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¿Por dónde cuela el caballo?

El fraude de la carne equina vendida como ternera pone en el punto de mira los controles de la cadena alimentaria

Raquel Vidales
La carne de equino es más barata que la ternera porque cuesta menos criar caballos que vacas.
La carne de equino es más barata que la ternera porque cuesta menos criar caballos que vacas.Í. WAGNER (EFE)

“La carne viajó a cinco países diferentes. Así es casi imposible controlarla ni con las leyes más estrictas”. El británico Paul Nuttall resumía así esta semana en la Eurocámara el problema al que se enfrenta la UE desde mediados de enero, cuando estalló el escándalo de la carne de caballo vendida como si fuera ternera. Las autoridades insisten en que su consumo no implica riesgos para la salud, pero eso no elimina otras grandes cuestiones. ¿Cómo superó los controles la comida fraudulenta? ¿Por dónde se ha colado tanto caballo?

Nuttall sugirió una posible causa: la cadena alimentaria es cada vez más larga. Eso significa que en una gran planta de procesado puede confluir mercancía de decenas de tratantes, de manera que una hamburguesa puede estar hecha con carne de 10.000 vacas. Así es más fácil que se produzca un agujero. “El sistema de trazabilidad ha mejorado mucho desde la crisis de las vacas locas y funciona, pero no está pensado para detectar un fraude puntual. Y menos cuando hay tanta gente entre medias”, reconoce Joaquín Domingo, responsable de seguridad alimentaria de AECOC, que reúne 25.000 fabricantes y distribuidores.

No solo eso. Cuanto más extensa sea la cadena, más difícil es definir quién es el responsable final de un fraude. ¿El vendedor de la materia prima? ¿El intermediario que compra sin comprobar que es lo que dice ser? ¿El procesador que no analiza lo que tiene entre manos? “El vendedor debe acreditar lo que vende y el comprador comprobar lo que compra. Por tanto, ambos serían responsables. Pero el segundo puede decir que el primero le engañó y no había forma de descubrir la estafa. Es una cuestión jurídica que lleva años en debate”, explica Sönke Lund, experto en derecho alimentario.

De ahí el rosario de acusaciones que se han cruzado proveedores, intermediarios, procesadores y distribuidores implicados en el escándalo. Primero Irlanda afirmó que los caballos procedían de España y luego acusó a Polonia. Más tarde fue Francia la que se vio en el centro de la polémica, después de que la multinacional Findus apuntara a la fábrica que tiene en Luxemburgo la procesadora Comigel, que a su vez culpó a su proveedor Spanghero. Este último explicó que la carne procedía de Rumanía y que le llegó de un tratante holandés y otro chipriota. Esta es la tesis con la que trabajan las autoridades, aunque no hay confirmación. Así, no es extraño que el presidente francés, François Hollande, exigiera ayer a la UE que revise los controles.

En el fondo del escándalo subyace la presión por los precios bajos. Ahí entra en juego el caballo, más barato porque cuesta menos criarlo que a una vaca. Además, la crisis ha disparado el sacrificio de ejemplares antes destinados al ocio: en España se pasó de 30.000 en 2010 a 70.000 en 2012. “Por eso al principio Irlanda apuntó a España. Pero aquí casi no se consume. Se exporta a Francia, Holanda, Grecia, Italia o Polonia. Puede que alguno de esos caballos de las hamburguesas sea español, pero seguro que la mezcla no se hizo aquí”, cree Manuel González, responsable de APROSA, que agrupa a los mataderos españoles.

Una veintena de países afectados

Irlanda. El 16 de enero el Gobierno irlandés denuncia el primer caso del fraude. La venta de hamburguesas congeladas se suspende en varias cadenas de supermercados.

Reino Unido retira hamburguesas ese mismo día. El 7 de febrero descubre fraude en lasañas de Findus y, una semana después, detiene a tres personas.

España. El 29 de enero la OCU detecta ADN equino en dos marcas de hamburguesas. Diez días después, Nestlé retira dos platos de pasta. El 21 de febrero Canarias inmoviliza una tonelada de hamburguesas para restaurantes y la Generalitat valenciana revisa dos plantas cárnicas.

Suecia. Findus retira lasañas el 8 de febrero y el 19 la compañía Lidl paraliza la venta de dos platos preparados.

Francia. El 19 de febrero Findus retira sus lasañas. Tres días después lo hace Picard. El Gobierno acusa a Rumanía y suspende la actividad del proveedor Spanghero.

Portugal. Nestlé retira platos destinados a la restauración el 18 de febrero. Tres días después el Gobierno inmoviliza 12.000 paquetes de lasaña.

Alemania, Suiza, Austria, Noruega, Dinamarca, Holanda, Bulgaria, Italia, Finlandia, Dinamarca, Bélgica y R. Checa retiran toneladas de preparados el 13 y el 20 de febrero.

Rumanía. El 21, el Gobierno detecta carne de caballo etiquetada como ternera en restaurantes de Bucarest y confisca 700 kilos de carne.

Hong Kong. El 20 de febrero se retiran lasañas exportadas desde Europa.

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Sobre la firma

Raquel Vidales
Jefa de sección de Cultura de EL PAÍS. Redactora especializada en artes escénicas y crítica de teatro, empezó a trabajar en este periódico en 2007 y pasó por varias secciones del diario hasta incorporarse al área de Cultura. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.

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