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Anthony Deanne-Drummond, un militar muy escurridizo

El oficial británico escapó tres veces en la II Guerra Mundial

Jacinto Antón
El oficial Anthony John Deanne-Drummond.
El oficial Anthony John Deanne-Drummond.

Incluso los grandes escapistas no tienen nada que hacer cuando los reclama la muerte. El general británico Anthony John Deanne-Drummond, que ya es apellido sonoro, tuvo una vida osada y escapó de los fascistas y los nazis, que lo capturaron hasta ¡tres veces!, convertido en un héroe y poco menos que una leyenda. Pero el pasado día 4, con 95 años, atrapó la parca al escurridizo soldado en su Samarra particular del asilo de ancianos de Alveston. El viejo paracaidista que luchó en Arnhem contra las divisiones pánzer SS de Willy Bittrich (y se escapó de aquella ratonera de acero, claro) dejó encargado, genio y boina hasta la sepultura, que no quería flores en su funeral, sino donativos al fondo de las fuerzas aerotransportadas, así que ya saben.

Tengo ante mí una foto de Deanne-Drummond durante su servicio en el norte de África: pantalones cortos, pistolera, boina y ese enervante aspecto de los oficiales británicos que parecen estar diciendo “tengo cosas más importantes que hacer que preocuparme de esta maldita guerra”. Fue en esa época cuando se alistó como voluntario en los comandos (él fue toda la vida del Royal Corps of Signals, de comunicaciones, vamos). Participó con ellos —11º batallón del SAS— en febrero de 1941, como teniente, en la Operación Colossus, la primera incursión aerotransportada de los británicos, que tenía como objetivo volar el acueducto del río Tragino, en Apulia, que suministraba agua a las fuerzas italianas. Volaron el acueducto, sí, pero los 38 comandos —menos uno que se ahogó— cayeron prisioneros (en cambio al pobre traductor italiano lo fusilaron los fascistas).

El general se fugó al caer prisionero en una operación de comandos

En diciembre, nuestro hombre, tras varios intentos, incluido un túnel que fue descubierto, consiguió escapar del campo de Sulmona con otro oficial que recibió un disparo mientras escalaban la alambrada. Fue recapturado en Ponte Chiasso, en la frontera suiza, en pura tradición de La gran evasión y vuelto a internar en un campo de prisioneros italiano, donde siguió intentando la fuga. Transferido a un hospital de guerra en Florencia, en mayo del 42 volvió a fugarse (escapando por la ventana de un cuarto piso) y llegó, tras muchas peripecias, a Suiza, de donde fue trasladado clandestinamente al sur de Francia para ser rescatado por la Royal Navy y regresar a Gran Bretaña en verano. Toda esa aventura le valió la Military Cross.

Adscrito a la 1ª División Aerotransportada con el rango de mayor, participó como segundo al mando del cuerpo de señales en la Operación Market Garden, la de Un puente lejano, para seguir con las películas. Mientras trataba de enlazar en aquel desastre organizativo con la 1ª Brigada Paracaidista se separó de su unidad y con otros tres soldados pasó tres días escondido en el lavabo en la parte trasera de una casa ocupada por los alemanes a 700 metros del puente de Arnhem. No está claro qué hacían los nazis cuando tenían un apretón: ensuciarían la alfombra, que por eso eran nazis.

Después de la batalla de Arnhem se escondió 13 días en un armario

Consiguió salir de allí, con las botas envueltas en el uniforme para no hacer ruido. Tras llegar a la orilla del Rin, se desnudó, envolvió la ropa en su Denison smock (chaquetón de paracaidista) y lo cruzó nadando, pero al salir en la oscuridad cayó en una trinchera yendo a dar sobre un soldado alemán. Sacando su revólver, le pegó un tiro, pero enseguida llegaron otros alemanes y fue capturado. Y, mientras era escoltado el 23 de septiembre fuera de la zona de combates en una columna de prisioneros... ¡volvió a escaparse! Tras lo del Rin podríamos decir que se había vuelto escurridizo como un pez.

Pasó los 13 días siguientes ¡escondido en un armario!; es que solo se le puede ocurrir a un inglés... Se alimentaba con trocitos de galletas y sorbitos de la cantimplora. Luego contactó con la resistencia holandesa y consiguió regresar a las líneas aliadas. La nueva fuga le granjeó otra medalla.

Tras la II Guerra Mundial, Deanne-Drummond comandó la 3ª Brigada paracaidista. En 1957 tomó el mando de uno de los regimientos del SAS (fuerzas especiales), el 22º, con el que sirvió con audacia en lo que los anglosajones llaman eufemísticamente la Emergencia Malaya y que fue la brutal represión de la insurgencia comunista malaya contra las fuerzas coloniales (véase, ya que estamos, la película The 7th dawn, con William Holden y Capucine).

En su siguiente destino, Omán, en 1959, ganó la Orden de Servicios Distinguidos (DSO) durante el asalto de fuerzas del SAS (dos escuadrones bajo el mando de Deanne-Drummond) y del sultán contra rebeldes omaníes en los agrestes parajes de Jebel Akhdar. La operación requirió una peligrosa escalada nocturna con cuerdas, a 3.000 metros, encabezada por nuestro oficial.

Deanne-Drummond era un gran aficionado al vuelo sin motor, el tipo de hobby que uno espera de un hombre así. Fue campeón nacional de la especialidad e instructor de vuelo, militar y civil. No está de más recordar que una de las fugas más extravagantes de la prisión militar nazi en el castillo de Colditz —Oflag IV c— fue en un planeador casero construido por los prisioneros británicos…

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Sobre la firma

Jacinto Antón
Redactor de Cultura, colabora con la Cadena Ser y es autor de dos libros que reúnen sus crónicas. Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona y en Interpretación por el Institut del Teatre, trabajó en el Teatre Lliure. Primer Premio Nacional de Periodismo Cultural, protagonizó la serie de documentales de TVE 'El reportero de la historia'.

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