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Richard F. Stolz, el agente que limpió la imagen de la CIA

Regresó a la agencia tras el escándalo de venta de armas a Irán en 1986

Carolina García
Richard F. Stolz, en 1965.
Richard F. Stolz, en 1965.

Richard F. Stolz (Dayton, Ohio, 1925) agente de la CIA (Agencia Central de Inteligencia, en sus siglas en inglés) fue el artífice del lavado de cara del espionaje estadounidense tras el escándalo de 1986 cuando, bajo el mandato del presidente Ronald Reagan, Estados Unidos vendió armas a Irán a cambio de liberar a rehenes estadounidenses que se encontraban secuestrados en Teherán. Stolz falleció el pasado 9 de junio, a los 86 años, debido a las complicaciones de salud surgidas tras sufrir una caída.

El escándalo conocido como Irangate fue una operación de venta de armas a Irán, que en esos años se encontraba en guerra con su vecino Irak. El embargo del Congreso contra el país persa prohibía cualquier tipo de intercambio. Stolz intervino pese a que ya se encontraba disfrutando de su jubilación, después de 31 años de servicio.

Pero la misión de limpiar la imagen de la agencia de inteligencia comenzó antes del envío de armas a Irán, en concreto cuando estalló el escándalo del uso de fondos públicos para ayudar a la extrema derecha de Nicaragua contra el Gobierno sandinista.

Quien más adelante se convirtió en una pieza clave del servicio de inteligencia estadounidense en los años ochenta, se crió en Summit, Nueva Jersey, y combatió en la II Guerra Mundial. Se graduó en el Arhemst Colledge con mención de honor. Posteriormente, ya dentro de la agencia, fue destinado a países como Italia, la extinta República Federal de Alemania, Turquía, Bulgaria y Moscú, de donde fue expulsado en 1965 acusado de espionaje.

El nombramiento de Stolz tras su jubilación llegó durante un cambio en la cúpula de la CIA. El director de la agencia en 1986, William J. Casey, murió al comienzo de las comisiones de investigación abiertas en el Congreso por el caso de Irán. Casey fue sustituido por William H. Webster que fue quien convenció a Stolz, su antiguo compañero de clase, para que volviera a la agencia como director de operaciones de la CIA.

Con un Congreso en pie de guerra tras los escándalos, William D. Murray, exoficial de la agencia, argumentó entonces en The New York Times que “Stolz hizo un buen trabajo al volver y restablecer las relaciones con el Capitolio”. Aunque las consecuencias de los sucesos de Irán y Nicaragua no fueron las únicas cuestiones delicadas a las que se tuvo que enfrentar Richard F. Stolz.

Ante la sospecha de que el Capitolio quería reducir gastos en defensa y en inteligencia, Stolz decidió planear un futuro alternativo para la CIA. Amplió los destinos de las operaciones e incluyó la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico internacional como objetivos de la agencia. El espía se retiró por segunda vez en 1990, tras la caída del muro de Berlín. Un excompañero recuerda lo que Stolz dijo entonces: “Te lo puedes creer, se acabó la guerra fría”.

Quienes compartieron su agitada vida en la agencia le definen como una persona indulgente y comprensiva con sus agentes. “Está bien correr riesgos, su jefe les apoyará; siempre y cuando los beneficios potenciales sean mayores que el peligro de quedar atrapado”, recuerda Thomas Twetten, exagente de la CIA y que se convirtió en el reemplazo de Stolz cuando este se jubiló. En 1991, el presidente George W. Bush le concedió la Medalla Nacional de Seguridad por su labor desarrollada en Inteligencia.

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Sobre la firma

Carolina García
La coordinadora y redactora de Mamas & Papas está especializada en temas de crianza, salud y psicología, y ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Es autora de 'Más amor y menos química' (Aguilar) y 'Sesenta y tantos' (Ediciones CEAC). Es licenciada en Psicología, Máster en Psicooncología y Máster en Periodismo de EL PAÍS.

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