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`Drones´ en las `Whale Wars´

Los ecologistas localizan a los balleneros japoneses en el Antártico con aviones no tripulados EEUU y Australia piden prudencia para que no haya víctimas en los enfrentamientos

Un tripulante del Steve Irwin lanza el avión no tripulado, el pasado 24 de diciembre en la costa occidental de Australia.
Un tripulante del Steve Irwin lanza el avión no tripulado, el pasado 24 de diciembre en la costa occidental de Australia.REUTERS

Las Whale Wars, la tensa pugna que cada año por estas fechan libran en aguas próximas a la Antártida balleneros y ecologistas, han subido de nivel. Sea Shepered, la organización que persigue a la flota japonesa, acaba de anunciar que ha conseguido localizar el ballenero Nisshin Maru mediante un pequeño avión no tripulado. El pasado 13 de diciembre, EE UU, Australia, Nueva Zelanda y Países Bajos lanzaron un inusual comunicado conjunto en el que condenaban la salida de la flota japonesa pero alertaban de que estos choques en alta mar pueden acabar con muertos si no se frenan las protestas.

"Con estos drones podemos cubrir cientos de millas", ha señalado el capitán Paul Watson, que fundó Sea Sheperd en 1977 tras dejar Greenpeace. Sus miembros son conocidos como "los piratas del mar". Con sus barcos pintados de negro asaltan desde balleneros en el Antártico a jaulas de atún rojo en el Mediterráneo. Ahora, el buque de Sea Sheperd Steve Irvin comienza una persecución de un millar de millas a por el ballenero.

La prensa australiana señala que los reconocimientos aéreos de los balleneros han revelado la presencia de personal armado para repeler los previsibles asaltos. Esto confirma la preocupación por la escalada de tensión.

Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda y los Países Bajos se han puestos duros con Japón por la caza de ballenas y con Sea Sheperd por los enfrentamientos. En un comunicado conjunto, los cuatro países critican la partida de la flota ballenera un año más con supuestamente fines científicos, pero alertan de que los choques en alta mar, cada vez más violentos, pueden acabar con muertos. Por todo piden prudencia a los capitanes de los buques que mantengan la calma y eviten colisiones como la que en 2010 destrozó un buque de Sea Sheperd, el Andy Gil, valorado en 1,5 millones de dólares.

El comunicado pide rebajar la tensión en la guerra de las ballenas e insiste en que condenan que la flota ballenera japonesa haya zarpado y que mantenga la caza, especialmente en el Santuario establecido por la Comisión Ballenera Internacional. Los países recuerdan que "las técnicas letales no son necesarias en la gestión y conservación moderna de las ballenas".

A los ecologistas les explican que reconocen el derecho a protestar pacíficamente, pero que "condenan las actividades peligrosas y violentas" y avisan de que están dispuestos a perseguir cualquier acto ilegal.

Japón firmó la moratoria en la caza de ballenas de 1985, pero al ver que ni Noruega ni Islandia lo hacían se inventó un programa científico de caza. Así captura unos 850 ejemplares de rorcual aliblanco (alega que la población supera los 700.000 ejemplares), y otros 100 de otras dos especies, entre ellas el rorcual común, una de las mayores que existen.

EE UU es el país en el que se fundó Sea Sheperd, algunos de cuyos buques llevan bandera holandesa. Australia y Nueva Zelanda son los países que más se oponen a Japón por su programa ballenero.

En 2009, EE UU y Japón estuvieron cerca de alcanzar un pacto para regular la caza de ballenas, según los cables del Departamento de Estado Obtenidos por Wikileaks. La principal petición de Tokio era que EE UU actuara contra Sea Sheperd, que le retirara la condición jurídica que le permite recibir ayudas con deducciones fiscales.

El acuerdo no salió adelante finalmente unos meses después en la Comisión Ballenera Internacional y según sus promotores habría evitado la muerte de 14.000 ballenas en 10 años. La diplomacia ballenera sigue intentando mediar en un problema que supera ya los 25 años.

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