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EDUARD PUNSET / Divulgador científico, economista y escritor

"Esto es casi Hollywood"

El divulgador científico, economista y escritor, Eduard Punset reconoce que ha conocido a muchos hombres que no eran ni la mitad de cariñosos que los monos

Punset, en su casa de Pineda del Mar, en Barcelona.
Punset, en su casa de Pineda del Mar, en Barcelona. JOAN SÁNCHEZ

Pregunta. Quién le iba a decir, cuando dejó la política, que viviría de la neurona.

Respuesta. Es que me di cuenta de que lo importante es el funcionamiento del sistema neurológico. No sabíamos nada del cerebro. Y de pronto podemos abandonar lo que decía Llinás, el neurólogo de origen colombiano afincado en Estados Unidos: que lo único que sabemos es que no sabemos nada.

P. Eso ya lo dijo Sócrates.

R. Sí, pero Llinás y compañía descubrieron por qué no sabíamos nada: decían que era porque el conocimiento estaba escondido el cerebro.

P. ¿Se siente más animal político, animal televisivo o simplemente animal?

R.  Animal.

P. ¿Y se parece más a un elefante de Bostuana o a un gato?

R. Bueno, yo soy el resultado de las emociones de los dos.

P. Usted, que le contó a Bill Gates la fórmula de la felicidad, ¿podría apuntármela?

R. Sería algo que, sin duda, tendría en cuenta la emoción.

P. Ya que sale tanto en la tele, ¿presentaría Sálvame o Gran Hermano?

R. No. No porque no me guste, sino porque no tengo tiempo.

P. “Seguimos pensando como en Atapuerca”. ¿Quiere decir que entonces ya eran del PP, como pensamiento mayoritario?

R. Los de Atapuerca yo no sé de quién eran, francamente. Pero, ¿pensamiento mayoritario? Yo creo que el pensamiento es siempre minoritario.

P. ¿Qué echa de menos de la etapa de ministro y de político?

R. Nunca le he conferido un significado mayor que el de cualquier otra etapa, como la de profesor, investigador o novelista.

P. ¿Por qué pensó que eran más saludables la meditación y la ciencia que la política?

R. Creo que es una cuestión de edad. Uno de los fallos actuales es la ausencia de liderazgo joven. Evolutivamente, la manada siempre recurrió a los jóvenes cuando tenía dificultades: atravesar un río, subirse a una montaña. Ahora no hay manera. Probablemente se ha hecho más difícil por el fracaso sonado de algunos dirigentes jóvenes, que han defraudado.

P. Hace 27 años escribió La salida de la crisis. Qué momentazo para una segunda edición.

Perfil

Tiene 75 años y tres hijas y dice que no le gusta nada fuera del trabajo. Sólo le saca de él la bicicleta, diez kilómetros diarios, en recuerdo de la distancia que recorría de crío desde el colegio hasta el médico. Le da vergüenza confesar que no va al cine o al teatro. Colecciona fósiles. Le han dado la quietud del tiempo, y la certeza de que “no sabremos la diferencia entre un instante y un millón de años”.

R. Es curioso. Yo mismo estaba intrigado y quería buscar alguna diferencia básica entre aquella crisis y esta. Y no la hay. Es siempre la misma falta de sincronización entre los credos socialdemócrata y liberal.

P. Para el Viaje al optimismo, su último libro, ¿qué hay que meter en la maleta?

R. La realidad pura y dura, que dice que nuestra esperanza de vida ha mejorado dos años y medio cada década y que la senectud se ha retrasado. Hoy no se puede ser pesimista, porque, cuando miras atrás, cualquier tiempo pasado fue peor.

P. El pasado será peor. Pero hoy día esto no es Hollywood.

R. Comparado con el pasado, esto es casi Hollywood, aunque haya muchas cosas que nos desagraden, como esta separación visceral del país entre derechas e izquierdas, que no tiene explicación, porque no aporta nada en términos de conocimiento.

P. ¿Un optimista es un ser normal, pero que no sabe de economía?

R. Un optimista es un ser normal que intenta mirar, al margen de las ideologías y de sus propias convicciones, lo que está ocurriendo en la realidad.

P. ¿Por qué sabe que los tristes del planeta son un 30 por ciento?

R. Es mucho, pero son las cifras de que disponemos en el ámbito científico. Me cuesta pensar en alguna enfermedad que no sea de ánimo, psicológica, que alcance ese porcentaje.

P. ¿Entre los Hermanos de las Escuelas Cristianas, el PCE y el Consejo de Ministros le dejaron apañado?

R. Creo que me influyeron en lo que debían cada uno de ellos, sin exagerar, y ninguno de los tres ha prevalecido sobre el resto.

P. Entre uno y diez, ¿cuál es su grado de incertidumbre?

R. Nueve.

P. ¿Se le ponen así los pelos de tanto pensar?

R. La relación entre los pelos y el pensamiento está escrita en la historia de la evolución. Tengo algunos amigos calvos, y les digo que a lo largo de la evolución la calvicie cumplió una finalidad: evitar las infecciones de piojos, pulgas e insectos.

P. ¿Uno se puede quedar calvo pensando?

R. De pensar, creo que tiene poco que ver.

P. ¿Es más comprensible la astrofísica o la reforma laboral?

R. Hay menos burocracia y menos dogmatismo en el intento de percibir lo que es la astrofísica que lo que es la reforma laboral.

P. Dice que buscamos cada vez más explicaciones a lo que pasa en la ciencia. ¿Es eso posible, con estos obispos?

R. ¿Hay alguien que busque soluciones en lo que dicen los obispos?

P. ¿Ha conocido algún mono más cariñoso que algún hombre?

R. He conocido a muchos hombres que no eran ni la mitad de cariñosos que los monos.

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