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El Parlamento portugués aprueba que un gay pueda adoptar al hijo de su pareja

La nueva normativa, respaldada con cinco votos de diferencia, permite que un miembro pueda acoger a los hijos del otro

Antonio Jiménez Barca

En el Día contra la Homofobia, el parlamento portugués, gobernado por una mayoría de centro-derecha, ha adoptado una disposición inesperada, dada la composición conservadora de la Cámara: la coadopción de hijos para matrimonios o parejas de gais o lesbianas. Es decir, cuando uno de los miembros tenga un hijo o sea padre adoptivo de un niño, esta paternidad podrá ya extenderse al cónyuge. Hasta ahora esto era imposible. La votación fue ajustada: 99 votos a favor y 94 en contra. Para que la propuesta saliera adelante fue necesario que una quincena de diputados del PSD, partido de centro derecha al que pertenece el primer ministro, Pedro Passos Coelho, votara a favor. El partido había decidido previamente, dada la “materia de la que se trataba” otorgar libertad de voto a sus diputados. De ahí el resultado de la votación.

Había otra propuesta de los partidos situados más a la izquierda del Partido Socialista, la adopción plena de niños por parte de parejas y matrimonios de gais y lesbianas (tal y como figura en España y tal y como quieren los matrimonios de personas del mismo sexo). Pero en este caso, la Cámara portuguesa lo rechazó. De cualquier forma, al término de la votación se vieron muchos gestos de alegría y de esperanza por parte de matrimonios homosexuales que habían acudido a la Asamblea de la República a seguir de cerca el proceso. Desde el Partido Socialista y del Bloque de Izquierda se insistió en que votar que sí era no cerrar los ojos a una realidad que ya está en la calle y no ser hipócrita. También recordaron que la familia ya no es un padre y una madre, sino que adopta otras formas, igualmente legítimas.

La votación ha venido precedida en Portugal de reportajes en televisión y en la prensa portuguesa de parejas de lesbianas o de gais que viven juntos desde hace mucho y que tienen un hijo en común que, hasta ahora, sólo podía, legalmente, ser hijo nominal de uno de ellos. Hoy, por ejemplo, en el Diario de Notícias aparecían tres ejemplos de este tipo de parejas. En una de ellas, un matrimonio de lesbianas, con dos hijas, habla de sus abuelos, que no aceptaron la circunstancia al principio pero que ahora se confiesan encantados: “Si dos personas de 90 años han podido evolucionar, ¿Cómo no va a evolucionar el resto de la sociedad?”.

También hablan en el artículos dos homosexuales, Jorge y Pedro, que aseguran que la población va muy por delante de las leyes y que asume, por lo general, las nuevas familias con más naturalidad de la que se piensa. “Tuvimos mucha suerte con el entorno que rodea y que rodeó al niño. Miguel va ahora a una escuela pública. Pero el año pasado fue a una guardería ligada a un centro católico. Y no hubo ningún problema. La profesora les explicó todo a los niños. Y un día, cuando fui a buscar a mi hijo, una niña me dijo: ‘Sé que Miguel tiene dos papas, yo sólo tengo un padre y una madre”.

El matrimonio homosexual fue aprobado en Portugal en 2010 a propuesta del Partido Socialista portugués entonces en el Gobierno, con el rechazo de los partidos conservadores y el apoyo de la izquierda.

La ley fue llevada ante el Tribunal Constitucional por el presidente de la República, el conservador Aníbal Cavaco Silva, quien finalmente la sancionó tras la respuesta favorable del máximo órgano judicial, aunque no sin antes manifestar su desacuerdo.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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