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El beato Lolo divide a la prensa

La presidenta de la FAPE distingue a un reportero fallecido en 1971 que difundía la religión y lo compara con el reconocimiento a Miguel Hernández

El beato Lolo (derecha).
El beato Lolo (derecha).DIÓCESIS DE JAÉN

“Los periodistas podrán encontrar en él un testimonio elocuente del bien que se puede hacer cuando la pluma refleja la grandeza del alma y se pone al servicio de la verdad y las causas nobles”. El Papa Benedicto XVI ensalzaba así, en junio de 2010, la vida y la obra de Manuel Garrido Lozano, Lolo, el primer periodista seglar en ser beatificado. Ahora, dos años después, la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE) ha acordado conceder el diploma de honor, a título póstumo, al beato Lolo “por su ingente aportación moral e intelectual a la profesión”. Una distinción que ha generado una fractura en la FAPE. La junta directiva se opuso a un reconocimiento de mayor rango —la concesión de un carné honorífico— que había avalado su presidenta, Elsa González, periodista de la Cope, la emisora de los obispos.

Manuel Garrido Lozano (Linares, Jaén, 1920-1971) fue autor de una decena de libros y cientos de artículos publicados en la prensa provincial y nacional de contenido social, humano, religioso y místico. A través de un comunicado, la FAPE destacó que Lolo “elaboró un profundo código deontológico”, para la profesión periodística. Trabajó en diarios como Ya y Abc, y su obra literaria más famosa fue El árbol desnudo, que fue finalista del Premio Nadal. Pero fue la revista Vida Nueva la que le adquirió su primera obra, El sillón de ruedas, una metáfora de lo que fue gran parte de su vida.

La junta directiva se dividió. “Es un despropósito”, dijo uno de los presentes

Cuatro décadas después de su muerte, el beato Lolo ha provocado un encontronazo en el organismo que representa a los periodistas de toda España y ha sido protagonista involuntario del desencuentro entre la cúpula directiva de la FAPE. Su presidenta planteó hace aproximadamente un mes a la junta directiva de la institución que se le concediera al jienense el carné honorífico de la FAPE, una distinción de carácter extraordinario que se otorga en muy contadas ocasiones.

La candidatura del beato Lolo desató la airada reacción de algunos de los miembros de la junta, que consideraron la propuesta “un despropósito”, al no alcanzar a comprender “los méritos del candidato”. Hubo quienes se negaron rotundamente a concederle tal distinción y dejaron en manos de la Asociación de Periodistas de Jaén (APJ), la concesión de cualquier otro galardón.

La Unión de Periodistas Católicos quiere a Lolo como patrón de la prensa

Algunos de los miembros de la junta directiva de la FAPE que votaron en contra de concederle el carné de honor, se declaran sorprendidos de que finalmente la federación le concediera un diploma a Garrido Lozano. Tal reconocimiento ha tenido un camino tan rápido como sorprendente. La Asociación de la Prensa de Jaén recibió hace unos meses un escrito anónimo con un pliego de firmas para que los asociados avalasen tal distinción. La hoja casi quedó en blanco, prueba evidente de que la figura de Lolo es poco conocida entre la profesión periodística. Así que fue la Iglesia católica y, sobre todo, la Asociación Amigos de Lolo, de Linares, los que se movieron y llevaron la petición a la presidenta de la FAPE, que aceleró los trámites.

Elsa González asegura que la propuesta, de la APJ fue apoyada por la Asociación de Periodistas Católicos. “Se les ocurrió cuando se le concedió el carné de la FAPE al poeta Miguel Hernández”, dice la presidenta de la FAPE, que subraya el trabajo del beato Lolo: “He leído sus artículos y son muy interesantes. Tiene una pluma muy buena”. Asegura que para otorgar la distinción que a título póstumo recibirá el beato Lolo “no hace falta la aquiescencia de toda la FAPE” y que se han seguido todos los pasos “de forma rigurosa”. González afirma que acudirá a Jaén en septiembre para estar presente en el acto de entrega de este reconocimiento. La beatificación no es el último camino trazado por la Iglesia para Lolo. Ya se trabaja en el expediente para su canonización. Mientras tanto, la Unión de Periodistas Católicos baraja proponer a Lolo como patrón de la profesión.

Muchos se sorprenden de que la FAPE haya intentado colocar en el mismo plano al beato Lolo y al poeta Miguel Hernández. La entidad otorgó en 2011 a título póstumo al autor de El rayo que no cesa el carné de periodista. “Fue una propuesta de la Asociación de la Prensa de Alicante”, recuerda González, que entregó aquel reconocimiento junto a la entonces ministra de Sanidad, Leire Pajín, a la nieta del poeta, María José Hernández, y la nuera, Lucía Izquierdo. También recibieron un diploma acreditativo para reconocer la labor periodística del poeta de Orihuela, cuyas crónicas de guerra y críticas literarias fueron publicadas en más de medio centenar de diarios y revistas. “Es un placer para la FAPE, la Federación que agrupa a los periodistas españoles, entregar este carné profesional… Aunque llegue casi 70 años tarde”, dijo González en aquel acto.

El milagro del reportero

No fue su labor evangelizadora la que utilizó la Iglesia para iniciar el proceso de beatificación de Manuel Garrido Lozano. Se tuvo que recurrir al “hecho milagroso” de la curación de un niño de dos años, gravemente enfermo de sarampión, peritonitis y cólico fecaloideo, para que la Congregación para las Causas de los Santos lo atribuyese a la intercesión del, desde entonces, venerable Manuel Lozano Garrido.

Y así fue como Lolo fue beatificado el 12 de junio de 2010, en un abarrotado recinto ferial de Linares, en una celebración presidida por Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, y concelebrada por el nuncio Renzo Fratini y una veintena de prelados, entre ellos los cardenales Rouco Varela, Carlos Amigo y Antonio Cañizares. “Lolo se hubiera reído de todo esto. Hubiera dicho, pero qué tontos sois. A qué viene todo esto. Era así”, declaró entonces Lucía, una de sus dos hermanas.

Lolo fue “un precursor de los temas sociales en los periódicos, como lo demostró contando la realidad de la minería de Linares y Sierra Morena a mitad del siglo pasado”, comenta el escritor y sacerdote Juan Rubio, biógrafo de Lolo y director de la revista Vida Nueva.

A Lolo le sorprendió la Guerra Civil siendo un joven activista de Acción Católica. Su biógrafo recuerda que tuvo que pasar la Semana Santa en prisión, pero su hermana Lucía logró llevarle las formas para que repartiera la comunión entre los presos. “En Lolo no hubo ninguna adscripción ideológica”, subraya Rubio, autor del libro Lolo, un escritor a ras de suelo.

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