_
_
_
_
_
LOTERÍA DE NAVIDAD

La ‘niña’ perseguida por el Gordo

Fue la primera chica en cantar el primer premio del sorteo de Navidad y se equivocó Ahora trabaja en la agencia de publicidad encargada del anuncio 'la fábrica de los sueños'

Berta Ferrero
Carolina, con su compañero David en 1984.
Carolina, con su compañero David en 1984.

La bola con el número 03.772 salió a las 10.01 horas el 22 de diciembre de 1986 del bombo del sorteo de Navidad. David, de 13 años, la cogió para entonarla junto a su compañera Carolina, de la misma edad. Llevaban tres años cantando juntos en el sorteo navideño, y ese, por desgracia, ya era el último. Ella, una niña pizpireta que tuvo el honor de pertenecer al club de las cinco primeras féminas de la historia encargadas de repartir suerte, no quería despedirse sin dar el Gordo. Esa es la ilusión de todos los niños del colegio de San Ildefonso. Convertirse por un día en repartidor de sueños. A las 10.01 cogió la bola que acompañaba al 03.772 y sonrió. Iba a dar un sexto premio, y cantó: "25 millooooones de peseeeeetas". En la mesa de presidencia, justo en el momento en que enseñaba su bola, se dio cuenta de su agradable error: se había tragado un cero y eran 250 millones de pesetas… ¡acababa de dar el Gordo! El ‘de los errores’, el más sonado de todos los tiempos.

Carolina, en una fotografía de Diario 16, tras cantar el Gordo en 1986.
Carolina, en una fotografía de Diario 16, tras cantar el Gordo en 1986.

Hoy, 26 años después, Carolina Pellico parece que sigue empeñada en repartir suerte. Trabaja en el departamento de administración de la agencia de Publicidad Grey, la encargada desde el año pasado de crear el anuncio del sorteo de Navidad, curiosamente con el logo ‘la fábrica de los sueños’. “Cuando vi el spot el año pasado, antes de que se emitiese, me emocioné. Me vinieron millones de recuerdos a la mente. Desde aquel día ese número no me ha abandonado”, cuenta en conversación telefónica, orgullosa de su historia. Cuando se enteraron en Grey de su anécdota, todos los trabajadores le hicieron un guiño y se pusieron de acuerdo para jugar al número de Carolina, la niña perseguida por el Gordo. “Llevo trabajando en la agencia cinco años, pero con esto he revivido aquellos momentos con mucha intensidad”, admite.

Las cinco primeras niñas en cantar el Gordo de Navidad. Foto de archivo de EL PAÍS
Las cinco primeras niñas en cantar el Gordo de Navidad. Foto de archivo de EL PAÍSCHEMA CONESA

Casada y madre de Guillermo, un niño de cuatro años, "la primera chica de la historia en cantar el Gordo" cuenta que le encantaría que su hijo pudiera vivir la misma experiencia. “Ya me ha preguntado este año si voy a repartir otra vez suerte”, cuenta asombrada al comprobar que recuerda perfectamente el vídeo promocional que hicieron en su empresa el año pasado para relatar su historia. “Pero no todos los niños valen para eso. Mi hermano, por ejemplo, no quiso saber nada del tema. Algunos no pueden o no saben cantar, otros solo quieren ayudar dando vueltas al bombo…”, explica. Ella, sin embargo, siente que estaba y estará siempre ligada al Gordo. “Me equivoqué al cantarlo, sí, y a partir de ese momento pasé muchos nervios hasta que terminamos nuestra serie. Pero a pesar de los múltiples flashes, el bullicio que se creó y de que los periodistas no nos dejaron ni comer, no fue nada traumático, más bien todo lo contrario”, rememora.

Carolina Pellico, en el vídeo promocional de su empresa.
Carolina Pellico, en el vídeo promocional de su empresa.AGENCIA GREY

El sorteo de aquel año tuvo que detenerse dos veces por diferentes errores, por eso se le conoce como el más sonado de todos los tiempos. Otra niña se equivocó en una serie anterior al cantar el segundo premio. El runrún comenzó en la sala. Y los nervios se instalaron en los presentes. Al reanudarse, llegó el turno de Carolina. “Bah, tampoco ha sido para tanto”, dijo la niña resuelta a la prensa, al ser el centro de la expectación creada tras su desliz con los ceros. “Somos niños, es un directo, estas cosas pasan”, explica ahora al recordar la mala pata de Gemma, otra de sus compañeras, que un año después cometió el mismo error que ella. “A la pobre le regañaron en directo. Imagino que después de nuestro año querían que todo saliera bien… pero éramos niños, no hay que darle tanta importancia”, insiste.

Carolina se despidió del sorteo de Navidad con un buen bagaje de alegrías repartidas: un sexto premio, un segundo y el Gordo. Todos ellos racionados en tres años. No está nada mal, dice, aunque la mejor manera de cerrar el círculo sería que ahora ella se hiciera con el número ganador. “¿Te imaginas? Entonces sí que volvería a salir en todos los periódicos”, se ríe, socarrona. Al fin y al cabo hay que creer en la fábrica de los sueños. Y ella, por suerte, trabaja ahí.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Berta Ferrero
Especializada en temas sociales en la sección de Madrid, hace especial hincapié en Educación o Medio Ambiente. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Cardenal Herrera CEU (Valencia) y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_