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“Aquí la gente se queja de la crisis pero pide otra caña”

El actor y director cubano representa en Madrid 'En el túnel un pájaro'

Pancho García afirma que ahora la censura parte de uno mismo.
Pancho García afirma que ahora la censura parte de uno mismo. Claudio Alvarez

Pancho García llega a la cita acompañado de una amiga que le ayuda a guiarse en Madrid. Desde hace tres años un desprendimiento de retina le ha dejado prácticamente sin visión, pero eso no le impide seguir haciendo teatro, tanto como director como de actor, y con éxito considerable. Hace unos meses fue distinguido en Cuba con el Premio Nacional de Teatro por una trayectoria larga y redonda, en la que no han faltado episodios grises como el de la llamada parametración, en los duros años setenta, cuando cientos de artistas y escritores cubanos fueron marginados por su homosexualidad; esto es, por quedarse “fuera de los parámetros revolucionarios”.

“Sí, en aquella época yo fui parametrado, estuve bastante tiempo sin poder hacer teatro, pero esa historia es el pasado”, afirma. El presente de Pancho (Cienfuegos, 1944) pasa por Enrique Guiñales, el personaje protagonista de En el túnel un pájaro, obra con la que acaba de presentarse en el Centro Dramático Nacional, durante el ciclo Una mirada al mundo, con la compañía Hubert De Blanck. Hace 10 años ya dirigió y protagonizó esta inquietante pieza de la española Paloma Pedrero, pero ahora quiso volver con una versión más pulida y esencial, que lleva a escena con crudeza el tema de la eutanasia. “Enrique es un apasionado, un glotón de la vida, como yo, por eso defiende con vehemencia su derecho a vivir dignamente y a morir sin humillaciones”, dice, contento por el éxito de las funciones y la crítica.

Pancho García fue represaliado por homosexual en Cuba

“La eutanasia debiera ser un derecho esencial: uno debe tener derecho a morir con dignidad”, opina. Su primer contacto con la escena, en Cienfuegos, lo tuvo cuando era niño y su padrino lo colaba en las funciones de teatro vernáculo, en las que las escenas cargadas de doble sentido y el choteo político eran el modo de burlarse del poder y de hacer crítica social. “En Cuba el choteo y el humor siempre han sido un arma para sobrevivir y hacer frente a aquello contra lo que no se puede, pero a veces ese reírse de uno mismo lleva al no hacer, a la dejadez, y eso no es bueno”, asegura.

Reconoce que hacer teatro en Cuba “no es fácil”. Pero no tanto por la censura, pues, comenta, “hoy los límites se los pone uno mismo, no es como antes; ahora tú eres el que te autocensuras y te conviertes en tu propio policía”, dice, y se ríe. La escasez de recursos y la precariedad para todo sí son un gran problema. “En más de una ocasión yo mismo le he tenido que pagar la merienda a los actores, o traer cosas de mi casa para la escenografía”, señala, si bien admite que a veces ese continuo “inventar” hace que se encuentren soluciones imaginativas y se enriquezca la historia.

García ha hecho todo el teatro imaginable, desde Shakespeare a Arthur Miller, pero siempre tratando de llevar a los maestros al contexto cubano. Hace algún tiempo dirigió La muerte de un viajante e interpretó el papel de su protagonista, Willy Loman, “que tiene a sus hijos en la inopia tratando de sostener una utopía absurda”. “Estas historias de perdedores están muy a tono con la situación actual de crisis”, dice Pancho, y, cubano al fin, bromea. “Para nosotros la crisis española es un poco peculiar. La gente se queja en los bares, protesta, se indigna, pero pide: ‘Camarero, póngame otra cañita ahí”. Aunque no ve casi nada, ya está pensando en su próxima apuesta. “Quizás será La estrella”, dice, y se despide: “Hay que luchar”.

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