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España recorta un 75% su inversión en el sector espacial

La aportación a programas de la Agencia Europea del Espacio cae de 350 millones a 83. La industria alerta encendida de la pérdida de empleo y competitividad

Ilustración del satélite europeo 'SMOS' que mide la salinidad del océano y la humedad del suelo.
Ilustración del satélite europeo 'SMOS' que mide la salinidad del océano y la humedad del suelo.ESA

La inversión de España en los programas de la Agencia Europea del Espacio (ESA), que retorna íntegramente en forma de contratos para la industria del país, se ha reducido a menos de un cuarto respecto al nivel de los últimos años. Frente a unos 350 millones que España venía comprometiendo en la última década en las reuniones ministeriales de la ESA (en las que cada país asume sus compromisos financieros en función de los intereses de su industria), ahora ha puesto sobre la mesa únicamente 83 millones. El sector industrial español, de alta tecnología, está más que alarmado, y los líderes empresariales hablan de “pánico”, “pérdida de empleo”, “deslocalización a otros países” y “pérdida de capacidad exportadora y tecnológica”.

Esta misma semana, la patronal espacial española, Tedae, dirigía una carta al Ministerio de Industria expresando su preocupación, señalando que “hay que recuperar la situación anterior”, recordando que el espacio es un sector rentable con un modelo económico que funciona, y advirtiendo que “el fuerte recorte de la contribución española compromete el prestigio de España”.

“No es verdad”, respondió ayer en público Luis Valero, Secretario General de Industria y delegado de España en la ESA, en una jornada dedicada al satélite Smos, de observación de la Tierra, celebrada en Madrid, en el Centro Europeo de Astronomía Espacial (ESAC), la instalación de la ESA en España. Reconoció Valero, ante los representantes de la agencia, empresarios y científicos, que España no se ha comprometido con nuevos programas pero aseguró que va a abonar la deuda contraída con la ESA, que asciende ya a 163 millones. “Hay que pagar porque si no nos retiran el derecho a voto en la agencia”, recordó. También se van a satisfacer los compromisos adquiridos anteriormente, lo que Valero denominó “regularización”, por un valor de unos 800 millones en los próximos años. Hay que tener en cuenta que el desarrollo y operación de los programas espaciales se dilata en el tiempo por lo que la inversión se hace en varios años, dependiendo de cada programa. “Ya advertimos al sector que había poco dinero y de compromisos nuevos nada”, recalcó el delegado español.

La inversión del país se traduce en contratos para sus empresas

Los 21 países de la ESA hacen sus contribuciones al organismo por dos vías: la cuota obligatoria (que financia el programa científico) proporcional al PIB de cada país, y las suscripciones opcionales al resto de los programas (telecomunicaciones, observación de la Tierra, vuelos tripulados, cohetes, etcétera). La cuota obligatoria española ronda los 60 millones anuales (el 8,5% del presupuesto total de la ESA).

La última reunión ministerial de la ESA se celebró en noviembre pasado en Italia y Valero, como representante de España, no suscribió ningún programa opcional, pero pidió tiempo para concretar, en enero, alguna inversión. Ha resultado ser de 83 millones, frente a 1.449 millones de Francia, 1.376 de Alemania, 656 de Italia, 674 del Reino Unido, o 474 de Bélgica.

Tedae reaccionó: “Significa que España tendría una contribución de tan solo 1,4% del total de programas opcionales sucritos y supondría un recorte de casi el 80% sobre la contribución de 2008, lo que no resulta asumible”, escribía la patronal del sector en su boletín Infoespacio. La financiación española “se sitúa, en términos relativos al PIB, entre Portugal y Grecia”, continuaba la declaración. En la conferencia ministerial anterior, celebrada en La Haya en 2008, el compromiso financiero de España ascendió a 670 millones, incluida la cuota obligatoria anual.

Industria pagará
la deuda para no perder el derecho a voto en la ESA

Además de invertir poco, España ha entrado solo en cinco de los 24 programas opcionales aprobados, frente a una media anterior de participación en 15. De los 83 millones, 52 van a Metop (satélites meteorológicos); 13 a los cohetes Ariane; siete a observación de la Tierra; seis a la Estación Espacial Internacional y cinco a explotación de lanzadores.

“El sector había pedido entre 150 y 170 millones de euros para cubrir el conjunto de cosas que ya se están haciendo; con 83 millones la industria se va a resentir”, comentaba ayer, prudentemente, Fernando García, de la empresa Indra.

Mucho más rotundo se expresaba Pedro Mier, director de Mier: “Lo que ha dicho Valero es inaceptable: primero, por considerar subvención caprichosa lo que es inversión en el sector espacial; segundo, la cuantía, los 83 millones, es algo... El daño está ya hecho, estamos perdiendo posiciones en programas en los que estábamos bien colocados... Por ejemplo, en telecomunicaciones no hemos entrado en ningún programa, mientras que el Reino Unido ha aumentado un 25% su inversión en la ESA y lo dedica precisamente a telecomunicaciones. Si la situación no se corrige, perdemos competitividad”.

Los empresarios están intentando convencer al Ministerio de Industria de la necesidad de solucionar la dramática situación retomando la inversión de cara a la próxima conferencia ministerial de la ESA, en 2014.

El sector espacial español también espera que se solucione cuanto antes la anómala e ineficaz organización actual de la representación de España en la agencia europea. En 2008 estalló un conflicto por las competencias del espacio entre los entonces ministros Miguel Sebastián y Cristina Garmendia (Industria y Ciencia e Innovación, respectivamente) y el Gobierno tomó una decisión salomónica, partiendo el niño, pero de verdad: la representación en la ESA y el presupuesto, a Industria, y la gestión de los programas y el apoyo técnico, a Ciencia (ahora en Economía y Competitividad) a través del Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial, CDTI. Valero reconoció ayer que convenía superar esta situación y se inclinó por recuperar el CDTI en Industria.

Sal de mar, agua de tierra

El satélite SMOS se dedica a medir la salinidad del mar y la humedad del suelo, dos parámetros íntimamente ligados al ciclo global del agua. Es un artefacto de 360 kilos, que está en órbita de la Tierra a 755 kilómetros de altura y que tiene "sabor español", como dicen en la Agencia Europea del Espacio (ESA). "SMOS ha sido un hito en el desarrollo del sector espacial español", comentó ayer Antón Cuadrado, director de Casa Espacio. Esta empresa desarrolló y construyó el instrumento científico de la misión, un radiómetro avanzado que mide el contraste entre las propiedades electromagnéticas del agua líquida y el suelo seco, el agua pura y el agua salina. Con un coste total de unos 200 millones de euros, Casa Espacio lideró un consorcio de industrias de una decena de países y casi todas las españolas del sector, más expertos de universidades. El centro de la ESA en España, ESAC, se ocupa de los datos científicos.

El SMOS se lanzó en 2009 para funcionar tres años y los ha cumplido con tanto éxito que funcionará varios más. Sus responsables presentaron ayer los mapas de salinidad y humedad del planeta y avanzaron sus aplicaciones en agricultura, control de incendios, sequías y clima.

"España invirtió 50 millones en el programa de observación de la Tierra de la ESA, incluido el SMOS. Ahora, con solo cinco millones, no aprovecharemos las perspectivas que abre", lamentaba el empresario Pedro Mier. "Nosotros hemos aplicado los desarrollos que hicimos para esta misión en el sector de telecomunicaciones para los mercados estadounidense y europeo".

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