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CIENCIA
Tribuna
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Ciencia es Educación

Antes de incluir ciencia en un macroministerio conviene ver desde dónde se gestiona la investigación en los países que están por encima de España en la mayoría de las clasificaciones de I+D

Se oyen rumores de un futuro Ministerio de Industria, Comercio, Turismo y Ciencia. Si el Gobierno entrante está considerando esta opción, queda en evidencia que tienen una interpretación errónea de cómo la investigación científica puede ayudar a cambiar el modelo productivo, ya que se están sobresimplificando los mecanismos de transferencia del conocimiento. El motor principal de la ciencia nunca ha sido la creación de patentes a corto plazo que beneficien al sector privado. Naturalmente éste es un aspecto importante, pero no es el objetivo inmediato. Aunque sea políticamente incorrecto recordar esto en época de crisis económica, paradójicamente es cuando más importante resulta hacerlo porque la marginación de la investigación básica debida a una visión cortoplacista sin duda significaría dar muchos pasos atrás en el largo camino del desarrollo científico. Sin investigación básica, no se hubieran producido la mayoría de los descubrimientos científicos que han revolucionado la historia de la humanidad.

Recuerden que Einstein trabajaba en la Oficina de Patentes de Berna cuando publicó la teoría de la Relatividad Especial y otros trabajos de física estadística y mecánica cuántica; pocos años después, su teoría de la relatividad general fue la semilla de la cosmología moderna que estudia el origen y la evolución del Universo. A Einstein no le movía la creación de patentes sino la curiosidad por entender, sin embargo, innumerables facetas de la ciencia aplicada nunca se hubieran podido desarrollar sin su trabajo de investigación básica.

A Einstein no le movía la creación de patentes, sino la curiosidad por entender

Antes de incluir ciencia en un macro-ministerio donde quede relegada a una actividad secundaria susceptible de una absorción vertical, hagan un ejercicio de reflexión y vean desde dónde se gestiona la investigación científica en los países que están por encima de España en la mayoría de los rankings científicos. Excepto en EE UU, donde ciencia depende de varios departamentos de estado y agencias independientes (los Departamentos de Agricultura y Energía, la Agencia de Protección Ambiental, NASA, NSF, NOAO, etcétera), en el resto de éstos países nos encontramos con la siguiente situación: Japón (Ministerio de Educación, Cultura, Deportes, Ciencia y Tecnología); Alemania (Ministerio de Educación e Investigación); Inglaterra (Ministerio de Universidades Estatales e Investigación); Francia (Ministerio de Educación Superior y Ciencia); Holanda (Ministerio de Educación, Cultura y Ciencia); Suecia (Ministerio de Educación e Investigación). ¿Ven cuál es el factor común?

No queremos ni podemos permitirnos ser diferentes de los países punteros en ciencia. No volvamos al Spain is different. Ciencia no es Turismo. Ciencia no es Comercio. Ciencia no es Industria. ¡Ciencia es Educación! De lo contrario corremos el riesgo de que Ciencia acabe siendo, una vez más, Asuntos Exteriores.Ciencia y Universidades deben ir siempre de la mano. Las universidades son la cantera de las nuevas generaciones de científicos y los centrosde investigación de excelencia deberían considerarse absolutamente fundamentales para su formación. Ciencia-Universidad es una sinergia a la que no se puede renunciar y ha de potenciarse a nivel ministerial.Pero en vez de alentar esta sinergia se está ahogando. Tres ejemplos: la salida de las competencia de universidades del Ministerio de Ciencia, la exclusión de las universidades de la Ley de Ciencia y el Borrador del Estatuto del personal docente e investigador de las universidades públicas españolas (del pasado mes de Julio). En este último se propone una burocratización kafkiana de la universidad, no se valora adecuadamente la actividad investigadora de los docentes y se separa docencia de investigación (corriendo el riesgo de que nuestras universidades se conviertan en community colleges). Es urgente que este alejamiento forzado entre Ciencia-Universidad se corrija cuanto antes y desde el más alto nivel.

No queremos ni podemos permitirnos ser diferentes de los países punteros en ciencia

Pero la sinergia también ha de potenciarse en el día a día de los departamentos y en cierta medida es responsabilidad de toda la comunidad científica. No sólo hay barreras burocráticas sino también culturales que impiden que las universidades se nutran de investigadores que no se han formado en su seno, y estas barreras son en parte responsables de que ninguna universidad española esté entre las 100 mejores del mundo (y haya sólo una o dos entre las 200 primeras). La barrera cultural funciona en los dos sentidos. Piensen qué mensaje se les manda a los estudiantes con los mejores expedientes: que se queden a hacer el doctorado en su misma universidad donde, si todo va bien, quizá se puedan estabilizar (tras una estancia obligatoria en el extranjero de uno o dos años - como si de un Erasmus se tratara). Esto es diametralmente opuesto a lo que se hace en EE UU: allí, a los estudiantes que quieren hacer el doctorado (y muy particularmente a los que tienen expedientes brillantes) se les anima a irse lejos, muy lejos, para que se formen en las mejores universidades o centros de investigación.

Son poco frecuentes las ocasiones en que el doctorado se hace en la misma institución que la licenciatura, o el postdoctorado en la misma institución que el doctorado. El inmovilismo se percibe como signo de mediocridad. Los mejores departamentos de EE UU basan parte de su éxito científico en el flujo constante de investigadores de calidad que pasan por ellos, y este flujo es precisamente uno de los principales atractivos de estos departamentos (a ojos de los propios investigadores). Aceptando que hay diferencias culturales significativas con el mundo anglosajón, hay aspectos saludables que se deberían adoptar: no sólo enriquecerían al sistema de investigación en España, sino que es la única forma de que gane competitividad a nivel internacional.

Es loable la intención del Gobierno entrante de innovar porque nadie duda que haya que potenciar la investigación por parte del sector privado. Pero innovar significa mucho más. Innovar es potenciar la investigación privada pero no a costa de los escasos recursos de la ciencia básica. Innovar es crear puentes y demoler barreras entre Ciencia y Universidad. Innovar es romper con un sistema inmovilista.Innovar es dar un apoyo sostenido a ciencia que permita planificar y evitar que situaciones como la del Centro Príncipe Felipe puedan volverse a dar.

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