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EMILIANA VEGAS Jefa del área de Educación del Banco Interamericado de Desarrollo

“Los empleadores reclaman más habilidades socioemocionales”

J. A. Aunión
Emiliana Vegas es la jefa del áera de Educación del Banco Interamericado de Desarrollo
Emiliana Vegas es la jefa del áera de Educación del Banco Interamericado de DesarrolloCRISTÓBAL MANUEL

La reforma que propone el Gobierno español para la escuela abraza muchas de las teorías imperantes en la Economía de la Educación, aunque con matices y adaptaciones variadas. Emiliana Vegas es especialista en esa disciplina y la pone en práctica con proyectos de mejora escolar como responsable desde septiembre de la División de Educación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Vegas, que estuvo el pasado martes en Madrid, en la Semana de la Educación de la Fundación Santillana, habla del debate entre habilidades y conocimientos, sobre la necesidad de invertir y de hacerlo eficientemente, de las evaluaciones, los ranking y sus consecuencias...

Pregunta. ¿Qué habilidades hay que adquirir en la escuela?

Respuesta. Según distintas investigaciones, muchas de las diferencias en los salarios y en las oportunidades laborales tienen que ver con competencias no cognitivas, como llegar a tiempo, trabajar en equipo, poder tolerar diferencias en el ambiente de trabajo... El trabajo es cada vez menos rutinario, más complejo, depende más de la interacción con otros. Y nosotros comprobamos en un estudio que los empleadores latinoamericanos valoran mucho estas competencias y las echan de menos en los titulados.

P. ¿Qué implicaciones tiene esto para el sistema, sobre todo para uno muy atado a contenidos puros de cálculo o de sintaxis?

R. La escuela tiene que conseguir que los alumnos aprendan matemáticas, y lectura, y a escribir, porque es necesario y así lo dicen los empleadores. Pero también esas competencias socioemocionales. Por ejemplo: hay formas de trabajar en equipo para resolver los problemas matemáticos, de analizar cuáles son las preguntas importantes... Ya no sirve el enfoque de unos contenidos específicos que te iban a servir el resto de tu vida, porque esos contenidos los puedes conseguir en un minuto en Internet. No hace falta memorizarlos, pero sí saber buscarlos, interpretarlos, trabajar con otros para hallar soluciones a problemas complejos como a los que nos enfrentamos hoy.

P. Ese discurso, ¿sirve lo mismo para los países en desarrollo que para los desarrollados?

R. Es así. Es simplemente el efecto del paso a la economía del conocimiento.

P. La equidad es un valor social y usted sostiene que también económico. ¿Por qué?

R. Si le echas un vistazo al informe PISA de la OCDE, ves que es muy difícil lograr una media alta con una alta varianza [mucha desigualdad de resultados], si solo son unos pocos los que mejoran no se va a solucionar el problema de la calidad de la educación. La productividad de las personas depende de su formación, de sus habilidades, y de la productividad depende del crecimiento económico. En la medida en que tengan esas capacidades, el país va a crecer o no.

P. América Latina debe hacer muy rápido esa transformación, dice el secretario general Iberoamericano, Enrique Iglesias. ¿Cómo? ¿Con más inversión?

R. No solo. Evidentemente, no se logrará sin una inversión adecuada, pero América Latina puede aprovechar la experiencia de otros países que ya hicieron el camino desde la economía de las materias primas. Y la tecnología va a ayudar.

P. ¿Cuánto es una inversión adecuada?

R. Los economistas tienden a decir que más gasto no asegura mejores resultados, que depende de la eficiencia del gasto, pero siempre que se haya alcanzado un mínimo por debajo del cual los resultados son malos aunque se invierta muy bien. Estoy terminando un trabajo analítico en el que tratamos de ver cuál es ese mínimo y nos estamos acercando de la cifra de 6.000 dólares por alumno [unos 4.700 euros; España gastaba en 2009 unos 10.300]. Pero es muy difícil saberlo porque no hay relación de causa-efecto, sino que no vemos países con buenos resultados por debajo de esa cifra.

P. En España hay un gran debate, porque con esa idea de que no por gastar más habrá mejores resultados se trata de justificar el camino inverso, es decir, que no se empeorará aunque se recorte.

R. Son argumentos distintos y no están directamente relaciones, aunque es muy atractivo poder decir: “vamos a cortar mucho porque hay mucha ineficiencia y podemos, al menos, conseguir lo mismo”. En realidad, no se sabe. Le eficiencia tiene que ser un valor siempre, independientemente de lo que se gaste y más en estos tiempos de crisis.

P. ¿Cómo se puede asegurar que se invierte bien?

R. Teniendo claro los objetivos para los alumnos al final del proceso y comprobando si se han alcanzado para corregir si es necesario. Eso requiere transparencia y buena relación entre quien ofrece y exige el servicio. La calidad educativa depende de todos, aunque algunas sociedades se la cargan solo a los maestros, otras solo a los niños o solo a los padres... Y así no se puede mejorar.

P. ¿Y qué papel juegan las evaluaciones externas? ¿Con qué consecuencias?

R. Son fundamentales. Las consecuencias más importantes deberían ser proveer de información a las personas que pueden efectuar el cambio para mejorar. Me parece que los sistemas de evaluación que utilizan los resultados para penalizar a los profesores y a los centros y para hacer rankings comenten graves errores, porque los resultados educativos son una producción de muchos actores, aunque el docente tenga gran responsabilidad.

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Sobre la firma

J. A. Aunión
Reportero de El País Semanal. Especializado en información educativa durante más de una década, también ha trabajado para las secciones de Local-Madrid, Reportajes, Cultura y EL PAÍS_LAB, el equipo del diario dedicado a experimentar con nuevos formatos.

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