La invención de la oscuridad
Un recinto cinematográfico es más que un sitio en el que se proyectan películas
Un recinto cinematográfico es más que un sitio en el que se proyectan películas. Es un lugar de encuentro y de contacto físico, con el significado que cada uno le quiere dar a esto del contacto humano. No deja de ser curioso cómo el cine primitivo —al que hay que volver una y otra vez en busca de fundamento y reflexión, no de imitación— tomó oportunamente lo que le era necesario de otras artes para constituirse como una invención industrial y masiva.
Las primeras salas para la proyección de cine fueron improvisadas: nada de teatros a la griega, ni de lujosos coliseos de ópera. Se proyectaba en cafés con las ventanas oscurecidas, en barracones, en frontones en los que se colocaba una pantalla y asientos transportables. Las primeras salas estables recordaban más los tinglados de una fábrica que otra cosa. Lo que se estaba inventando era para un público numeroso, de letrados e iletrados, tenía que ser barato y tan práctico como una máquina de coser.
Pero ningún espectáculo público está carente de rito, y este apareció de tal forma que los espectadores tuvieran que contagiarse unos a otros de la risa o el llanto. Una reliquia de ese fundamento aparece aún en las series televisivas con risas incorporadas a la banda sonora, como un público invisible.
El estilo art déco acompañó a la modernidad, pero no únicamente. El edificio expresionista que alberga el cine Capitol, en Madrid, fue el primero en tener aire acondicionado en la capital. Una pasión refrigerada.
El audiovisual se puede consumir hoy en casa, con la luz encendida y sonidos no controlados. No muy lejos de lo que es la lectura, soledad compartida. Una serie online es como un buffet bien surtido, cada uno coge lo que quiere y cuando quiere. Se está lejos del rigor temporal de una película, pacto y medida.
La envolvente, radiante, oscuridad y la presencia de la música acompañando a las imágenes fundamentan aún hoy el invento del cine en sala. El cine pudo ser mudo, y lleno de poesía silente, pero siempre ha llenado sus recintos de sonidos musicales, como si quisiera compensar con ello el miedo a esas enormes imágenes que estallan en la oscuridad.
Manuel Gutiérrez Aragón es director de cine y escritor.