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ANÁLISIS
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Los mejores modelos de involución

El caso de la salvadoreña Beatriz hay que seguirlo con atención porque la anunciada reforma de la ley del aborto podría terminar en un proceso similar

Gabriela Cañas

El caso de la salvadoreña Beatriz hay que seguirlo desde España con mucha atención. No solo porque se trata de una situación dramática que no debería permitirse en ningún rincón del mundo. También porque, según los planes del ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, su anunciada reforma de la ley del aborto bien podría terminar desembocando en un proceso similar por cuanto pretende prohibir, en contra de todas las opiniones científicas más solventes, el aborto de un feto con graves malformaciones. Eso es al menos lo que se desprende de los principios provida que el ministro va dejando caer en los foros públicos y privados.

Tampoco es descartable, en este camino de regreso al pasado emprendido por el Gobierno de Rajoy, que mientras Irlanda abre un poco la mano en este asunto y legisla para evitar casos dramáticos como el de Savita Halappanavar, aquí en España más de una mujer pierda la vida mientras otros dictaminan, sin su consentimiento y participación, si su vida está realmente en peligro y si las circunstancias aconsejan seguir poniéndola en riesgo para proteger el derecho superior del nasciturus.

En Irlanda y en América Latina tiene este Ejecutivo los mejores modelos a imitar para su proyectada involución social. En Latinoamérica apenas si hay cuatro pequeños rincones —Cuba, Guyana, México DF y Uruguay— donde las mujeres pueden decidir libremente. Allí, como en Irlanda, las mujeres informadas y con dinero siempre pueden recurrir a Londres o La Habana. Para el resto, parir es una obligación de la que solo les eximen legalmente los demás; habitualmente un cuadro médico o un tribunal muy masculino. Las restricciones condenan a millones de latinoamericanas a la pobreza, la exclusión y/o al aborto clandestino, fenómenos que no parecen impactar en exceso a la Iglesia oficial, que, como en España, demuestra una gran preocupación por el no nacido y una paradójica despreocupación por la mujer, vehículo imprescindible para dar vida a aquel. Incluso en casos de violación de niñas se ha levantado la Iglesia católica oficial contra el aborto repartiendo excomuniones como ocurrió no hace mucho en Brasil.

En América Latina, como en Irlanda, la férrea alianza de la Iglesia católica con el poder político y el machismo más cruel ha desembocado en casos como el de Beatriz y el de Savita Halappanavar.

Puede que al final la reforma de Gallardón no se atreva a ir tan lejos como ha anunciado. Pero sus líneas generales no dejan lugar a demasiadas dudas: no al coladero de la ley anterior, no a la ley de plazos y, por tanto, no a la libre e intransferible decisión de las mujeres sobre su maternidad. Es un retroceso que indicará el escaso valor que se concede a los derechos de las mujeres, convertidas en paridoras a la fuerza, y que se va a saldar con una mayor dosis de sufrimiento.

Si este Gobierno estuviera más abierto a las demandas sociales reales se olvidaría de perpetrar esta amenaza.

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Sobre la firma

Gabriela Cañas
Llegó a EL PAIS en 1981 y ha sido jefa de Madrid y Sociedad y corresponsal en Bruselas y París. Ha presidido la Agencia EFE entre 2020 y 2023. El periodismo y la igualdad son sus prioridades.

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