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La UE alerta del efecto de tres insecticidas en el declive de las colonias de abejas

Los productos son derivados de la nicotina y tienen un amplio uso Proteger a los insectos es fundamental por su efecto polinizador

Un apicultor muestra la disminuida cantidad de abejas de sus colmenas.
Un apicultor muestra la disminuida cantidad de abejas de sus colmenas.gabriel tizón

Como muchos aficionados a la novela negra sabrán, la nicotina usada pura es un veneno para las personas. Para su uso a gran escala como insecticidas se utilizan algunos derivados (los neonicotinoides). Y en tres de ellos (clotianidina, imidacloprid y tiametoxam) se ha fijado la Agencia de Seguridad Alimentaria Europea (EFSA) como unos de los causantes del declive de las poblaciones de abejas.

El interés de la agencia europea no es por el valor nutritivo de las abejas o sus derivados, lógicamente, sino por la importancia de su papel polinizador. Sin las abejas y otros insectos que llevan el polen las plantas no se fertilizarían, y no habría prácticamente cultivos. Por eso mantener su actividad es fundamental para asegurar la producción agrícola.

El problema está en que las abejas forman parte de un grupo animal que también puede tener importantes efectos destructivos, los insectos, y por eso hay que tener cuidado con los insecticidas. El equilibrio ideal sería que acabaran con otros insectos (pulgones, larvas de mariposas o escarabajos) sin afectar a las abejas. El problema surge en caso de duda: ¿qué es peor, quedarse sin polinizadores o que una plaga acabe con la cosecha?

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Lógicamente, los estudios para la autorización de estos insecticidas se basaron en su efecto sobre las personas, y los superaron. Tienen la ventaja de que actúan desde dentro: las plantas los absorben y los insectos que las devoran o comen su polen mueren. También se intoxican por contacto con los exudados de las hojas.

La EFSA ha identificado, sin embargo, tres vías de actuación peligrosa en las abejas. Primero, su exposición a través del polen y el néctar. Para ello sugiere que solo se usen en plantas que no resulten atractivas para las abejas. El polvo de las sustancias solo se consigue evitar en plantas cultivadas en invernaderos, en remolacha o en algunas presentaciones en gránulos. Por último, la exposición a exudados solo se ha podido estudiar en maíz, y se ha visto que tiene un efecto letal en las abejas.

El peligro, refrendado por el organismo de la UE, no es del todo desconocido. Países como Francia ya han adelantado la prohibición de estos productos, fabricados por Bayer y Syngenta.

La agencia no hace una recomendación específica, sino que se limita a explicar los estudios existentes (y a aclarar su papel en las autorizaciones previas). También recuerda que está elaborando otros trabajos para ayudar a entender por qué han disminuido tanto las colmenas, como la introducción en territorio de la UE de dos parásitos de las abejas, la Aethina tumida (escarabajo de las colmenas) o los ácaros Tropilaelaps.

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