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ALMUERZO CON... SERGIO R. BLANCO

“El arte, más que respuestas son preguntas”

El crítico publica el libro por el que es Premio Nacional de Artes Plásticas

Sergio R. Blanco se fue a México con 22 años.
Sergio R. Blanco se fue a México con 22 años.KERIM MARTÍNEZ

La céntrica plaza madrileña de Callao fue el punto de encuentro. Entre el bullicio de decenas de turistas, Sergio Rodríguez Blanco, a pesar de ser madrileño, de Vallecas para ser más exactos, se considera un visitante más. Es que este periodista, escritor y crítico de arte de 32 años lleva más de una década viviendo en México, país que lo ha acogido como un hijo y cuyo amor se ha visto recompensado con el Premio Nacional de Bellas Artes para Crítica de Artes Plásticas que obtuvo en 2009 por su libro, Alegorías capilares, un ensayo sobre la obra de Gabriel de la Mora.

La elección del restaurante corre por su cuenta: mexicano, por supuesto. “Salud por el periodismo y por el libro”, brinda a modo de celebración, ya que es uno de los pocos textos de artes plásticas premiados que logra ser publicado, y el cual tiene previsto presentar este verano en España.

Y mientras espera unos nachos con guacamole, Sergio comienza a relatar su experiencia de cómo fue escribir un ensayo sobre la obra de un artista que utiliza el cabello humano como base de sus composiciones. No es conversación fácil durante un almuerzo, claro está. Pero lo intentamos. “Es un libro para un público especializado aunque también para uno sensible que sienta curiosidad y un poquito de morbo. El tema del material es polémico y puede pasar con el libro lo que pasa con la obra: ves un papel con imágenes, algunas de ellas incluso perversas, y cuando te acercas notas que es pelo y surge una sensación de atracción / repulsión”.

En época de crisis hay que buscarse la vida en el mundo”

Sergio comenzó a escribir el libro mientras hacía la maestría sobre arte contemporáneo en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Conoció a Gabriel de la Mora durante una feria en 2004 e inmediatamente surgió el interés, primero como periodista, después como crítico. “El arte más que respuestas, son preguntas”, afirma el joven con un ya perceptible deje mexicano. Agrega que abordó el libro desde el punto de vista de la dialéctica de Walter Benjamin que resume así: las obras primero y, a partir de ellas, la teoría. “A veces, el crítico se encuentra con una teoría muy interesante y trata de adaptarla al mundo. En mi caso, el abordaje fue a partir de las obras, por lo interesante del material: pelo y papel”.

Durante su investigación comenzó a descubrir otros significados, por ejemplo, que el pelo usado en la obra es del mismo retratado en vida, o ha sido extraído ya muerto. “No basta con mirarla como cualquier obra de arte, sino que vas tirando, más que de un hilo de un pelo, y van saliendo todas las historias y relaciones. El pelo gana significado”.

Su entusiasmo por la obra —y el pelo— es enorme, pero lo deja de lado cuando llegan el pollo flor de calabaza y la tinga de guajolote. Reconoce que irse a México cuando tenía 22 años fue difícil. Sin embargo, asegura que “en tiempos de crisis hay que buscarse la vida en el mundo”. “¿Qué pierdes con cumplir tu sueño? Tal vez para lograrlo te tienes que ir; si te va mal, vuelves”, recomienda. Sobre el futuro, revela que seguirá con sus Alegorías. Investigará, como parte de un doctorado en Nueva York, las obras de los mexicanos Sandra Polidori, Daniela Edburg, Daniel Lezama y más de De la Mora.

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