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Pelícanos al garete

Tras la masiva muerte de delfines en el mar peruano, les ha tocado el turno a los pelícanos Son dos fenómenos independientes, pero el calentamiento inusual de las aguas deja a las aves sin alimento

El número de pelícanos hallados muertos asciende a 5.000, según el Ministerio de Medio Ambiente.
El número de pelícanos hallados muertos asciende a 5.000, según el Ministerio de Medio Ambiente.Carlos Bocanegra/Universidad Nacional de Trujillo

Cuando aún no se ha descifrado el misterio de la masiva muerte de dos especies de delfines en Perú (EL PAÍS, 16/04/2012), causando olas de preocupación, en los últimos días otro rastro mortal marino ha agitado más las aguas de este país: el deceso de miles de pelícanos (de la especie Pelecanus thagus), y de algunos piqueros (Sula variegata), en una larga franja costera que va desde el norte hasta la costa central.

Según el Ministerio del Ambiente, bastante sacudido por estos sucesivos fenómenos, el número de pelícanos muertos asciende a 5.000, una cantidad bastante alta, que ha sido registrada sobre todo en las regiones de Lambayeque y La Libertad (costa norte) y hasta en Lima, donde se encontraron algunos ejemplares muertos en las playas vecinas a la capital. La imagen de estas aves inertes inunda ahora los medios de comunicación.

Aunque en un principio se vinculó la muerte de los cetáceos a la de las aves, debido a su coincidencia en el tiempo, varias investigaciones hechas sobre la marcha descartaron una relación al menos directa. En incursiones de campo hechas en las playas de La Libertad, el biólogo Carlos Bocanegra, de la Universidad de Trujillo, y su equipo comprobaron que la temperatura del mar se había elevado y había dejado sin sustento a los pelícanos.

La temperatura del mar se ha elevado y ha dejado sin sustento a los pelícanos

Normalmente, la temperatura del Ecosistema de Humboldt —una franja de mar que va desde la Península de Illescas, unos 900 kilómetros al norte de Lima, hasta el norte de Chile— fluctúa entre los 14 y 18 grados. Pero registros recientes de IMARPE (Instituto del Mar Peruano) arrojan, según Carmen Grados, oceanógrafa de esta institución, un aumento de al menos uno o hasta dos grados, dependiendo de qué zona del mar se trate.

La consecuencia infeliz de esto es la huida de la anchoveta. Esta especie, que es el menú principal de los pelícanos, tiende a fondearse o a desplazarse hacia el sur, tal como apuntan Bocanegra y Yuri Hooker, biólogo del Servicio Nacional de Áreas Protegidas (SERNANP). “Al sentir la entrada de una masa de agua cálida, el pez puede bajar hasta los 30 metros o quizás más y se pone fuera del alcance de las aves”, explica Hooker.

A diferencia del piquero, o del guanay, nombre con que se conoce en el Perú a una especie de cormorán (Phalacrocórx bougainvillii), el pelícano no bucea mucho, apenas mete un poco la cabeza en el agua y, por tanto, no llega a capturar su alimento. De allí que la tragedia biológica observada en los últimos días por investigadores y pescadores en las orillas, ha sido la muerte de jóvenes pelícanos que sucumbieron a la inanición.

“No tenían nada en el buche”, explica Bocanegra, quien examinó algunos ejemplares muertos, en los que encontró el áscaris lumbricoides, un nemátodo (gusano) que suele parasitar a los seres vivos, incluido el hombre. Un guanay, enfrentado a la ausencia de comida, bucea hasta 30 o 40 metros en busca de la anchoveta. Por eso no se han encontrado guanayes muertos, aunque sí algunos piqueros (que se sumergen sólo unos tres metros).

Pero el drama aviar no se redujo a la desoladora presencia de las aves sin vida en las playas. Ante la incertidumbre inicial, la Dirección General de Salud de La Libertad, una de las zonas más afectadas por el fenómeno, pidió no consumir pescado, en prevención de que las especies estuvieran contaminadas. DIGESA (Dirección General de Salud Ambiental), a su vez, recomendó a la población no asistir a las playas donde había pelícanos varados.

Se teme que el agua más cálida no sea sino el anuncio de la llegada del fenómeno el Niño

Esto desató rápidamente un temor colectivo con respecto al consumo de peces, en un país donde las especies marinas son quizá la cadena más alta de la encumbrada culinaria nacional. Según informa el diario La República, en su edición del 10 de mayo, en el terminal pesquero del distrito limeño de Villa María del Triunfo –una suerte de fantástica feria de venta al por mayor de pescado- las compras disminuyeron en un 50%.

Ello a pesar de que, un día antes, el Ministerio del Ambiente había convocado una conferencia de prensa en la que procuró conjurar la preocupación. Presentó al Grupo Técnico de Trabajo Multisectorial, integrado por el IMARPE, el SERNANP, la Dirección General Forestal y de Fauna Silvestre, la Oficina de Evaluación y Fiscalización Ambiental, entre otras entidades. La primera conclusión fue rotunda: sí se puede comer pescado.

Ni las investigaciones de IMARPE, ni las de la Universidad de Trujillo, arrojan contaminación alguna en los peces, pero sí una incremento de aguas más calientes, que provienen de la llamada Onda Kelvin (agua cálida proveniente del oeste) y de la corriente ecuatorial, que normalmente llega más allá de Illescas. Al debilitarse los vientos alisios, que van de sur a norte, el agua caliente comienza a entrar con fuerza inusitada.

No se sabe aún si este es el anuncio de un Niño, evento natural que, en ocasiones pasadas (los años 1982-1983 y 1997-1998) causó numerosos estragos en el Perú. Según Grados, que también pertenece a la entidad denominada ENFEN (Estudio Nacional del Fenómeno El Niño), “se observa desde febrero un notorio incremento en la temperatura del mar”, que, sin embargo, aún no es suficiente para determinar si se acerca el temido fenómeno.

Es probable que este otoño haya menos anchoveta, lo que afectaría mortalmente a los pelícanos

Patricia Majluf, hasta hace poco viceministra de Pesquería (renunció por no estar de acuerdo con las cuotas de captura de merluza), coincide con este diagnóstico y añade que “el Ecosistema de Humboldt es muy dinámico”, por lo que resulta difícil predecir su comportamiento. Sí es esperable, según un comunicado de ENFEN, que la TSM (Temperatura Superficial del Mar), y la del aire, continuarán así hasta el otoño.

Es decir que el agua marina, y la temperatura en general, seguirán cálidos hasta junio, cuando comienza el invierno en este hemisferio. Y, por lo tanto, es probable que haya menos anchoveta (la biomasa actual de esta especie es de 9,6 millones de toneladas), algo que afectaría, mortalmente, a las aves guaneras (los pelícanos, piqueros y otras especies), así como a la industria pesquera peruana, que se vería obligada a disminuir sus capturas.

¿Se trata, finalmente, de indicios del cambio climático? Gabriel Quijandría, viceministro de Desarrollo Estratégico de los Recursos Naturales, sostiene que no hay pruebas de ello. En la comunidad científica, la presunción de que los Niños se agudizan debido al calentamiento global es creciente, pero no concluyente, aunque la muerte masiva de aves, peces o cetáceos parece sugerir, con frecuencia, que el clima está desvariando.

Cetáceos en espera

Respecto a la reciente muerte de dos especies de delfines en el mar peruano, las autoridades han informado que aún no hay conclusiones, pero se sigue sospechando del Morbillivirus cetáceo. La Universidad Peruana Cayetano Heredia se encuentra investigando el tema, pero necesita unos reactivos que acaban de llegar de Estados Unidos.

El número oficial de cetáceos muertos asciende a 877, menor al que diera ORCA (Organización Científica de Animales Acuáticos), que subió la cifra hasta 3,000. Los representantes de esta entidad insistieron esta semana en la hipótesis de que los delfines murieron por el impacto acústico de exploraciones sísmicas de barcos petroleros.

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