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CIENCIA

Mejillones artificiales para medir la contaminación marina

Un tubo de plástico con una resina sintética simula la función filtradora de los bivalvos y permite detectar la presencia de metales pesados en el agua

Un mejillón artificial, dispositivo de muestreo para medir la contaminación marina.
Un mejillón artificial, dispositivo de muestreo para medir la contaminación marina.IEO

Los bivalvos como los mejillones, o las ostras, se alimentan filtrando el agua del mar y extrayendo de ella los nutrientes. Pero junto con su alimento también absorben contaminantes, como los metales presentes en el agua o compuesto orgánicos como los hidrocarburos. Por supuesto, los bivalvos que se encuentran en el mercado para el consumo humano están controlados y proceden de instalaciones en lugares adecuados para su producción, pero esa capacidad filtradora natural es muy útil para los investigadores que, desde hace un par de décadas emplean estos animales como indicadores de contaminación marina. Ahora, los científicos tratan de mejorar la naturaleza para este fin concreto y han desarrollado dispositivos de muestreo pasivos, como los mejillones artificiales. En España, unos científicos del Instituto Español de Oceanografía (IEO) están probando en Murcia unos de estos bivalvos desarrollados en China.

“Son unas bolitas de un milímetros de diámetro hechas de una resina sintética absorbente que van inmersas en una solución de agua dentro de un tubo de plástico sellado con gelatina permeable al agua de mar; tienen el tamaño de un pulgar”, explica Carlos Guitart. “Se sumergen en el agua y los metales disueltos se van quedando en la resina, se pueden mantener entre uno y seis meses fondeados y luego se sacan para analizar la resina y medir su concentración”, añade. Están hechos de materiales accesibles y baratos. Desde luego, no se parecen físicamente en nada a los negros mejillones, pero imitan bien su función filtrante. Y tienen muchas ventajas para hacer el seguimiento y control de la contaminación a lo largo de las zonas costeras.

Los mejillones naturales se utilizan para estos fines desde hace más de 20 años, en medio centenar de países, incluida España, comenta Guitart. Empezaron a utilizar estos organismos filtradores en EE UU y allí usan los mejillones en la costa del Pacífico y las ostras en la costa Atlántica.

Pero los bivalvos tienen sus pegas a la hora de hacer los análisis, como las variaciones del ‘comportamiento’ de los mejillones como filtradores en función de la temperatura del agua, la salinidad, la fase del desarrollo del animal, la posible presencia de parásitos, el ciclo reproductivo, la disponibilidad de alimentos, etcétera. Por esta razón también es difícil hacer comparaciones precisas de los niveles de contaminantes entre un lugar y otro con poblaciones naturales de mejillones.

Con los muestreadores inertes, los mejillones artificiales, se pretende eliminar gran parte de esos factores que constituyen el llamado ruido de fondo de las medidas. Además, tienen una ventaja única: pueden utilizarse en aguas en las que no hay mejillones naturales. Además de dispositivos emuladores de los mejillones, se pueden hacer sensores de este tipo para un amplio rango de diferentes contaminantes.

Los dispositivos que están probando los especialistas del IEO han sido desarrollados en la City University de Hong Kong y la Universidad de Hong Kong. “Nosotros estamos colaborando con la fase de experimentación de estos mejillones artificiales en el agua junto con mejillones naturales y ver si son comparables sus datos”, explica Guitart.

Para las costas españolas hay bases de datos de contaminación marina medidos con mejillones desde hace dos décadas, y cambiar de sistema de muestreo sin estudios previos puede comprometer la validez de las series históricas. Guitart pone el ejemplo de la evaluación ambiental durante el desastre del vertido del buque ‘Prestige’ en las costas Gallegas en 2002. “Fueron muy útiles las bases de datos del IEO de contaminación por hidrocarburos en el mejillón tomados antes, durante y después de aquel vertido para su seguimiento y control de impacto en el mar”, destaca el investigador.

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