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Terremotos fruto de la actividad humana

Un estudio relaciona un seísmo de 5,7 en Oklahoma (Estados Unidos) con la inyección de aguas residuales, una de las técnicas que usa el polémico método del ‘fracking’

Una casa dañada por el terremoto en Sparks (Oklahoma, EE UU) en 2011.
Una casa dañada por el terremoto en Sparks (Oklahoma, EE UU) en 2011. AP

Es sabido que la actividad humana tiene consecuencias en el subsuelo, pero pocas tan espectaculares como un terremoto. Un estudio publicado esta semana en la revista Geology ha relacionado un seísmo de magnitud 5,7 ocurrido en Oklahoma (Estados Unidos) en 2011, que dejó dos heridos, 14 casas destruidas y carreteras dañadas, con una técnica que se usa en la explotación de hidrocarburos y que consiste en inyectar en el subsuelo el agua residual del proceso. En este caso, el fluido procedía de un pozo de petróleo, pero si el estudio ha tenido impacto en medios internacionales como la BBC ha sido porque la técnica se usa también para eliminar el agua sobrante del fracking, el polémico método de extracción de gas pizarra que algunos países europeos ya han vetado y cuyos riesgos medioambientales están en discusión en otros.

Los investigadores estudiaron la relación entre la inyección en el subsuelo de fluidos residuales y el terremoto que sufrió la localidad de Prague, el de mayor intensidad en la historia del estado de Oklahoma. Tras 18 años inyectando sin incidentes los fluidos sobrantes de la extracción de petróleo en un yacimiento agotado, el 5 de noviembre de 2011 los movimientos sísmicos empezaron a asustar a los habitantes de la zona, acostumbrados hasta entonces solo a los tornados. Al día siguiente se produjo el terremoto de magnitud 5,7, “el mayor de los relacionados con la inyección de aguas residuales”, explica por correo electrónico la geofísica de la Universidad de Oklahoma Katie Keranen, autora principal del estudio.

La fractura hidráulica, o fracking, consiste en romper las rocas que albergan los hidrocarburos (gas o petróleo) mediante la inyección a alta presión de un compuesto de agua (99,5%), arena y productos químicos a gran profundidad. El aumento de los episodios sísmicos es una de las críticas habituales a este método. También lo son el riesgo de filtraciones a los acuíferos, las dudas sobre la composición de los productos químicos y el excesivo gasto de agua.

Antonio Turiel, investigador del CSIC en el Instituto de Ciencias del Mar de Barcelona, explica que, al usarse ingentes cantidades de agua, uno de los problemas del fracking es cómo eliminar los fluidos residuales. “Una parte retorna de manera natural a la superficie, pero la mayoría no”. Se puede reutilizar, construir una balsa para que se evapore, o reinyectarla en el subsuelo. Las explotaciones de Estados Unidos han optado mayoritariamente por esta solución.

“Lo que sugerimos es que los terremotos sucedieron en 2011 (y uno anterior en 2010) porque se necesitaron casi 20 años para que la presión fuera aumentando lentamente en esa zona”, explica Keranen, que considera que su estudio contribuirá a la preocupación que rodea al método de la fractura hidráulica. “Tanto el agua residual del fracking como la del caso que estudiamos tiene que ser eliminada”, dice. “En ambos casos hay riesgos sísmicos asociados. El tratamiento de los fluidos tras el fracking ha de hacerse de forma segura”, añade.

Ángel Cámara, coautor de un informe reciente del Consejo de Ingenieros de Minas sobre fractura hidráulica, considera que el caso del estudio no es extrapolable: “Se trata de agua usada en una explotación de petróleo convencional que tiene elementos mucho más agresivos que pueden hacer la roca más permeable y que se colapse produciendo el efecto de un seísmo”. Y añade: “Además, tiene que haber otros condicionantes geológicos que multipliquen el efecto de la inyección de agua, como una conjunción de fallas. Sin ellos, es difícil alcanzar una intensidad de 5,7”. Estudios muy rigurosos del terreno evitarían estos errores, añade.

"La reinyección de fluidos se da tanto en las explotaciones de petróleo como en las de gas no convencional", dice Julio Barea, responsable de Energía en Greenpeace. "Este estudio es una evidencia más de que el fracking tiene consecuencias. Hay trabajos anteriores que también describen cómo han aumentado los seísmos en las zonas en las que se están explotando yacimientos de gas pizarra", añade.

"La fracturación hidráulica es una técnica probada. Se ha realizado de manera segura en decenas de miles de pozos en el mundo, 300 de ellos en Europa", aseguran en la plataforma Shale Gas España, que agrupa a las empresas interesadas en explotar los recursos mediante esta técnica. "Tras estudiar los temblores producidos en Lancashire, la Real Sociedad de Londres para el Avance de la Ciencia Natural así como la Real Academia de Ingeniería concluyeron en junio 2012 que los riesgos asociados con la técnica se conocen y pueden ser debidamente gestionados. Sobre la cuestión de la actividad sísmica en concreto afirma que si se ponen en práctica las medidas de monitoreo adecuadas (antes, durante y tras la perforación), la probabilidad de que se produzcan temblores es mínima", añaden.

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Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.

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