia, mantenidos por instituciones generalmente católicas.

No tiene sentido este interminable discurso de texto teológico difícil de digerir incluso por sus autores, como vamos a ver.

Las reflexiones aquí vertidas no son una improvisada erupción para añadir leña al fuego. Están basadas, por una parte, en estudios sobre el lenguaje, en particular sobre los enunciados que parecen entenderse pero puede demostrarse que no tienen sentido y, por otra, en fundamentos de la física. El objetivo es apagar el fuego que se está propagando y que parece inextinguible.

Lo primero, obviamente, es dar carpetazo al tema de la existencia de Dios. Si no es posible demostrar su existencia, así como su inexistencia, ¿por qué no dejar ya en paz de una vez a creyentes y no creyentes con estas insufribles matracas?

A continuación vienen unas consideraciones sobre el sentido de ciertas frases que se dicen. Hoy es demostrable que, en general, las cosas que se dicen sobre Dios no se entienden, no tienen un significado razonable (explicable por la razón). Por ejemplo cuando se dice "Dios ha creado todas las cosas, pero no se ha creado a sí mismo", se incurre en una paradoja. Técnicamente en Lógica se trata de la paradoja de Dios, un caso de paradoja de Russell, que ha sido verificada y publicada (Vaquero, A. Una paradoja divina. Revista Novática , núm. 199. 2009).

Dicha paradoja viene a concluir que el predicado "Dios se ha creado a sí mismo" es falso, como también es falso "Dios no se ha creado a sí mismo".

Esta paradoja de Dios no tiene nada que ver con su existencia o su naturaleza. Simplemente pone un freno a tanta palabrería sin sentido sobre Dios y el Universo, tanta teología irrazonable. Cuando los teólogos se dignen revisar su actual versión de la teología, aparecerá otra teología actualizada. Así ha sido siempre, ya que no se puede ir contra las verdades científicas por mucho tiempo. Si no se adaptase la teología a la ciencia, las iglesias no se mantendrían en pie.

El caso de los científicos, en particular los físicos, que se meten a teólogos es preocupante, como Hawking. Cuando meten a Dios en su discurso o intentan explicar el origen del Universo, se olvidan de los fundamentos de la física.

La línea argumental de Hawking es: El tiempo se comporta como el espacio, según las teorías unificadas de la física. Ello autoriza a decir que el Universo tuvo un principio, como creen los creyentes. Pero el principio del Universo no necesita de Dios para tener lugar, sino que está gobernado por las leyes de la ciencia. El Universo, los Universos en la teoría unificada, están en un estado de expansión. El origen del Universo parte de fluctuaciones cuánticas que conducen desde la nada a la creación de minúsculos Universos. Y de ahí a la expansión en la que seguimos.

¡Qué petulancia! Que el tiempo se comporte como el espacio, o que el Universo esté en expansión, no autoriza a inferir un origen del Universo. Antes al contrario, puesto que no hay referentes absolutos en física, ni clásica ni cuántica.

En efecto cuando se dice "de la nada surgió algo", ¿qué se entiende por "la nada"? ¿Ni espacio ni tiempo?

Para Hawking había fluctuaciones cuánticas que dieron lugar al origen del Universo. Entonces, según él, había algo antes del origen. El Universo existía, pero ¿cuándo? ¿Cuando aún no había materia? Entonces ¿qué había? Nada, contestaría Hawking. Pero nada quiere decir ni espacio ni tiempo. Entonces, según su argumento, "existía el Universo antes de que hubiera tiempo". No puede hablarse de antes sin la existencia de tiempo. La contradicción es evidente. En física el llamado instante cero no tiene cabida. No se confunda ese instante cero con tomar una referencia temporal para medir el tiempo, porque antes de ese instante tomado como referencia también había tiempo. Es ésa y no otra la percepción humana del tiempo. El gran Aristóteles ya lo tenía bien claro: El Universo siempre existió.

Por lo que se refiere al espacio, Einstein echó por tierra todo referente absoluto. No se puede concebir el espacio en física sin un sistema de referencia material. Entonces, si no se puede concebir el espacio sin materia, tampoco es concebible la ausencia del mismo.

Así pues, el instante cero y la nada no tienen cabida en física; es decir, en la mente humana.

La última reflexión es para probar que Hawking incurre en un caso idéntico al de la paradoja de Dios: La paradoja del Universo. Si el Universo existía antes del instante cero, entonces se le supone una existencia previa y separada de las cosas que fueron apareciendo, a las que llamamos Universo. En ese caso, el predicado "el Universo se hizo a sí mismo" es falso. En definitiva, se sustituye por el Universo a Dios más lo creado, pero sin alterar el significado de creador y creación.

Una última observación: Si Hawking pudiese probar su tesis, habría demostrado que Dios no existe.

Conclusiones:

1) Sabemos poco sobre el Universo.

2) Menos teología y más ciencia. Lo dice el mismo Hawking: La filosofía ha muerto. Totalmente de acuerdo, ya que la filosofía es o bien ciencia o bien conjeturas no verificables. Pero él se contradice porque su argumentación es pura filosofía, no es ciencia en absoluto. Así pues, zapatero a tus zapatos.

Antonio Vaquero es catedrático emérito de la Universidad Complutense de Madrid.

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