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"Apenas hemos salido de casa desde 1985"

Juana y Juan no celebran cumpleaños ni fiestas desde que España se integró en la Comunidad Económica Europea, el 12 de junio de 1985. Apenas salen a la calle y él no ha vuelto a pisar un bar para echar la partida con los amigos. Ese día, su hijo Juanín murió. ETA, encarnada en ese momento en Iñaki de Juana Chaos, lo asesinó a tiros en la calle del General Oraá de Madrid. Juanín, Juan García Jiménez, tenía 26 años y un bebé, Sergio, de dos meses y medio. En enero había aceptado un trabajo en el Ministerio de Defensa. Era un trabajador civil al que habían empleado como chófer del coronel Vicente Romero. Los dos fueron asesinados junto a la casa del militar. Durante años, los padres fueron cada día al cementerio a visitar la lápida de su hijo.

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Juana se enteró por la radio de lo sucedido. Ella y Juan, trabajador de la construcción, vivían entonces en Coslada (Madrid). "Pero como yo llamaba a mi hijo Juanín, y no oía bien el nombre que decían, no me di cuenta de lo que estaba pasando hasta que escuché los gritos de mi hermana, que vivía al lado", recuerda ahora, a sus 72 años, en su casa de Retuerta del Bullaque, un minúsculo pueblo de Ciudad Real. Allí vive el matrimonio desde la jubilación de Juan, hace más de 20 años -ahora tiene 79-, sin apenas ver a nadie. Cultivan la tierra, tienen ovejas y gallinas, y solo salen para comprar aceite y pan. "Lo único que no tenemos", explica él. Prefieren no ver a nadie más que a su hija y a sus nietos. "Durante años nos quedamos como sonámbulos, desorientados. Con dolor y miedo. Encerrados en la soledad. Ahora la gente comprende mejor lo que es ETA, pero en esos años incluso en Madrid la gente pensaba que si te mataban era porque estarías metido en algo raro".

"Juanín era ebanista", añade su madre. "Solo tenía ojos para su bebé. El trabajo de chófer lo cogió para poder pasar más tiempo con él y ganar más dinero. Yo le pregunté si, con las cosas que pasaban, no le daba miedo, pero me respondió: 'Mamá, qué cosas tienes'. Cuando me enteré de que lo habían matado, fui a la obra en la que trabajaba mi marido. No sé cómo no me maté, corriendo entre los pozos". "La vi llegar", relata Juan. "Estaba como loca, fuera de sí. Me miró y me dijo: 'Nos han matado a Juanín".

Eso fue solo el principio de una tragedia que, 26 años después, esta familia aún no ha superado. Tampoco lo ha hecho su hija Yolanda, de 48 años, que aún recuerda cómo escuchó decir a De Juana Chaos, en un juicio al que acudía como testigo en 2006, que no recordaba nada de ese atentado. "Dijo que él solo había ido a hacer un servicio, que cómo se iba a acordar. Y esas palabras, cuando a ti te han destrozado la vida, duelen profundamente. Te dejan por los suelos".

La familia tiene aún las heridas abiertas. "Debimos haber ido al psicólogo, pero era otro momento y apenas había ayudas", afirma Yolanda. "Hemos salido adelante como hemos podido". Dicen que de nada les serviría que les pidieran perdón, pero que les gustaría. "Por lo menos sabría que tienen algo de humanidad", explica Yolanda. "Me gustaría escuchar que ha sido un error pretender llegar a acuerdos matando gente".

Los padres y la hermana de Juan García Jiménez muestran la foto de su familiar asesinado. Foto: Gorka Legarcegi
Los padres y la hermana de Juan García Jiménez muestran la foto de su familiar asesinado. Foto: Gorka LegarcegiGORKA LEGARCEGI

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