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Los ensayos para una vacuna del alzhéimer se aceleran

El laboratorio Grífols quiere empezar las pruebas en España en 2013 Los prototipos buscan reducir las proteínas que se acumulan en el cerebro

Los ensayos para una vacuna contra el alzhéimer se aceleran. Y la última que se ha incorporado a la carrera es la multinacional española de productos hemoderivados Grífols. Esta quiere comenzar los ensayos clínicos en humanos de su prototipo durante el primer trimestre de 2013, según han  anunciado esta mañana los responsables de la estrategia de investigación en esta enfermedad degenerativa, que afecta a medio millón de españoles y a 25 millones de personas en todo el mundo. La vacuna ya se ha testado en animales y está pendiente de ser aprobada por la Agencia Española del Medicamento. La empresa aprovechó la inmediatez del Día Mundial del Alzheimer, que se conmemora el viernes, para anunciar sus proyectos en esta enfermedad.

El jefe de operaciones clínicas del laboratorio, Antonio Páez, explicó después a EL PAÍS que se trata de un modelo que ya se ha ensayado en ratones con buenos resultados. "Al abrirlos después de muertos se vio que la cantidad de proteínas beta-amiloides se habían reducido", dijo. Además, "También habían mejorado sus funciones cognitivas". Estas se miden al poner a prueba la capacidad de los animales para salir de un laberinto, y se basan en que existen modelos de roedor con la enfermedad muy similar a la que se da en humanos, explicó. En cualquier caso, "habrá que ver" qué pasa en personas, ya que no sería la primera vez que un preparado que parece que funciona en animales no lo hace en humanos. "Y las capacidades cognitivas de las personas son muy superiores", así que una de las cosas que habrá que medir es cuánto se recuperan, añadió Paéz.

El prototipo de Grífols se basa en estimular el sistema inmunológico para que ataque los acúmulos de estas proteínas. Se ha comprobado que son una clave de la enfermedad, ya que se amontonan en el cerebro e impiden el correcto funcionamiento de las neuronas. "En el fondo, da igual si se tratan de la causa del alzhéimer o de un efecto", porque lo que está claro es que su presencia es determinante en la enfermedad, dice el investigador.

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La vacuna tiene un diseño muy sencillo: se trata de estimular el sistema inmunitario utilizando como activador (el antígeno) fragmentos de la beta-amiloide. De hecho, ya se ha visto que las defensas tienden a reaccionar ante la presencia de esta molécula, pero "de una manera insuficiente", afirma el médico. Esta aproximación tiene una doble propiedad: puede ser preventiva, pero también -y esto es lo que se va a probar- terapéutica. Es decir, en teoría puede servir antes de que aparezca el deterioro, o después.

Sáez admite que no son los únicos que están con este tipo de ensayos. En junio, el  Instituto Karolinska de Estocolmo anunció los resultados positivos de un intento de inmunización contra la enfermedad. Era, también, un ensayo en fase I (en puridad, lo que mide es la seguridad, no la eficacia). "La diferencia está en que parte de la beta-amiloide se usa como antígeno. Y esto es clave, porque de ello depende la potencia de la respuesta", dice Sáez.

En este primer estadío, que llevará a cabo la Fundación ACE de Barcelona, se involucrarán a muy pocos voluntarios, para reducir los posibles riesgos por si aparecieran efectos secundarios adversos. El desarrollo de este fármaco y otros abordajes lo realiza la multinacional a través de su filial Araclon Biotech, de Zaragoza.

Este no es el único frente contra el alzhéimer que tiene abierto Grífols. Uno de ellos es la creación de un kit de diagnóstico de la enfermedad en fases muy tempranas. La segunda es una terapia para ralentizar el avance de la destrucción de neuronas que provoca el alzhéimer en pacientes en fases muy tempranas. El objetivo final, ha resumido el director científico y fundador de Araclon, Manuel Sarasa, es lograr la homologación del kit de diagnóstico para poder detectar a pacientes en fases muy tempranas y poder ralentizar su avance; además de lograr, en el futuro, hacer profilaxis con la vacuna. “El objetivo, como en cualquier investigación médica, es que los pacientes puedan hacer su vida lo más normal posible”, en este caso pese a tener pérdidas de memoria, ha sintetizado la doctora Mercè Boada, que dirige el proyecto AMBAR, como se llama el estudio sobre las medidas para frenar la progresión de la enfermedad, en el que participan 350 pacientes, 200 de ellos españoles y el resto de Estados Unidos.

Se trata de potenciar la respuesta inmunológica natural

La técnica en la que trabaja Grífols se llama hemoféresis y consiste en extraer sangre de los pacientes. De ella, la parte sólida (glóbulos) se reinyecta, y se trabaja con el plasma. Sería algo parecido a una diálisis, pero en vez de proceder a hacer un recambio de todo la sangre, se separa solo una pequeña cantidad de plasma (800 mililitros) y se sustituye por una solución de albúmina al 5% o inmunoglobulina intravenosa, dos de las principales proteínas del plasma. Estas serían las encargadas de movilizar y destruir las proteínas beta-amiloide. Boada ha subrayado la “seguridad del estudio”, que además de que puede hacerse de forma ambulatoria (sin necesidad de ingresar al paciente durante horas), no ha producido daños en los pacientes que participan. “No ha habido ni trombosis, ni complicaciones, ningún fallecimiento”, ha destacado.

El presidente de la división de Productos Biológicos de Grífols, Javier Jorba, ha destacado el bagaje de la compañía en productos derivados del plasma (la parte líquida de la sangre) y en concreto de la proteína albúmina, considerada fundamental en este campo.

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