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Un alumno sordo lucha por un intérprete de signos en su clase

El Gobierno de Cantabria lo deniega por tratarse de enseñanzas posobligatorias. La familia prefiere que siga leyendo los labios a los profesores

Carmen Morán Breña
Ignacio Portilla.
Ignacio Portilla.PABLO HOJAS

Ignacio Portilla Gutiérrez es un muchacho sordo de 20 años que estudia Microinformática y Redes en el instituto Alisal de Santander. Cuando se matriculó el año pasado en este módulo de Formación Profesional decidió que la sola lectura de labios no le bastaba ya para sacar provecho a sus estudios, necesitaba un intérprete en lengua de signos que tradujera a profesores que hablan rápido, que se vuelven a la pizarra y dan la espalda a los alumnos, que explican con la luz apagada para ver las proyecciones en la pared. “Hasta el cuello me dolía de inclinarme para poder leer los labios a los profesores en sus diferentes posturas, pero...”

 Pero su solicitud fue denegada por la Consejería de Cantabria tras considerar los criterios, dicen, del servicio de Inspección educativa, del centro de estudios, las opiniones médicas y el testimonio de la propia familia, según los cuales, explican, “se desaconseja esta medida por estimar que el tratamiento educativo que está recibiendo es el correcto”. Es el mismo, dicen, que recibió el alumno en la etapa obligatoria, “ el elegido por su familia y que consistió en la apuesta por el desarrollo del lenguaje verbal y la lectura facial”. Para ello, explican, se adaptaron las enseñanzas y las pautas de comportamiento de los profesores cuando se dirigían a él. Además, niegan la concesión del intérprete por “tratarse de un alumno matriculado en una etapa posobligatoria y porque los técnicos consultados lo desaconsejan "habida cuenta de la integración del joven en su clase y su evolución positiva".

“Tengo 20 años y creo que lo que ahora pido es lo mejor para mí, no se trata de lo que opinen mis padres sino de lo que yo creo que es mejor para mis estudios. Son mis derechos”, dice Portilla. Cita varias leyes, la de 2007, en la que se reconocen las lenguas de signos españolas y se regulan los medios de apoyo a la comunicación de estas personas, la Ley Orgánica de Educación, en contra de cualquier discriminación del alumnado, el estatuto del estudiante (un real decreto de 2010) o la de igualdad de oportunidades de 2003.

"No puedo pasar 24 horas al día mirando la cara a la gente para adivinar qué dicen"

El director del instituto Alisal, José Antonio Gurruchaga, entiende, desde un punto de vista pedagógico, que no debe ser fácil para un estudiante seguir en todo momento las explicaciones de un profesor solo leyendo el movimiento de los labios. Pero quiere dejar claro que si hay o no intérprete de signos en la clase de Portilla no depende del centro. “Si nos dan ese apoyo lo recibiremos gustosamente, como si nos dan otro profesor que nos permita dividir en dos la clase, estupendo”. Reconoce que el grupo en el que estudia este alumno es numeroso y que el chaval “se ha desmotivado y está faltando a clase”.

El absentismo puede continuar, porque Portilla ha tomado ya una decisión: “Si me conceden el intérprete seguiré en el centro, si no, ya veré si sigo luchando por ello o me voy a otro sitio. Busco lo mejor para mí, no puedo pasarme 24 horas al día mirando la cara a la gente para adivinar lo que dicen, llevo mucho tiempo haciendo ese esfuerzo y viendo cómo mis compañeros avanzan y yo me voy quedando retrasado”.

 Pero la consejería insiste: “Proporcionarle el intérprete constituiría una regresión en su evolución. La propia familia del alumno no quiere”. Puede sorprender que la familia del estudiante vaya por un lado y él por otro (como reconoce el propio alumno), pero quizá no es más que el reflejo de lo que ocurre en la gran familia de los sordos, divididos entre los que defienden como patria la lengua de signos y aquellos que creen en un sistema adaptado lo más posible al lenguaje de los que oyen y hablan de forma corriente.

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Sobre la firma

Carmen Morán Breña
Trabaja en EL PAÍS desde 1997 donde ha sido jefa de sección en Sociedad, Nacional y Cultura. Ha tratado a fondo temas de educación, asuntos sociales e igualdad. Ahora se desempeña como reportera en México.

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