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“He estudiado, he trabajado y el sistema me está fallando”

A Ruth Abad le denegaron la beca por superar en 300 euros el umbral mínimo de la renta, pero eran datos de 2011

Pilar Álvarez
Ruth Abad, estudiante de Antropología Social y Cultural en la Universidad Complutense.
Ruth Abad, estudiante de Antropología Social y Cultural en la Universidad Complutense.Carlos Rosillo

Ruth Abad, de 30 años, estudia un grado de Antropología Social y Cultural en la Complutense de Madrid. Pidió una beca para cubrir los 1.300 euros que costaba la matrícula, pero se la denegaron. “Superaba en 300 euros el umbral mínimo de renta, pero eran los datos de 2011, cuando aún tenía trabajo”, explica. Al tiempo que estudiaba otra carrera —es diplomada en Educación Social, tiene un grado superior de intérprete de lenguas de signos y un máster de cooperación internacional— trabajaba de educadora social con personas con enfermedades mentales. Vive emancipada desde los 21 años. “No he hecho otra cosa en mi vida que estudiar y trabajar. Yo he luchado y el sistema me está fallando”, argumenta.

Le denegaron la beca en febrero —aún anda liada con recursos y reclamaciones— y se enteró de que había perdido la matrícula cuando quiso consultar las notas en la web y no pudo, como les ocurrió a miles de estudiantes de la Complutense, que de la noche a la mañana fueron expulsados del campus virtual. Este hecho sacó a la luz pública el problema de los impagos en las universidades. Un centenar de alumnos de la UCM se encerraron 21 días en el rectorado para denunciarlo. “Gracias a ese encierro he podido fraccionar el pago de mi matrícula en cuatro mensualidades”, explica la estudiante. La Complutense accedió a ampliar los plazos de pago hasta septiembre.

Abad contó el problema a sus compañeros y decidieron buscar una solución. Se organizaron en el colectivo Por mí y por Todxs mis Compañerxs. “Hubo una reunión y una tormenta de ideas para encontrar dinero”. Han organizado cuatro fiestas universitarias con música electrónica y venden camisetas que compran a una cooperativa, con el lema Universidad pública y de calidad. Cada una cuesta siete euros. “Algunos compañeros hacen de mecenas para pagar la comida y la bebida por adelantado y luego se les devuelve el dinero, otros nos dejan los equipos de sonido”, añade. “Ya tengo una buena parte de la matrícula cubierta”, señala.

Abad defiende que es “una alternativa autónoma” para que los estudiantes se autofinancien, pero cree que no es la solución y ve que su futuro universitario sigue en peligro: “Es un parche, si las tasas universitarias vuelven a subir no sé si podré pagarlas el curso que viene”.

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Sobre la firma

Pilar Álvarez
Es jefa de Última Hora de EL PAÍS. Ha sido la primera corresponsal de género del periódico. Está especializada en temas sociales y ha desarrollado la mayor parte de su carrera en este diario. Antes trabajó en Efe, Cadena Ser, Onda Cero y el diario La Opinión. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Sevilla y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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