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AULA LIBRE
Tribuna
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¿MOOCmanía? (y 3)

Para ser eficaces, estos cursos deberían hacer "más patente el acompañamiento docente"

Hace unos días tuve conocimiento, a través de un amigo que dirige una empresa de servicios, que una persona había mandado un currículum donde relacionaba hasta 16 MOOCs que supuestamente había seguido. Se trataba de una lista de títulos, con expresión de la institución que los había ofrecido. Nada más. No constaba ninguna evidencia de lo que había aprendido, ni siquiera de lo que había hecho en dichos cursos. Mi amigo me decía que si hubiera listado 16 libros, dispondría de la misma información sobre su nivel de competencia en aquellos temas.

En estos momentos existen dos grandes tipos de MOOCs. Los cMOOCs y los xMOOCs. Los primeros siguen los principios del conectivismo, impulsado por Siemens, que considera que el aprendizaje se genera en red, a partir del contacto y de las relaciones que establecemos como nodos de esa red. Arguye que el conocimiento creado en grupo es mayor y más poderoso que el que se crea individualmente. Los cMOOCs ponen recursos al alcance de los que quieran compartirlos y sugieren generar interacciones con iguales para ampliar su conocimiento.

Los xMOOCs tienen una estructura mucho más simple. Su enfoque es transmisivo: un conjunto de recursos, habitualmente audiovisuales, en muchos casos grabaciones de lecciones en clase, puestos a disposición de quien quiera utilizarlos, y actividades de autoaprendizaje para llegar al final del curso. La retroalimentación está automatizada, y su evaluación se lleva a cabo mediante tests objetivos automáticos.

Por tanto, cuando hablamos de MOOCs ya no estamos hablando de una idea única. Ninguno de estos modelos ha desarrollado aún mecanismos suficientemente eficientes para conocer cuál es el aprendizaje que sus participantes han alcanzado al final del proceso. Suponiendo que sean de ese 10% de los que llegan al final.

En este sentido, hay quien mantiene que muchos “solo quieren aprender”, y que cuando ya saben lo que quieren, abandonan. Es posible. Entonces puede que debamos hablar más de divulgación que de formación. O quizás los MOOCs se adecuan mejor a determinados perfiles de estudiantes, autodidactas, que prefieren y son capaces de alcanzar sus objetivos formativos sin ninguna ayuda específica. Siempre han existido, pero representan solo un 10%-15% de la población mundial. y, sin embargo, emergen muchas opiniones favorables a este fenómeno. Lo que significa que parecen cubrir alguna necesidad.

Entonces, si queremos que sea útil para la mayoría de las personas, más allá de este 15%, ¿cómo debe ser un buen MOOC para que sea eficaz? Y eficaz significa hacer que realmente se produzca aquel aprendizaje que debe darse. Alguien tan poco dudoso de ser reacio al cambio y a la innovación disruptiva como Clayton Christensen ha manifestado que crear oportunidades de aprendizaje es algo muy distinto a facilitar lecciones de profesores grabadas en video.

Un MOOC eficaz debería hacer más patente el acompañamiento docente y el apoyo al proceso de aprendizaje del estudiante, con un diseño adecuado para su finalidad, y que asegure la interacción entre iguales; con un sistema de evaluación que garantice la adquisición de competencias y no sólo de conocimientos; con un número de participantes que permita la adecuada atención a todos ellos; y un sistema de garantía de la calidad que no se limite a saber de qué institución proviene. ¿Por qué las universidades que los ofrecen no los reconocen?

Acabamos de saber que en Estados Unidos, un senador ha presentado una propuesta para que las universidades estén obligadas a reconocer créditos de los MOOCs cursados. Se ha puesto de manifiesto la existencia de grupos de presión empresariales con intereses detrás de este fenómeno.

Bienvenidos sean los MOOCs y bienvenidos sean todos los análisis serenos y reflexivos que se hagan a su alrededor. Así es como el conocimiento avanza. Pero que no sean una distracción del verdadero cambio que las universidades necesitan.

Albert Sangrà es director del eLearn Center de la Universitat Oberta de Catalunya

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